La crisis, compartida, es menos crisis La recesión, las redes sociales e internet impulsan la denominada economía colaborativa, en la que los usuarios intercambian artículos, casa o asiento de coche

Reinventar el sistema y avanzar (o retroceder en el tiempo) hacia la economía colaborativa, en la que compartir los recursos disponibles permite ahorrar o incrementar los ingresos a final de mes. 

La era de la comunicación digital también propicia el intercambio. Las redes sociales, portales de internet y aplicaciones de móviles ayudan a poner en contacto a diferentes usuarios que interactúan para compartir servicios y prestar o vender objetos. Como ejemplo, encontramos a quien alquila las habitaciones libres de casa a turistas, organiza trayectos colectivos en su propio coche o en taxi y/o adquiere ropa de segunda mano en la web. 

En la actualidad, el consumo colaborativo ha crecido impulsado por la crisis económica, pero aún así su impacto no llega al 1%, según explica el profesor de Dirección de Marketing de ESADE, Gerard Costa. Sin embargo, a nivel personal, «el ahorro puede ser muy significativo siempre y cuando exista una adecuación a este estilo de vida y se renuncie al valor de la propiedad de los objetos», puntualiza Costa. 

En esta línea, hay quien ahorra a través de plataformas de internet dedicadas al turismo. Un ejemplo de ellas son las exitosas Airbnb o la comunidad Couchsurfing, páginas dedicadas a ofrecer casas o habitaciones en ciudades de todo el mundo a un precio más asequible que en hoteles. Con esta forma de viajar ambas partes obtienen ventajas: viajeros e inquilinos. Además, tal y como «venden» ambas marcas, se realiza un turismo diferente por la posibilidad de conocer a gente autóctona y mezclarse en la cultura de cada país. 

Como explica el responsable de Airbnb en España, Jeroen Merchiers, el acceso a este servicio «permite a los anfitriones sacar un dinero extra del espacio o propiedades que no utilizan, como la casa de la playa o la habitación de los hijos que ya se han emancipado, y ayudar así a hacer frente al pago de una hipoteca u otros gastos cotidianos». Por otro lado, se puede utilizar el espacio de una casa «para conocer a gente de todo el mundo», añade Merchiers. 

Otros se decantan por compartir coche. Una medida que además permite racionalizar recursos y cuidar el medio ambiente. Son varias las páginas que se dedican a poner en contacto a los usuarios: Blablacar, Carpooling, Buzzcar… Este modo de viajar tiene un valor añadido. «Por encima del coste y la seguridad, el beneficio es poder hablar con alguien en el trayecto diario», afirma Costa. 

También han surgido aplicaciones móviles como Join up taxi para encontrar a varias personas interesadas en salir desde el mismo punto para ir a un destino común y así dividir la factura. El interesado puede proponer el punto de salida o unirse a un viaje ya lanzado por otra persona. 

El mercado de segunda mano vive a su vez un periodo de auge. Páginas ya «veteranas» al estilo de eBay o Segundamano y más nuevas como yanomelopongo.com registran más entradas que nunca. Para bebés, triunfan plataformas como Segunda manita o El Cochecito Lere. Y para deshacerte de lo que ya no quieres y recuperar parte de la inversión: llaas tiendas deCash Converters. 

¿Desaparecerá esta moda algo «hippie» con la recuperación económica? El profesor Gerard Costa cree que «algo quedará». En su opinión, ya no hablamos solo de ideología o de menor precio, sino de «un servicio de compartir coche por ejemplo que liga con valores culturales, medioambientales, pero además es un excelente servicio»

Fuente: ABC (18/06/2013)