Empresas por arte de magia

Para solucionar los problemas que surgen en el día a día en las organizaciones pueden ser eficaces algunos trucos que mejoren la gestión de equipos, las técnicas de venta o las habilidades directivas. No hay nada imposible, sólo resulta más complicado.

Qué tienen que ver un mago y un directivo? Lo cierto es que mucho más de lo que parece a primera vista. El mundo de la empresa y un espectáculo de magia existen por y para el público. Jorge Blass, ilusionista y comunicador, y Fernando Botella, profesor y consultor, tienen muy claro esta conexión y han recogido en su libro, La fuerza de la ilusión (Alienta), el decálogo de principios de un mago en el que dan las pautas para alcanzar el éxito y la excelencia en todos los ámbitos.

La base de su mensaje radica en la importancia y la fuerza de la ilusión, que para Jorge Blass “es una energía vital que nos impulsa a fijarnos metas y a actuar para conseguirlas. Es el fundamento de nuestro crecimiento y desarrollo, pero también es la pieza clave que nos hace buscar nuevas oportunidades y mejores resultados”. Por eso, Fernando Botella considera que “la labor de un líder es generar esa energía y entusiasmo en su equipo. Y eso se logra liderando desde la conversación y la escucha. Siendo un ejemplo, cumpliendo las promesas, compartiendo, interesándose por ellos, sorprendiéndoles y haciéndoles sentir únicos y especiales, porque un equipo que confía en su líder le otorga su compromiso y entrega”. Estos son algunos de los trucos que proponen:

· No reveles tu secreto. Lo importante de una actuación de magia no es la técnica que emplea, sino en el efecto o recuerdo que causa en el público, porque como Botella comenta “el verdadero secreto radica en la capacidad de generar ilusión y experiencias únicas en tu público, ya sea interno (empleados) o externo (clientes). Para lograrlo, el mago o empresario debe ser un experto manipulador de la atención”.

· Practica hasta alcanzar la excelencia. Las prisas y la improvisación nunca son buenas. Si queremos conseguir un resultado excelente debemos practicar hasta que se convierta en un hábito. “La cultura del esfuerzo y de la perseverancia parece desterrada de la mente de muchos profesionales y firmas, que viven bajo el yugo de las prisas y de los resultados inmediatos. Pero la consecución de los objetivos requiere siempre esfuerzo, dedicación y tiempo para reaccionar cuando los resultados tardan en llegar o cuando lo que llega no es lo esperado”, comenta Botella.

· Reinvéntate. David Copperfield es conocido mundialmente por sus trucos en los que hacía desaparecer un Ferrari, un avión y hasta la Estatua de la Libertad. Su impacto mediático era grandísimo, porque siempre ideaba algo nuevo que sorprendiera al público. Ése debe ser uno de nuestros objetivos: captar la atención, ya que el mayor de los peligros es la indiferencia. Se compite por una cuota de atención y, por eso, no podemos permanecer quietos. “No hay mejor forma de morir de éxito que no hacer nada nuevo, repitiéndonos”, recuerdan Botella y Blass.

· Adáptate al público. Igual que un mago observa al público que llena la sala y dependiendo de cómo sea hace un número u otro, un empresario debe escuchar y conocer los gustos y necesidades de sus empleados y sus clientes. Marcas como Nike o Nespresso ya ofrecen a sus clientes la posibilidad de participar activamente en el proceso de creación del producto. La clave está en ser capaz de crear una relación especial con ellos, atraerlos y fidelizarlos.

· Cuida a tu público. El núcleo es siempre el cliente. Por eso una de las herramientas más importantes es la comunicación y, sobre todo, saber escuchar y mantener el contacto visual y emocional. Una de las habilidades que caracterizan al mago es dominar el arte de la persuasión, que significa estimular al consumidor, pero sin que pierda el poder de decisión.

· Busca efectos extaordinarios. Lo previsible no funciona, ni en la magia ni en el mercado. Hay que buscar algo que impacte en nuestros clientes o en nuestros empleados, que les motive a seguir y a trabajar con nosotros. Ellos son el mejor canal de publicidad, porque cuando recomiendan una compañía o un producto es probable que aporten cualidades extras y que lo idealicen al comentárselo a terceros.

· Convierte los errores en éxitos. Harry Houdini, el gran escapista, es un ejemplo de cómo convertir un fallo en un rotundo éxito. La realidad es que no estamos preparados para gestionar y afrontar un error porque nadie nos enseñó. Jorge Blass dice que “el fallo no es más que una alerta que nos advierte de la necesidad de hacer un cambio de sentido. No podemos evitarlos, pero sí entrenarnos para reaccionar ante ellos”.

· Trabaja en equipo. Somos interdependientes y, por tanto, el sentimiento de participación y de aportación es una pieza crucial del compromiso. En las empresas la creación de equipos diversos e implicados en la línea de trabajo favorece la consecución de objetivos.

· Cree en tu magia, porque no hay nada imposible. “Nuestro trabajo consiste en convertir lo imposible en realidad, así que la palabra imposible no existe para nosotros. Sin embargo, en el mundo empresarial, más aún en entornos como los actuales, aparece más de lo que convendría”, dice Blass. Sin embargo, no hay que confundir este término con difícil. La palabra imposible es limitadora y paralizante, mientras que difícil nos lleva a ser tenaces y a buscar oportunidades. “Sólo necesitamos una razón para empezar a actuar y ésta nace de la actitud, de creer en un objetivo. Creer es crear. Sólo cuando crees en algo empiezas a hacerlo realidad”, señala Botella.

Fuente: Expansión (28/03/2011)