Creación de autoempleo en Granada

Tenemos que reconocer que una característica muy española es la autocrítica. «Es buena si queremos mejorar. Pero es también mala porque nos minusvaloramos constantemente. Y tenemos datos objetivos para ser optimistas. Desde 1986, cuando España entró en la Unión Europea, ha pasado de ser un país en vías de desarrollo a una de las grandes economías. Ha crecido más del doble en renta que la media europea. Cuando seamos capaces de trasladar un clima emprendedor a la sociedad, esto va a ser la revolución económica». Así de optimista se muestra Arturo Azcorra, director general del CDTI (Centro para el Desarrollo Tecnológico Industrial).

Recientemente, diversos expertos, empresarios y directivos han vuelto a reflexionar sobre la necesidad de fomentar el tejido empresarial en España si se quiere recortar el 20% de paro actual, según la encuesta de población activa. Sería una revolución económica, según palabras de Azcorra. Pero ¿la sociedad española está preparada para un cambio donde prime la iniciativa del empresariado más que buscar un trabajo por cuenta ajena?

María Benjumea, consejera delegada de Infoempleo, explica su propio caso como ejemplo de que el cambio es posible. Recién titulada de la universidad preparó unas oposiciones. Ella quería ser funcionaria. «Ni me planteé la opción de ser empresaria», cuenta. «Lo que se debe de hacer es desmontar los tópicos como primer paso. Siempre se puede emprender. Lo único que hay que hacer es planteárselo. La edad tampoco es un inconveniente, cualquier época es buena para empezar un proyecto. Y el tópico de la financiación hay que olvidarlo. No debe ser una traba. Ninguna gran idea se queda sin inversión», asegura.

De hecho, Internet podría acabar con el paro actual de los universitarios mejor formados en cinco años, cree Carpintier: «Ellos sí viven en la economía del siglo XXI. Son usuarios avanzados de tecnologías y aprenden rápido. Desde casa les será más cómodo y fácil ganarse un sueldo que estar echando currículos para que les paguen 800 euros en una multinacional. Se abre un espacio para empresas pequeñitas que trabajen para otras, por ejemplo en las redes sociales. Este mercado va a explotar».

El problema que señalan todos los expertos es la falta de cultura empresarial en el país y en los diferentes ámbitos educativos. «Se debería enseñar emprendimiento desde la escuela», afirma Benjumea. «Los ejemplos a seguir entre los jóvenes son los futbolistas, no hay ningún empresario, como sucede en EEUU», ejemplifica Francesc Fajula, director general de la Fundación Banesto y portavoz de la iniciativa Banespyme Orange de emprendedores.

La parte cultural consiste, por ejemplo, en «el miedo al fracaso que existe en España», señala la directora de Infoempleo. «En EEUU se valora precisamente que hayas fracasado en anteriores iniciativas. Es un valor para los inversores», explica Lorenzo Amor, presidente de la Federación Nacional de Trabajadores Autónomos (ATA). Esta asociación ha sido muy reivindicativa frente al Gobierno para que apoye medidas que fomenten el autoempleo, como una mayor protección social para los autónomos (que los equipare a los trabajadores por cuenta ajena). Pero su dirigente cree que lo primero de todo es prestigiar la figura del empresario: «Que se explique su figura empezando en la educación. No puede ser que en algunos textos de Educación para la Ciudadanía se demonice al empresario».

Lorenzo Amor tiene todo un listado de lo que beneficiaría el emprendimiento: menos trabas administrativas para crear empresas, un sistema fiscal que acompañe al emprendedor en los primeros años, así como una tutorización y formación para las pequeñas iniciativas no solo al principio, sino hasta que se consoliden. A las Administraciones públicas también les reclama más avales, microcréditos y capital semilla (para etapas iniciales).

«En España ahora mismo hay una proliferación de ayudas. Desde las europeas, las estatales y las autonómicas», asegura el director del CDTI. «Además, existe un marco fiscal muy favorable. Lo que yo aconsejaría a los emprendedores es que se ayuden de consultoras que conocen bien todas las ayudas públicas porque hacen un buen trabajo y nos consta que con mucho éxito». Sí reconoce, sin embargo, que el capital semilla no está muy desarrollado en España.

El Ministerio de Ciencia e Innovación ha dado forma, precisamente para intentar paliar en parte esta deficiencia, a una iniciativa de financiación que llevaba tiempo elaborando. Impulsa un fondo de capital riesgo de 300 millones de euros, junto al Instituto de Crédito Oficial (ICO), que pretende arrastrar a inversores privados para que, al menos, igualen las inversiones públicas en proyectos conjuntos.

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