Rainer Kirtsner, director de la termosolar Andasol 3, considera que el sol de Granada «no se encuentra facilmente»
«La calidad de este sol no es fácil de encontrar en otras partes del mundo» es la opinión de Rainer Kistner es un alemán que llegó a España en busca de sol.
«En el complejo termosolar Andasol se producen 150 megavatios, energía suficiente para abastecer a la población de Granada y Córdoba juntas» es otra la de las valoraciones de Kistner.
Como la mayoría de los germanos que atiborran cada verano el litoral hispano. Pero Rainer es diferente. Confiesa que no le gusta tomar el sol, pero le apasiona aprovechar sus rayos para transformarlos en energía eléctrica. Este ingeniero industrial ha hecho de la energía termosolar su profesión. Hace quince años llegó al desierto de Tabernas (Almería) para poner en práctica, en el mayor centro de investigación termosolar de Europa, lo que estudió en la Universidad Técnica de Berlín. Ya doctor, y cuando la termosolar es una tecnología madura y consolidada entre las energías renovables, es director de proyecto de Andasol 3, la flamante tercera fase del gigantesco complejo instalado en el Marquesado del Zenete, la mayor central termosolar de España.
–Cómo funciona una central termosolar?
–En síntesis es una tecnología basada en grandes espejos de forma cilindroparabólica y de orientación automática que concentran los rayos del sol sobre una tubería que va paralela a ellos y por la que circula un termofluido. La tubería con este fluido a 400 grados pasa por una caldera de agua donde la calienta y sale vapor a 100 bares de presión sobre la turbina de un generador, que es el que produce la electricidad.
–Entonces es como en la mayoría de los sistemas que se conocen de generar energía eléctrica.
–La diferencia está en la forma de mover el generador. Aquí el calor para producir el vapor que mueve la turbina se produce concentrando los rayos del sol, una fuente inagotable y una energía que no contamina. Hemos calculado que con la energía generada en las tres plantas de Andasol se evita la emisión de 150 toneladas de CO2 a la atmósfera.
–Y esa concentración de rayos es similar a la que los niños hacen cuando juegan con la lupa…
–Igual, pero a gran escala. La lupa de los niños puesta al sol es capaz de quemar una hoja seca o la piel. Pues en la central termosolar, la lupa, en esta caso un espejo cóncavo, mide unos seis metros y concentra los rayos sobre un tubo de siete centímetros. Es decir, multiplica la potencia del sol unas 82 veces. Yo no pondría la mano junto al tubo, te la quemaría rápidamente.
–Todo multiplicado por los 200.000 espejos instalados en las 200 hectáreas que ocupa Andasol 3…
–Andasol 3 tiene una capacidad de producción de 50 megavatios, similar a las otras dos que ya funcionaban en el complejo. En total, 150 megavatios, suficiente para abastecer a una población de medio millón de habitantes, las ciudades de Granada y Córdoba juntas.
–Pero, volviendo al juego de la lupa, sólo funcionaba cuando había sol. ¿Aquí también?
–Sí, es una de la peculiaridades de la energía termosolar, sólo funciona con sol directo. No es como la fotovoltaica, que puede generar más o menos electricidad si hay más o menos luz. Esta tecnología con nubes no funciona.
–Eso es una desventaja.
–Pero tenemos un truco, hay más espejos que los necesarios para calentar el agua que mueve las turbina y el calor sobrante va a dos gigantescos depósitos de sales que lo guardan y puede utilizarse cuando no hay sol para mantener la central a plena producción durante ocho horas. O sea que incluso de noche la central puede seguir produciendo electricidad. Esta es otra de las grandes ventajas de la energía termosolar, poder regular el flujo de suministro a la red para ajustarse a las demandas del consumo.
Zona privilegiada
–¿Y si las nubes se mantienen durante días y el calor de los tanques de sales se agota?
–Incluso entonces podemos generar electricidad calentando el agua por medio de la combustión de gas natural. La ley nos permite generar hasta un máximo del 15% de la producción anual con gas natural.
–¿Por qué se han instalado en el Marquesado del Zenete y no, por ejemplo, en otras zonas desértica donde, por estadística, hay más horas de sol al año?
–Para decidir la ubicación se realizan muchos estudios y mediciones previos y esta zona es privilegiada por cuatro factores. Primero, el sol, la radiación es ideales porque estamos a 1.100 metros de altura y el aire está muy limpio. Para nosotros lo importante no es la temperatura, es la irradiación, la potencia, y la calidad de este sol unido a los otros factores no es fácil de encontrar en otras partes del mundo. En segundo lugar, por la planicie del terreno. Hay lugares con mejor radiación pero sin terreno adecuado para su instalación. Las tres plantas del complejo ocupan más de 600 hectáreas, todas a la misma altura. Y hay sitio para poder instalar más.
–¿Y se van a instalar?
–De momento no porque la línea de alta tensión a la que inyectamos la electricidad ya no tiene más capacidad. Y ese precisamente es otro factor a favor de esta zona: por aquí pasa la línea de 400 kilovoltios que lleva la electricidad desde la central térmica de Carboneras hasta Granada. No ha hecho falta construir nada nuevo, sólo una subestación en Huéneja para engancharnos a la red de alta tensión.
