¿Por qué los bancos contratan a neurólogos?

Los expertos en neurología social entran en las empresas para hablar a sus empleados de la implicación de esta ciencia en los negocios y de cómo influye en la motivación, los prejuicios y la cooperación.

Cada día David Amodio observa de manera continuada prejuicios: no insultos ni menosprecios físicos, sino imágenes en ordenadores en las que se refleja el comportamiento cerebral de personas a las que se les muestran fotos de individuos que no conocen de otros grupos raciales. Amodio es profesor de la Universidad de Nueva York y un pionero en el campo de la neurología social, un campo que explora las reacciones neuronales que influyen en conductas como la motivación, los prejuicios y la cooperación. «Esta ciencia nos dice lo que pueden hacer los seres humanos y cuáles son sus limitaciones», dice.

Hay expertos en dirección de empresas que creen que la neurología social es útil para los negocios. Bancos, compañías de tecnología de la información y otras empresas han contratado a expertos para que hablen a sus empleados de las implicaciones de esta ciencia para el mundo laboral.

En un experimento realizado por Amodio, voluntarios llevaron sensores en la cabeza para analizar su reacción ante otras personas. Los que tenían pocos prejuicios mostraban una mayor actividad eléctrica en zonas del cerebro relacionadas con el autocontrol, lo que indica que hacían un gran esfuerzo para responder imparcialmente.

Aunque de forma instintiva no confiamos en las personas diferentes, la neocorteza cerebral tiene mecanismos para regular nuestro comportamiento. Estos experimentos pueden ser útiles para las empresas. Dado que los prejuicios son innatos, hacer que los jefes los detecten en sus empleados puede ser más eficaz que repetirles constantemente que no tengan prejuicios.

Esta táctica podría haber ayudado a Zillah Byng-Maddick, directora financiera de Future Publishing, quien entrevistó a una persona muy cualificada pero obesa para un puesto, y no pudo evitar la idea de que las personas con sobrepeso son vagas. Amodio dice que «intentar suprimir un prejuicio es siempre contraproducente porque aún piensas más en él».

Matthew Lieberman, profesor de la Universidad de California en Los Ángeles, señala que al cerebro le afecta más un daño social (como una exclusión o una injusticia) que un daño físico. Pero muchas empresas no prestan atención a esto. Contratan directivos que carecen de don de gentes y creen que el dinero motivará a los empleados mucho más que recompensas sociales como alabanzas, que según Lieberman son más gratificantes para el cerebro.

Pero no todos los expertos tienen la misma fe en la utilidad de la neurología social para las empresas. En primer lugar dicen que la mayoría de regiones cerebrales realizan múltiples funciones, por lo que es difícil interpretar la actividad cerebral. Por otra parte, dicen que esta ciencia tiene límites y no puede observarlo todo, y que datos preliminares de estudios a pequeña escala a menudo se consideran hechos. Según Molly Crockett, neurólogo del University College de Londres, los directivos deben ser conscientes de que hay un mito en la neurología: «Cuanto más maravilloso parece algo y más quiere creer uno en ello, menos probable es que sea cierto».

También hay discrepancias en la efectividad de los cursos de brain-training en empresas. Algunos creen que mejoran la inteligencia, pero Paul Howard-Jones, profesor de neurología y educación de la Universidad de Bristol, señala que «muy pocos han sido validados a nivel científico».

No obstante, Zillah Byng-Maddick sí que confía en la neurología social. Tras derrotar a un compañero para su puesto, éste pasó a ser su subordinado y no sabía cómo tratarlo; al final decidió enseñarle. Cuando ella ascendió, él ocupó su puesto. «Si no hubiera aprendido aspectos de neurología social, no le habría ayudado».

Fuente: Expansión (20/05/2014)