Las escuelas de negocios de USA quieren saber qué sienten sus alumnos Disposición para trabajar en equipo, capacidad de recuperación y motivación son algunos de los rasgos emocionales que buscan las escuelas de negocios.

Olvídese de lo que sabe. Las escuelas de negocios quieren saber cada vez más lo que siente.

Las universidades que tienen la tarea de elegir entre un gran grupo de postulantes bien calificados se han propuesto tener una mejor idea del ser humano detrás del formulario de inscripción con la implementación de pruebas de personalidad y entrevistas cara a cara estandarizadas que se suman a la tradicional lista de ensayos, certificados de calificaciones y recomendaciones. Ahora, los aspirantes a ingresar a una maestría de negocios, o MBA, deben destacarse al mostrar cualidades emocionales como empatía, motivación, capacidad de recuperación y otras características.

Medir el coeficiente de inteligencia emocional (CE) es el intento más reciente por parte de las escuelas de negocios de identificar estrellas futuras. Ya que los estudiantes suelen comenzar sus búsquedas de trabajo tan pronto llegan al campus universitario, las escuelas tienen poco tiempo para corregir fallas.

La Escuela de Administración Sloan, del MIT, hace desde 2000 una prueba que evalúa los atributos personales de los candidatos a su programa de MBA.

«Las empresas seleccionan los mejores talentos con evaluaciones como ésta», afirma Andrew Sama, director asociado de admisiones del programa de MBA de la Escuela de Negocios Mendoza, de la Universidad de Notre Dame. «Si estamos seleccionando futuros líderes de negocios, ¿por qué no deberíamos (usar) herramientas similares?».

Desde fines de 2010, candidatos a la escuela Mendoza deben completar un cuestionario en línea de 206 puntos llamado Inventario de Características Personales. Las preguntas evalúan rasgos que la escuela ha encontrado en sus más exitosos estudiantes y graduados, como capacidades de trabajo en equipo y liderazgo.

Es difícil determinar las respuestas «correctas». Por ejemplo, una pregunta es: «¿Cuáles son sus fuentes de ideas nuevas». Las respuestas de opción múltiple incluyen «lecturas», «mis propios pensamiento», «expertos en el tema», «familiares y amigos» y «personas con las que trabajo». Los estudiantes estrella suelen dar las mismas respuestas, afirma Mendoza.

Paul Toboni, un estudiante de primer año de MBA en la escuela, afirma que «no podía dar vueltas o dar una respuesta artificial» en la prueba en línea, a diferencia de los temas en la entrevista oral.

De todos modos, el joven de 23 años señala que le gustó que la escuela evaluara su personalidad y no sólo el grosor de su currículum, ya que tiene poca experiencia laboral.

Según la evaluación, Mendoza categoriza a los estudiantes como «recomendados» o «no recomendados», aunque la escuela podría terminar aceptando una cantidad en la segunda categoría y podría rechazar a otros incluidos en la primera.

El programa de maestría de Mendoza planea seguir de cerca a los estudiantes que están por graduarse este año, ya que son la primera promoción con la consideración explícita de CE. La escuela señala que las primeras indicaciones muestran que quienes obtuvieron buenos puntajes en la evaluación están muy involucrados en actividades en el aula y en grupo.

La Escuela de Administración de Yale, en tanto, planea ensayar en las próximas semanas la Prueba de Inteligencia Emocional Mayer-Salovey-Caruso con voluntarios de su actual grupo de postulantes. Los resultados de la auto-evaluación en línea no afectarán las decisiones de ingreso, afirma Bruce Del Monico, decano asistente y director de admisiones al programa de MBA, ya que la escuela sólo está recolectando datos sobre qué características predicen el éxito.

La prueba de 141 ítems, creada en conjunto con el rector de la Universidad de Yale, Peter Salovey, mide el desempeño que podrían tener los postulantes para manejar o entender sus propias emociones con preguntas sobre escenarios cotidianos. Un candidato podría tener que responder la pregunta, por ejemplo, de predecir cómo reaccionará otra persona ante cierta situación, o identificar las emociones de otra persona mirando solo una foto.

«La evaluación de talentos es una ciencia difícil», afirma Del Monico, aunque sostiene que su cuantificación se está volviendo más fácil, o al menos entender, lo que es necesario evaluar.

La Escuela de Negocios Tuck, de la Universidad de Darmouth, actualizó su formulario de recomendaciones este año, ajustando las preguntas para evaluar mejor el CE. La institución dice que le pide a quienes recomiendan a alguien que califiquen a los postulantes según la capacidad de soportar presión, su curiosidad intelectual y otras características.

La directora de admisiones Dawna Clarke señala que aún busca una prueba que mida el CE de forma precisa y consistente.

Las evaluaciones del coeficiente emocional no son del todo nuevas. La Escuela de Administración Sloan, del MIT, presentó su «modelo de competencia» en 2000, creando una tabla de cuatro zonas que mide el éxito demostrado (como puntajes de evaluaciones y experiencia laboral destacada), y atributos personales (como habilidades para construir relaciones y sensibilidad ante otros).

La escuela no hace una evaluación como Mendoza, sino que realiza entrevistas de comportamiento que requieren que los postulantes ofrezcan ejemplos de situaciones donde demostraron distintos elementos del CE.

Aunque un coeficiente emocional bajo no descarta automáticamente a alguien que brilla en papel, Rod García, director de admisiones de Sloan, afirma que un alto CE —al menos en ciertos casos— puede compensar un desempeño mediocre en otros campos. Sloan es «algo flexible» en las pruebas GMAT y logros académicos, agrega.

Fuente: The Wall Street Journal (08/05/2013)