–Y falta el cuarto factor…
–El agua. Necesitamos mucha agua, unos 700.000 metros cúbicos, para producir el vapor y para refrigerar el sistema, y bajo este suelo hay un acuífero enorme. No soy geólogo, pero el hecho de que Sierra Nevada esté ahí mismo tiene mucho que ver. Zonas con mucho sol y, a la vez, con mucha agua son rarísimas.
–Y usted, ¿Llegó a España también atraído por el sol?
–Sí, claro. Trabajo en esta planta desde hace un año, cuando se jubiló el anterior director de proyecto. Pero llevo en España desde 1997, después de acabar la carrera de Ingeniero Industrial en la Universidad de Berlín en la especialidad de energías renovables y energía solar.
–En aquellos años la energía termosolar era aún una desconocida…
–Es verdad que aún no había proyectos comerciales, pero sí proyectos de investigación. Y la plataforma de Tabernas era un referente mundial. Durante mi estancia en Tabernas realicé mi tesis doctoral. Esta es (la extrae de la estantería), tiene un título muy largo pero básicamente es ‘Simulaciones de plantas termosolares’.
–Nunca antes había estado en España?
–Una vez de vacaciones, muy jovencito, en Cataluña, pero no puedo decir que antes del 97 conociera de verdad España.
–Y ahora que la conoce, ¿qué le parece?
–Me parece que ha mejorado mucho en estos últimos años en todos los sentidos, en el nivel de vida, en los equipamientos, las ciudades, las comunicaciones… Esta autovía que pasa al lado de la central antes no existía y te podías tirar tres horas para viajar de Granada a Almería.
España, Alemania, Europa
–¿Se siente ya más español que alemán?
–Estoy plenamente integrado. Mi mujer es almeriense, mis hijas tienen los dos pasaportes… Además Alemania y España tienen el mismo horario, la misma moneda, no hay fronteras… Todo influye para no sentirse extraño. Pero yo realmente me siento ciudadano europeo. Soy afortunado de poderme aprovechar de todas las ventajas de la integración europea. Hasta he estudiando en Irlanda con una beca Erasmus…
–¿Lo de las energías renovables fue vocacional? En Alemania tuvo mucha fuerza el debate fomentado por Los Verdes…
–Sí, es cierto que hubo un gran debate social. Pero yo fui llegando a las energías renovables poco a poco, un largo camino de pruebas y descartes. En la carrera tenía cursos de energías renovables y me parecieron interesantes porque vi un campo con mucho futuro. Fue un poco de evolución, escuchando tanto al corazón como a la cabeza, que creo que es como se deben hacer las cosas. Si hubiera escuchado sólo al corazón, habría sido futbolista, pero un futbolista sin futuro.
–¿Y siente que ha acertado?
– Sí, sí. Me gusta, lo hago con agrado, no lo considero como un trabajo de los que estás deseando que llegue la hora de salir. Lógicamente hay momentos que exigen un sobreesfuerzo físico y mental, no siempre es fácil, hay momentos problemáticos, pero con pasión y fortaleza se sobrellevan. ¡Hay que luchar en la vida…!
–¿Y cómo consigue esa determinación?
–He hecho atletismo desde niño y he corrido varios maratones, entre otros los de Madrid, Barcelona y Sevilla. Y eso me ha enseñado mucho a enfrentarme a los retos de la vida. En el maratón los primeros 30-35 kilómetros los haces casi sin problemas. Pero llega el famoso kilómetro 36 que parece que chocas contra un muro y el cuerpo te dice basta. Hay que echar mano del truco mental, obligarte a seguir. Y al final llegas al kilómetro 42 y te sientes satisfecho y orgulloso del haberlo conseguido. Eso hay que llevarlo a la vida y al trabajo. No soy una persona que deje las cosas cuando surgen problemas.
–¿Sus aspiraciones profesionales están colmadas o tiene en mente otros proyectos?
–Cuando termine este proyecto para mí, que será dentro de dos años cuando pase la planta a operación comercial cien por cien y ya no sea necesario un cargo como el mío, ya me lo pensaré. A mí me gustaría seguir en España, por motivos personales y también por trabajo. Pero ya veremos. Cuando acabe este ‘maratón’ pensaremos en el siguiente.
–¿Pero aunque se centre en este proyecto, sí estarás al tanto de lo que se hace fuera…
–Sí, sí, claro. Soy miembro de la junta directiva de Protermosolar, la asociación de productores de energía termosolar, asisto y doy conferencias, voy a otras plantas… llevo quince años en este sector, empecé cuando estábamos sólo cuatro personas investigando en esto y tengo muchísimos contactos, pero mi objetivo a corto-medio plazo está aquí.
–¿Y cuál es el reto de la propia energía termosolar?
–El reto es reducir los costes de producción para bajar el precio del Kw/h. Un buen campo futuro será aumentar la eficiencia de las plantas ya construidas… Y por supuesto, nuevas tecnologías para aprovechar la energía solar.
–Hablando ya del sol como fuente de ocio, ¿en qué playa le gusta tumbarse?
–Soy más de montaña: andar por el Marquesado, por Sierra Nevada, La Alpujarra. También voy a esquiar… No me gusta quedarme tumbado al sol. Tampoco mi tipo de piel me lo permite, pero es más por mi carácter, no puedo pararme quieto, necesito retos.
Fuente: Ideal (14/11/2011)