Fórmulas mágicas para tomar la decisión correcta
Si hay algo intrínseco al mundo empresarial es la toma de decisiones. Pero elegir la opción adecuada es una labor muy difícil. Mikael Krogerus y Roman Tschäppeler han reunido en una ‘moleskine’ 50 modelos de gestión empresarial de todos los tiempos que permitirán conocerse mejor a uno mismo, a los demás y, de esta manera, escoger la mejor forma de actuación.
A diario, en nuestro entorno laboral, nos acechan las mismas preguntas: ¿Cómo sé si la decisión que tomo es correcta?, ¿cómo me motivo a mí mismo y a mi equipo?, ¿cómo puedo cambiar las cosas?, ¿cómo debo trabajar de forma más eficiente?
Pero no sólo nos planteamos cuestiones relacionadas con el plano puramente profesional, también nos preocupan cuestiones más generales como: ¿qué es lo que quiero?, ¿cómo puedo conseguirlo? o ¿qué opinan mis compañeros y amigos sobre mí?
Este mar de dudas sobre el que nos movemos a diario puede disminuir su intensidad. Según explican Mikael Krogerus y Roman Tschäppeler en su obra El pequeño libro de las grandes decisiones (Alienta) se pueden encontrar respuestas a estos dilemas tratando en primer lugar de conocernos a nosotros mismos y después a los demás.
Krogerus, periodista del diario suizo NZZ y Tschäppeler, experto en publicidad, han recopilado en una moleskine cincuenta modelos de toma de decisiones y modos de actuar para facilitarnos esta tarea.
Su objetivo es resolver con éxito las cuestiones más complejas, pero de una forma muy sencilla. El libro, convertido en un bestseller en toda Europa (lleva más de 100.000 ejemplares vendidos en Alemania y en España ya ha agotado la segunda edición) recopila las lecciones más representativas y estudiadas en las aulas universitarias y en las escuelas de negocios.
Muchas de ellas las conocerá, algunas sólo le sonarán y otras le resultarán desconocidas. Lo bueno es que, con el cómodo formato de una agenda, las podrá tener siempre a mano. Descritas de forma breve y acompañadas por un gráfico ilustrativo, encontrará la matriz de Eisenhower, el análisis DAFO, la Pirámde de Maslow, el principio de Pareto o el modelo Long-Tail.
A trabajar
Como dicen los autores, «este no es un libro de lectura, es un cuaderno de ejercicios, y puede copiar los modelos, rellenarlos, tacharlos, desarrollarlos y mejorarlos». Pero la cuestión es por qué necesitamos fórmulas de toma de decisiones. Krogerus y Tschäppeler defienden que «cuando nos enfrentamos ante algo que nos desconcierta, buscamos maneras de estructurarlo, de ver a través de él o al menos de tener una visión de conjunto. Los modelos nos ayudan a dejar a un lado lo superfluo para concentrarnos en lo importante».
Entre los que recoge el libro se encuentran:
– El modelo de las opiniones
Uno de los aspectos más delicados de las relaciones personales y, por tanto, también de la vida laboral es enfrentarse a los cumplidos y a las críticas. «A menudo los cumplidos nos vuelven demasiado displicentes, mientras que las críticas dañan nuestra autoestima y pueden llevarnos a elecciones poco sensatas», dicen los autores. Por eso es fundamental preguntarse qué se puede hacer con estos comentarios; en otras palabras, ver que puede dejarse tal y como está y qué debe cambiar. Porque no se trata solo de determinar lo que no ha funcionado, sino de decidir si hay que reaccionar y cómo.
– Modelo de rendimiento personal
Mucha gente está descontenta con su trabajo. A veces no hay una causa concreta pero el desánimo es cada vez más grande y repercute en nuestro rendimiento. La cuestión es cómo se puede medir la insatisfacción. Los autores recuerdan el modelo del rendimiento personal en el que durante tres semanas debe anotar las respuestas a las siguientes preguntas:
– Debo. ¿Hasta qué punto me imponen o me exigen mis tareas actuales?
– Puedo. ¿Hasta qué punto mis tareas se corresponden con mis aptitudes?
– Quiero. ¿Mi cometido actual se corresponde con lo que realmente quiero?
Sus resultados le dirán el rumbo que debe seguir.
– Modelo del trabajo en equipo de Drexler-Sibbet
La fórmula propuesta por los consultores Alan Drexler y David Sibbet recuerda que todos los grupos de trabajo pasan por tres fases en las que hay que preguntarse: ¿Por qué estoy aquí?, ¿cómo lo haremos? y ¿por qué continuar? «Aunque parecen obvias y triviales, la experiencia demuestra que todos pasan por cada una de ellas. Si nos saltamos una, más adelante habrá que retroceder». El líder debe seguir de cerca a todos los miembros del grupo y no debe temer despertar sentimientos negativos entre el equipo. «Un conflicto abierto es mejor que uno que se va alimentando. Ante él se puede actuar».
– Modelo de resolución de conflictos
Las diferencias de opinión y su forma más extrema, las disputas, son una constante en la oficina. Siempre deben tratarse para evitar el estancamiento y la recriminación. En principio, hay seis modelos de actuar: escapar, luchar, rendirse, eludir responsabilidades, alcanzar un acuerdo o llegar a un consenso. La elección de uno u otro dependerá de la situación concreta, pero conocer todas las opciones es siempre una ventaja.
Fuente: Expansión (10/01/2012)