España, ante el desafío de convertirse en líder mundial del sector turístico

España podría recibir 84 millones de turistas este año y poner en ‘peligro’ el liderazgo que tiene tradicionalmente Francia. La oleada de llegadas y su concentración en algunas zonas obligarán a tomar medidas.

Después de años saltando de récord en récord, España se encuentra más cerca que nunca de coronarse como líder mundial del turismo. En 2016 fueron 75,6 millones de llegadas, medalla de plata, empatada con Estados Unidos, según el último ránking de la Organización Mundial del Turismo (aunque el INE acaba de revisar a la baja el dato a 75,3). Este año podría ser el primero en el que España desbanque a Francia, algo determinante, teniendo en cuenta su peso en la economía. Este año podrían llegar 84 millones de turistas, según previsiones de CaixaBank -el Gobierno prevé 83 millones-, 30 millones más que en 2010 y muy cerca del 82,6 millones registrados por Francia en 2016.

Si el mundo digital ha irrumpido en la sociedad hasta el punto de cambiarla, hay que conceder que la transformación del turismo esté haciendo algo parecido con las ciudades. Hoy, el 17% de la población mundial son potenciales turistas. Pese a ello, el modelo nacional continúa siendo esencialmente estacional y concentrado en ciudades puntuales, hasta el punto de empezar a superar su capacidad de carga. Hasta el momento, Francia mantiene su hegemonía, aunque no sin cierta dificultad. 82,6 millones de extranjeros le visitaron en 2016. El país galo perdió dos millones de turistas en un año, lastrada por los atentados terroristas de París, en noviembre de 2015, y el ataque de julio de 2016 en Niza.

¿Turistas prestados?

España goza de un clima envidiable, cultura, seguridad y estabilidad política y económica. Mirando alrededor, no es fácil encontrar un rival a la altura. «El crecimiento se debe a que España va bien, no es porque los otros vayan mal», apunta Taleb Rifai, secretario general de la OMT. De hecho, según previsiones del organismo, en 2020 España continuará entre las cuatro primeras potencias mundiales.

Exceltur, el principal lobby turístico español, coincide en que no se trata sólo de factores coyunturales. El lobby cifra el número de turistas prestados en 14 millones desde 2010, coincidiendo con el inicio de la Primavera Árabe, y la consecuente inseguridad en países tradicionalmente turísticos, como Egipto, Turquía o Marruecos. Estos destinos están comenzando a recuperar turistas, pero ahora proceden de países de proximidad -Europa del Este y Rusia-. Por su parte, Francia aspira a recibir 88 millones este año, según el Ministerio francés. Le ayuda haber superado el populismo y la estabilidad con su nuevo presidente, Emmanuel Macron, pero tiene que afrontar una crisis de seguridad ante la amenaza terrorista.

La otra mitad de la oleada de llegadas tiene su origen en la revolución del turismo en sí. Cada año recorren el mundo más de 1.100 millones de personas -en 2000 eran apenas 674 millones-. Ocurre que el mundo es cada vez más pequeño para los turistas. La globalización, el auge de las compañías low cost y la entrada de nuevos jugadores como las plataformas de alquiler vacacional (Airbnb), han multiplicado la oferta, creando controversia en el sector.

La metamorfosis del turismo exige de una transformación del modelo de gestión. La democratización del transporte permite atravesar cientos de kilómetros en pocas horas por apenas 10 euros. Se viaja más, pero se pernocta menos. Hasta junio en España, el mayor aumento se dio en viajes de menos de tres noches (47,3%). Este fenómeno limita el impacto económico. El crecimiento nominal de ingresos por turista apenas fue del 0,3% hasta abril, según datos del Banco de España.

Aun así, hay que destacar que España es el número dos mundial en ingresos por turismo, con 54.500 millones de euros en 2016 (datos OMT). Sólo le supera EEUU, favorecido por un turismo de largo radio y mayor poder adquisitivo, que pernocta más.

En ese sentido, el vicepresidente Ejecutivo de Exceltur, José Luis Zoreda, apunta que «este esfuerzo tiene que ser de mejorar la calidad de la oferta con el fin de fidelizar», a través del incremento del valor añadido para cobrar más. «No sólo hay que buscar récords de afluencia. Lo importante es batir récords en la riqueza y en la calidad», apunta.

La segmentación del propio sector hace que ya no se viaje sólo en verano ni exclusivamente a destinos de sol y playa. España cuenta con años de experiencia en el sector. La aportación directa del turismo al PIB es del 11%, y asciende al 16% teniendo en cuenta su efecto indirecto, haciéndolo esencial para la consolidación del crecimiento. El sector ha sido el principal motor de la economía durante la recuperación, liderando la creación de empleo y suponiendo más del 40% del crecimiento del PIB desde 2010.

El Gobierno anunció este año un Plan Estratégico para apostar por la desestacionalización y la diversificación de destinos. «España ha demostrado su capacidad para gestionar la llegada creciente de turistas a nuestro país. Prueba de ello es que desde 2015 lidera el ránking de competitividad en turismo elaborado por el World Economic Forum», explican fuentes del Ministerio de Turismo. Las mismas fuentes apuntan que «es evidente que en algunas ciudades se ha abierto un debate sobre la capacidad de carga de los destinos y sobre el modelo que se desea. Pero no se puede decir que exista un clima general contrario». Es importante no denostar el turismo. Rifai considera que las perspectivas a medio largo plazo en España «pueden ser algo estructural, no coyuntural», y apunta a los datos de inversión. «Si los inversores consideran España como un destino rentable, es que confían en el turismo».

Este año, España podría subirse a la cresta de la ola del turismo, pero un empujón importante vendría del turismo prestado. Si pretende mantener su liderazgo, necesita promocionar nuevos destinos y demostrar que es más que sol y playa, con el fin de evitar una pérdida de parte de esos turistas prestados; y para frenar la sobrecarga de algunos destinos, que afecta a las ciudades más masificadas.

Fuente: Expansión