En los negocios, ¿pares o nones?

Tener una buena idea es la semilla para sembrar un buen negocio. Pero, ¿qué sucede con los socios? ¿Son dos multitud? El número no importa tanto como el poder de un accionista mayoritario. Y, si es la primera vez que es empresario, no tema de sus habilidades para la supervivencia. A veces la seguridad que se puede obtener de un socio puede llevar a la ruina un negocio muy rentable.

Compartir la aventura y el riesgo que supone poner en marcha un negocio es la excusa que lleva a muchos emprendedores a buscar un socio, una persona con la que compartir las penas y calamidades del inicio y los éxitos futuros. Sin embargo, esta decisión que no es más que fruto del miedo y la inseguridad inicial, a medio plazo se puede convertir en un riesgo que pone en peligro la viabilidad empresarial. Fernando Trías de Bes, en El libro negro del emprendedor, lo tiene claro: En los negocios antes sólo que bien acompañado. “Todo lo que, desde un punto de vista psicológico, un socio pueda aportarle, lo obtendrá hablando con otros emprendedores o con sus propios colaboradores, si se trata de problemas del día a día”, afirma.

Primeros pasos

Para Lucía de Zavala, directora de la Fundación Junior Achievement, no existe una regla de oro que confirme que es mejor ir sólo o acompañado en la aventura de crear una empresa. Sí que asegura que contar con un accionista mayoritario es determinante: “De esta manera se pueden evitar conflictos en la falta de consenso”. No obstante, reconoce que a medida que la empresa entra en su edad madura, conviene contar con una pluralidad. Javier Cantera, presidente de Grupo BLC, afirma que las triadas son muy inestables en el periodo inicial, porque puede existir una alianza entre dos, “sólo es aconsejable si existe un socio mayoritario”.

José Manuel Casado, presidente de 2C, es tajante: Al inicio es clave que uno de los responsables tenga una capacidad de financiación mayoritaria. “Hay que tomar muchas decisiones y la opinión de otra persona en igualdad económica puede crear un problema de concordancia. Lo ideal es planificar con otro socio y luego, según funcione el negocio, dar una participación”. Casado asegura que al margen de su participación accionarial, la confianza entre los profesionales es definitiva.

Las triadas son muy inestables en el periodo inicial, porque puede existir una alianza entre dos, “sólo es aconsejable si existe un socio mayoritario”Miguel Ángel Oroquieta, subdirector de Tormo & Asociados, coincide en que hay que diferenciar el accionariado de la gestión. “En el caso de las franquicias, en su mayoría pequeños negocios, es preferible que sean nones, tiene que haber alguien que tome la decisión. La paridad lo complica todo, en ese caso uno de los dos tiene que ser mayoría”. Sí que recomienda la incorporación de más socios para garantizar la continuidad de la empresa.

La madurez

Pasados los momentos iniciales, contar con la opinión de otros socios o colaboradores es esencial para el crecimiento. De Zavala añade que “un número impar puede favorecer una opinión alternativa interesante. En las organizaciones más consolidadas es recomendable buscar la pluralidad aunque exista un líder”. Sin embargo, reconoce que en el caso de organizaciones en las que existe paridad accionarial entre los socios es clave un buen entendimiento: “Si se trata de dos perfiles complementarios, es más probable que la empresa funcione”. Cantera señala que, en estos casos, es fundamental que el capital responda a la experiencia y las ideas que han originado la empresa, “a medio plazo, los capitales al 50% son muy dañinos en la toma de decisiones”. Como De Zavala, apuesta por las dualidades que se complementen porque “la diversidad es un elemento básico en los equipos de alto rendimiento”.

Y en el día a día, el número y la propiedad no importan tanto como la gestión. Casado recuerda que conviene no confundir la propiedad con el management, “es necesaria una estructura jerárquica que dote de orden a la empresa”. Algo con lo que está de acuerdo Juan José Güemes, presidente del Centro Internacional de Gestión Emprendedora de IE Business School: “En cualquier organización tiene que existir cierto orden y una distribución de competencias y responsabilidades coherentes. Algunas empresas comienzan siendo unipersonales y luego incorporan a varios socios. En todo caso es determinante que exista un entendimiento entre los socios, que estén bien avenidos y compartan las expectativas empresariales. Al margen de los avatares financieros tienen que complementarse entre sí”.

No obstante, Güemes apunta que a medida que la empresa crece es recomendable prever el hecho de que alguien pueda imponer su mayoría en las participaciones. “Hay que anticiparse y llegar al consenso antes de que esta situación, por otra parte poco habitual, se produzca”, señala.

Fuente: Expansión (09/03/2011)