El liderazgo transaccional frente al liderazgo transformacional

La eficacia en un buen líder radica en saber dirigirse a los miembros de su equipo en un tono de colaboración y motivación, haciéndoles sentir como personas e inspirándoles a trabajar en pro de un objetivo común.

Imaginemos el caso de un empleado que suele enfadarse y perder los estribos en las reuniones de trabajo. Con el objeto de que aprenda a controlarse a sí mismo, podríamos dirigirnos de dos maneras:.

“¿Quieres calmarte?, acabas de perder los papeles de nuevo y ya es la tercera vez que te ocurre en los últimos dos días. ¡Ya está bien!, ese comportamiento tiene que cambiar”.

“Perdona, ¿podemos hablar un momento?, he observado cómo perdías los estribos en la reunión, ¿eres consciente de ello? Se te da tan bien organizar estos encuentros, que si lograras cambiar ese comportamiento, serías mucho más competente, ¿puedo hacer algo para ayudarte?”.

En el primer ejemplo, se está provocando a esa persona, mediante un tono de advertencia o amenaza. En el segundo, se está dando un toque de atención. El contenido es similar, pero el mensaje y el tono son muy diferentes. En la mayoría de circunstancias y con la mayoría de gente, resulta mucho más eficaz lo último.

Si eres una persona directa que te dejas llevar fácilmente por las emociones, es posible que caigas en el recurso barato de lanzar advertencias a los demás. Y puede que, al mismo tiempo, experimentes una especie de liberación emocional; claro, sientes el orgullo de haberte percatado de una situación reprobable y, además, te has decidido a poner solución, enfadándote y colocándote en tu nivel de superioridad de manera justificada.

Esa provocación, seas consciente o no, desprestigia a esa persona y hace que recaiga sobre ella toda la carga de tener que cambiar su comportamiento.

En cambio, cuando te acercas a alguien en un tono de colaboración, con la intención de que no caiga tan bajo, recordándole sus fortalezas y talento individual, estás motivándole a cambiar, te estás comportando como un líder instructivo y, por consiguiente, tu actitud será mucho más eficaz.

Es la diferencia clave entre el liderazgo transaccional, basado en la recompensa y el castigo, y el liderazgo transformacional, que trata de provocar cambios basándose en la motivación, la reflexión y la capacitación de los empleados para tomar decisiones. Es una cuestión de mentalidad, y el resultado es un fomento de la creatividad y del sentido de la ética, y un mayor compromiso a largo plazo.

Por supuesto, hay situaciones que requieren mano dura. Ante comportamientos sexistas o ante temas que rozan la ilegalidad, ahí, no valen los toques suaves.

Pero como líderes, tenemos la obligación de hacer que los miembros del equipo progresen y crezcan como personas, no de abatirlos. Solo así lograremos mayores niveles de eficiencia. Según Gallup, solamente el 13% de los empleados de todo el mundo se sienten comprometidos con su trabajo. Nos podemos hacer una idea de lo que supondría una tasa de compromiso del 90% en términos de productividad, satisfacción y volumen de negocio. Pero para ello, debemos comportarnos en consecuencia.

Este artículo es una adaptación del texto original publicado por Jeff Giesea en Harvard Business Review

Fuente: Cinco Días (28/10/2014)