La capacidad del emprendedor de reaccionar de forma positiva

La crisis que vivimos ha cambiado la forma de gestionar una empresa, sea una PYME bien establecida o un startup de reciente lanzamiento. Nada se puede dar por seguro; los plazos de aprobación de cualquier decisión se dilatan mucho más que antes; todo, incluso el puesto de trabajo, se pone en duda en las organizaciones; se evita el riesgo y se toman decisiones con pies de plomo; la crispación se convierte en un elemento común en el día a día; la cuenta de resultados se mira con lupa.

Pero sigue habiendo una característica inherente a la gestión de una empresa que siempre ha sido muy relevante y que ahora se convierte en decisiva: la capacidad de lidiar con lo inesperado. La capacidad del emprendedor de reaccionar de forma positiva, optimista y con criterio a los problemas, situaciones y retos que aparecen, de pronto, en un día que parecía normal.

El día normal no existe. Es un mito de los románticos y los funcionarios. Y mucho menos en la nueva etapa en la que nos encontramos (más que crisis, cambio de paradigma: a partir de ahora se va a trabajar de forma diferente). El liderazgo de una empresa se basa en establecer unos objetivos estratégicos y ser capaz de gestionar el día a día para llegar de la mejor forma posible a alcanzarlos. Pero el camino está plagado de sorpresas inesperadas; cada vez más y que surgen más rápido. Lo único seguro es que siempre surgirán problemas inesperados que habrá que enfrentar de la forma más elegante posible.

Aparecen nuevos competidores, los clientes cambian de pronto de comportamiento, problemas de recursos humanos y gestión del talento, problemas técnicos, surgen nuevas formas de consumo, la competencia cambia de posicionamiento, se pierde cuota de mercado, … la lista de retos es infinita: Playstation no pudo prever que iban a robar todas sus contraseñas, Altavista no pudo anticipar el éxito de Google, Movistar y Vodafone no pudieron prepararse para el éxito de las tarifas de Orange, el Santander no supo hasta el último momento que su competidor en Inglaterra le había robado varios directivos.

Todos tenemos cientos de ejemplos más cercanos en nuestro trabajo diario de problemas que aparecen de pronto, se convierten en prioritarios y retan nuestra capacidad de respuesta. La clave para poder atacarlos con soltura es, en mi opinión, entender que son cotidianos, no extraordinarios, que son parte del día a día y siempre estarán ahí, y aparecerán por sorpresa cuando menos se espera. Y que la forma de reaccionar ante dichos eventos es, precisamente, lo que diferencia un gran gestor de uno mediocre. La capacidad de vencer el cansancio, el pesimismo, el hastío de tener que resolver otra crisis, apagar otro fuego… es precisamente uno de los rasgos distintivos de un emprendedor fuerte que, con suficiente visión y perspectiva para poder agarrar el toro por los cuernos y dar la vuelta a la situación, logra convertir lo negativo en positivo. Dar la vuelta a una situación, convertir un problema en una oportunidad y lograr que el optimismo venza al pesimismo son elementos clave para sobrevivir en el mercado.

Mañana, cuando un problema inesperado rompa tu agenda, asume que tu labor es precisamente solventar con gracia esas sorpresas, que cada vez son más cotidianas. Tu forma de responder ante ellas será determinante en tu éxito profesional y personal.