Edouard D’Arbaumont: «En España se trabaja más, pero la eficacia es menor»
Edouard D’Arbaumont ha gestionado equipos en cuatro países de tres continentes distintos. El ejecutivo señala las diferencias que existen en cada uno de ellos.
A sus sólo 34 años, Edouard D’Arbaumont ya sabe lo que es gestionar equipos en cuatro países de tres continentes distintos y tener que lidiar con sus diferencias. «Cada país tiene una cultura y un entorno propios y lo que me gustan son los retos y desafíos que suponen las maneras de vivir de cada uno de ellos», destaca el director general de la firma relojera IWC en España y Portugal, quien admite que, aunque es y se siente muy francés, también le gusta vivir fuera de su país natal.
De hecho, en Estados Unidos, primer territorio en el que recaló tras acabar sus estudios, asegura que «trabajas en tu horario y luego no compartes nada más con tus compañeros». Y añade: «Lo mejor es que es un país muy abierto a todo lo que procede de Europa, pero aunque a veces podamos pensar que se trata de una cultura cercana, no lo es».
Esas razones, sumadas a cuestiones familiares y a las ganas de incorporarse al grupo Richemont –al que pertenece IWC– fueron los motivos que llevaron a D’Arbaumont a abandonar Estados Unidos e irse a Hong Kong donde se topó con otro tipo de diferencias y dificultades. «Asia es un continente complicado para entenderse, no sólo por el idioma, sino por su manera de comportarse. Y aunque tengan y muestren mucho respeto por la experiencia de los europeos, lo cierto es que la gente en Hong Kong es muy lejana».
Misión
Quizá buscando esa cercanía y, tras regresar a Francia un tiempo, hace 15 meses D’Arbaumont aterrizó en España, sin hablar ni una sola palabra de nuestro idioma, un problema menor que ha solucionado muy rápidamente. Su misión en nuestro país ha sido la de reestructurar el mercado –nuestro país es el quinto mercado más importante del mundo para la firma relojera– y la apertura de una boutique IWC en El Corte Inglés de Castellana. El directivo reconoce la importancia que las relaciones humanas tienen en nuestro país a la hora de trabajar. «Aquí hay que estar más cerca de la gente. La cercanía y la amistad es algo muy importante en el negocio», asegura. Además, se muestra orgulloso de su equipo, «con el que comparto mucho tiempo, al final somos algo más que compañeros», su forma de trabajar poco tiene que ver con una estructura jerárquica, algo muy típico en Francia «donde las estructuras son muy complicadas, ya que existen niveles, normas… que lo ralentizan todo».
Por el contrario, D’Arbaumont prefiere trabajar de la mano con todos sus miembros y que cada uno aporte sus ideas. «De esta forma, se logra un mejor ambiente, todo el mundo se siente mucho más comprometido y el proyecto crece en la misma dirección».
Y aunque reconoce que se siente muy a gusto viviendo en Madrid, también admite que lo que peor lleva de nuestro país «son los horarios tan amplios para la comida» que provocan largas jornadas laborales. «Es algo impensable en otros países, donde quedarse hasta más tarde de las cinco o las seis de la tarde en la oficina implica que el trabajador no ha gestionado bien su tiempo y no podido terminar su trabajo. A pesar de que aquí se trabaja más que en Francia o Estados Unidos, el objetivo de eficacia no es el mismo».
Precisamente ese aspecto es algo que ha intentado cambiar en este tiempo. «Ahora salimos más temprano de la oficina. A las siete de la tarde ya no queda nadie allí trabajando. Es algo primordial para poder conjugar trabajo y familia». A pesar de este avance, este directivo, apasionado del deporte y especialmente del triatlón, sigue opinando que «hay demasiadas comidas y cenas de trabajo».
Fuente: Expansión (23/03/2012)