28 expertos cuentan cómo será España en 15 años. Y dicen que tiene buena pinta

Por alguna razón, bastante fácil de adivinar, las previsiones sobre lo que espera a nuestra sociedad a corto plazo suelen ser muy negativas. El elevado deterioro institucional, la desconfianza respecto de los principales actores sociales, la falta de esperanza en que problemas como el empleo se arreglen pronto y los habituales avisos acerca de los cambios que nos esperan hace que percibamos los próximos años con temor. Y cuando hablamos del medio o largo plazo, todavía es peor, acumulándose los informes que nos previenen de catástrofes de toda clase. Dentro de 15 años, (LID editorial) en el que 28 expertos echan un vistazo al futuro, rompe esa tendencia y ofrece una mirada mucho más esperanzadora.

Frente a las habituales (y en principio más realistas) lecturas de tiempos venideros que aventuran cambios negativos en lo laboral y en el nivel de vida, los expertos coordinados por el asesor estratégico Francisco Abad, piensan que todo va a transformarse, pero para bien. Los problemas que nos preocupan tienen soluciones felices, a menudo instigadas por la tecnología, que permitirán una participación política mucho más activa y frecuente, la reactualización y el abaratamiento de los bienes gracias a las impresoras 3D, el auge del consumo colaborativo, una nueva gestión del conocimiento, la difusión en abierto de los saberes y, sobre todo, el recentramiento en la persona.

España, 2030

Un horizonte posible que no sólo entusiasma a algunos de los autores del libro sino que, asegura Abad, también es compartido por los más de mil integrantes del Foro Empresa y Sociedad, que contestaron, en respuesta a la interpelación de los autores de Dentro de 15 años, que las tres tendencias más probables en 2030 serán que “La ciudadanía reaccionará para erradicar las actuaciones políticas, económicas y sociales que ahora nos indignan”, que “Seremos más activos en iniciativas que permitan construir un futuro mejor” y que “El envejecimiento de la edad media de la población en más de 10 años transformará la sociedad”.

En ese contexto también surgirán problemas, pero podrán ser solucionados de formas innovadoras. Las principales transformaciones las viviremos en tres áreas:

Trabajo

Ni siquiera algunos de los cambios que parecen radicalmente negativos acabarán siéndolo. En el ámbito laboral, lugar primero en el que han sonado las voces de alarma por la posible desaparición del 47% de los puestos de trabajo a causa de la tecnología, tenemos la suerte de que aparecerán nuevas formas de empleo, en gran medida, porque, asegura Abad, «el trabajo será mucho más colaborativo, se desarrollará más en equipo, y seremos más conscientes de lo común. Trabajaremos menos tiempo, sólo las dos terceras partes de lo que hacemos ahora, pero no estaremos desocupados, porque dedicaremos parte del día a actividades no remuneradas que nos interesan”.

Como viviremos más y mejor, probablemente hasta los 120 años, vamos a necesitar servicios universales a precios asequibles

Se profundizará, además, en tendencias ya presentes. Así, “ya no vamos a estar en el mismo trabajo toda la vida y tendremos que reinventarnos. Nos convertiremos en emprendedores que ofreceremos nuestras ideas y nuestros servicios a las grandes empresas, que serán pocas y más globales aún”. Aun cuando ese contexto parezca expulsar fuera del mercado a las pymes que se basan en vender bienes o prestar servicios en pequeños entornos, y favorecer a las que desarrollen su tarea en territorios mucho más amplios, Abad cree que “también habrá espacio, aunque menor, para quienes emprendan en el ámbito local”.

El gran error sobre el empleo, apunta Marcelino Elosúa, uno de los expertos consultados y director de LID, aparece cuando adoptamos esa perspectiva tan «habitual en los economistas de izquierda», según la cual el trabajo va a ser limitado y va a haber que repartirlo. «Eso es garrafal, porque seguirá habiendo quienes hagan cada vez mejores tartas y otros que, en lugar de mejorar, traten de repartir la tarta para pillar un trozo. Cuando se inventaron los tractores se pensó que habría muchas personas que no tendrían empleo, pero lo que no se previó es que esa sociedad agrícola no es la que vino después. La gente encontró trabajo en otros sectores y surgieron nuevos empleos. Y lo mismo nos pasará a nosotros”.

Envejecimiento

Valores como la seguridad, el respeto, la armonía con la naturaleza o la ampliación de la conciencia serán centrales

El gran cambio llegará con el aumento de la población, que estará ligado a una mayor esperanza de vida. Eso producirá muchos problemas relacionados con la atención a personas de edad, por lo que, asegura Abad, se harán necesarias nuevas soluciones. “El número de personas mayores va a aumentar espectacularmente, lo que hará que el sistema de pensiones necesite una solución para no quebrar. Salvado ese problema, como viviremos más y mejor, probablemente hasta los 120 años, vamos a necesitar servicios universales a precios asequibles, como la teleasistencia o la telemedicina porque, al ser muchos, el sistema de bienestar no va a poder cubrirlo y menos con las fórmulas tradicionales”. En otro sentido, también provocará que aparezcan nuevas formas de convivencia. “También nos reinventaremos en lo colectivo. Por ejemplo, veremos comunidades de mayores que habrán contratado servicios comunes”.

Bienestar

Nos centraremos más en el ser humano, aseguran los autores, pero de otra manera. Valores como la seguridad, el respeto, la armonía con la naturaleza, la ampliación de la conciencia o vivir mejor con menos serán centrales en la próxima década. Uno de los artículos incluidos en el libro, Una sociedad espiritual, de Emma Martínez Ocaña, describe este recorrido hacia un mayor bienestar emocional y una mejor comprensión de uno mismo en diferentes áreas.

Las nuevas formas de sociabilidad provocarán, asegura Abad, cambios en la estructura de la personalidad: “hasta ahora hemos sido modelos de personas que teníamos las raíces dentro; a lo mejor ahora debemos tener más hojas hacia fuera”.

Frente a las posturas catastrofistas que auguran un futuro negro, Abad aboga por ser positivos. “Hay que ser optimistas. No nos quejemos, que no estamos tan mal, y la mejor prueba es que muy pocos se quieren ir de aquí. Por mal que estemos, nadie quiere hacer la maleta”.

Fuente: El Confidencial (27/05/2014)