La industria resurge de sus cenizas
El valor añadido bruto de las empresas creció un 26,4% en el primer semestre del año.
La industria española resurge de sus cenizas. No en todas las actividades por igual, ni tampoco hay evidencia de que la recuperación afecte a la totalidad de las empresas. Pero aparecen signos claros de que lo peor podría haber quedado atrás, en la durísima primera mitad de 2009, de manera que en la segunda parte de ese año, y en el periodo enero-junio del actual, las compañías han empezado a sacar partido del ajuste de plantillas ya realizado -redujeron el empleo el 6,3% en el primer semestre del pasado año-, por el repunte de la inversión en bienes de equipo y gracias al dinamismo que empiezan a mostrar los intercambios comerciales con el exterior.
La primera señal contrastada la ofrece el Banco de España, al que un grupo de empresas colaboradoras remite cada tres meses sus cuentas para su análisis e inclusión en la Central de Balances. Las sociedades industriales vieron crecer su valor añadido bruto -el dato que mejor refleja la evolución de su actividad- en un 26,4% en el primer semestre, frente al descenso del 35,8% que habían registrado en ese mismo periodo de 2009 respecto al ejercicio anterior. En el conjunto del año precedente el desplome fue del 24,6%, la caída más pronunciada desde que se elabora este informe, pero se apreció una mejora en los meses finales.
Aunque todos los subsectores presentan avances, hay significativas diferencias entre unos y otros. Mientras se disparó un 90,7% el valor añadido bruto en las empresas fabricantes de productos minerales y metálicos y el 43,4% en el de la química, todavía se registraron descensos, si bien bastante moderados, en los productos informáticos y electrónicos, el equipo eléctrico y en la industria de alimentación, bebidas y tabaco.
Las cuentas de las empresas industriales se han visto favorecidas por la rebaja de los gastos de personal en un 2% adicional, una caída mucho menos intensa que el 7,7% de descenso que se produjo entre enero y junio de 2009 con relación al año precedente. Se ha producido, además, en la evolución de los costes, un significativo cambio: junto al 3,9% de recorte de puestos de plantillas, los empleados que han conservado el puesto de trabajo ya vuelven a cobrar un poco más. Si en 2009 la retribución media se redujo el 1,5% a consecuencia del sacrificio impuesto a las remuneraciones de carácter variable, este año los gastos de personal por trabajador están aumentando a un ritmo del 2%.
Algo parecido ocurre con los gastos financieros, que todavía caen el 9,1% hasta junio en comparación con el mismo periodo de 2009. Es un efecto beneficioso para las cuentas, pero su impacto resulta menor, puesto que un año antes la tasa de descenso era del 21,7%.
Consecuencia de todo ello, las empresas industriales que remiten sus datos a la Central de Balances han mejorado sensiblemente el resultado ordinario neto y también su situación y expectativas financieras. La rentabilidad del activo neto, que llegó a mínimos del 1,2% hace justamente un año, ha escalado en el primer semestre de 2010 hasta el 3,6% y ya está muy cerca de compensar un coste de financiación que se calcula en el 3,7% para ese periodo. Otro tanto sucede con la rentabilidad de los recursos propios, que ha pasado de ser negativa en un 1,5% a un valor del 3,5% en la primera mitad del actual ejercicio. Los inversores pueden empezar a mirar los proyectos industriales con mejores ojos.
En este escenario de recuperación persisten, no obstante, importantes obstáculos. Los tipos oficiales de interés no van a subir en el corto y medio plazo, pero bancos y cajas siguen aplicando restricciones y condiciones poco favorables en la concesión de créditos.
Las perspectivas del comercio mundial son buenas. Pero la producción de bienes se resiente de un previsible retroceso de la demanda interior, por la retirada de algunas ayudas (las concedidas a la compra de coches) y la contención del consumo doméstico causada por la subida del IVA y la reducción de la renta disponible de las familias. El desempleo, el agotamiento de las medidas de protección social, el encarecimiento de suministros básicos, junto al ajuste fiscal (pensiones congeladas, escasas deducciones de impuestos, tributos locales más elevados), están obligando a los hogares a dejar de lado muchos gastos «prescindibles».
Fuente: Ideal (04/10/2010)