«Castrar la creatividad es parte del sistema»

¿Por qué los alumnos más inteligentes rara vez desarrollan su potencial? ¿Por qué los jóvenes más brillantes acaban frustrados en el colegio? ¿Por qué los niños que demuestran su talento desde pequeñas acaban condenados al ostracismo y la marginalidad? Éstas son algunas de las preguntas que durante muchos años se hizo nuestro protagonista de hoy, Franco Soldi, que un día decidió revolucionar el modelo educativo en España y conseguir que los jóvenes pudiesen realizarse a sí mismos y ser felices.

“Desde pequeños, el sistema educa a los niños para que sean mediocres. En cuanto alguno destaca, le castigan y neutralizan su creatividad. Muchos de estos niños acaban mediocrizados. No hacen lo que quieren, sino lo que les dicen sus padres; no estudian lo que quieren, sino que se van a carreras con muchas salidas profesionales pero que les aburren terriblemente; no trabajan haciendo lo que verdaderamente les gusta, sino que acaban optando a ser funcionarios. Y todo porque han sido absorbidos por un sistema mediocre. Al final estos niños acaban frustrados”.

Por ello, un día Franco se planteó, sin ninguna intención comercial, crear un pequeño campamento en el que a aglutinar a jóvenes adolescentes de lo más variopintos (desde un inmigrante que vino a España en patera hasta un niño ‘bien’ londinense). La experiencia no pudo ser mejor.

“Para la mayoría de ellos estar en el campamento era un castigo, y acabó siendo un regalo”, cuenta Franco. “Aprendieron de una forma distinta. Partíamos del entretenimiento, pero les enseñamos a que desarrollasen sus instintos y a que encontrasen qué es lo que mejor se les da y qué es lo que les hace felices”.

Y partiendo de estos inicios comenzó de forma oficial YPD Institute, un instituto madrileño que intenta enseñar a los jóvenes desde el entretenimiento buscando que cada cual desarrolle su talento y su creatividad. Repartido entre las horas extraescolares, YPD enseña a los alumnos a descubrir todo su potencial a través del desarrollo de nuevas habilidades que, por lo general, ocupan un escaso o nulo espacio en los sistemas educativos tradicionales. La columna vertebral de YPD se basa en cuatro parámetros:

1.-Energía. “El cuerpo no es simplemente un sistema de transporte del cerebro. Lo importante no son sólo los conocimientos, sino las habilidades que podemos desarrollar con ellos y la forma de canalizarlos”, asegura Franco. Por ello, actividades como el baile, el kick boxing o el ritmo no son gratuitas, sino que forman parte del todo que ayuda a los alumnos a conocer y desarrollar su potencial.

2.-Comunicación. “Es la llave que abre todas las puertas. Saber cosas es importante, pero no sirve de nada si no las sabes comunicar. El principal problema de la mayoría de jóvenes es que no saben comunicarse. No hay más que ir a un aula para comprobar que muchos no saben hacer un discurso”. Para evitar estas complicaciones, los alumnos de YPD se sientan en un plató de TV a hacer piezas de 90 segundos. El guión casi brilla por su ausencia: lo importante es saber transmitir.

3.-Creatividad e innovación. “Los colegios obligan a los niños a ser mediocres. Al que se sale de la regla y destaca sobre los demás, lo castigan. ‘Castrar’ la creatividad es parte del sistema”, asegura Franco. “El sistema educativo castiga todo lo que considere un error. Y muchas veces sobresalir, estar por encima de los demás, es un error. Los colegios están llenos de niños que destacan en dibujo, en música o en lo que sea, y que son castigados por sus profesores simplemente porque no se quedan donde el resto de sus compañeros, sino que van más allá”.

En este sentido, Franco encuentra paralelismos con el mundo empresarial: “Cuando eres un niño, el sistema castiga que te equivoques, como la vida misma. Hay países, como Estados Unidos, en que lo importante no es que tu empresa tenga éxito o no, sino el mero hecho de emprender. Si fracasas, todos te animan a emprender de nuevo. Aquí el error se castiga”.

4.-Liderazgo. “Si muestras tu capacidad intelectual, se te machaca”, reconoce. “Si en el colegio sobresales, eres el empollón y el marginal. Y los profesores contribuyen a ello. Hay muchos niños que tienen muchísimo talento, pero acaban siendo como los demás por el miedo al rechazo”.

“Mentes apáticas y aborregadas”

Con estas cuatro habilidades, Franco y su equipo pretenden acabar de una vez por todas con el stablishment educativo actual y con el decrecimiento anímico de los jóvenes: “Cuando eres joven puedes comerte el mundo, pero muchas veces tienes una energía tremenda que no sabes hacia dónde dirigirla, porque el sistema te ha secado. El resultado es la frustración: acabamos convirtiendo a los adolescentes en mentes apáticas y aborregadas, cuando lo único que deberíamos buscar es que los jóvenes se realicen y sean felices”.

“Esto es espectacular, pero es imposible”

Franco recuerda las múltiples respuestas que obtuvo cuando presentó el proyecto a padres y a entidades que pudiesen patrocinar el instituto YPD: “A todos les encantaba a priori, pero sólo a priori. Les maravillaba la idea, les parecía fantástica, pero ninguno creía que pudiese llevarse a cabo. ‘Esto es espectacular, pero es imposible’, nos decían”. Sin embargo, poco a poco, YPD se está abriendo un camino más importante y cada vez son más los padres que están llevando a sus hijos de entre 15-17 años a un centro en el que lo importante es potenciar y desarrollar habilidades que la mayoría de jóvenes tienen neutralizadas.

Además, YPD se está convirtiendo en un negocio: “No somos una ONG, precisamente porque queremos demostrar que esto es exitoso. Estamos demostrando que YPD activa a los jóvenes, les impulsa a tirar por el camino que más les gusta. Para la mayoría de jóvenes, la educación es una obligación. Queremos fomentar las ganas del educando por ser educado. Y lo estamos consiguiendo. Queremos hacer reflexionar al sistema y renovar el sistema educativo”.

Fuente: Cotizalia (18/02/2011)