En busca del Silicon Valley español

Los viveros, las incubadoras y las aceleradoras son oportunidades con las que saldrás ganando si quieres reforzar tu idea de negocio.

Hewlett-Packard fue el primer éxito del mayor vivero de empresas del mundo: Silicon Valley. Una zona que se consideró perfecta para el desarrollo intelectual en el campo de la tecnología y que se equipó con todo lo necesario para el apoyo, asesoramiento y seguimiento de nuevas compañías: universidades, instituciones financieras especializadas y empresas del sector idóneas para que los emprendedores pudieran ampliar su red de contactos y tener sus primeros clientes.

España está aún lejos de contar con su propio Silicon Valley, pero el hecho de que un 90% de las empresas que se generan en estos ámbitos sobrevivan al primer año de vida frente al 50% de las que nacen sin este apoyo es un aliciente para que surjan iniciativas que allanan el camino emprendedor. Telefónica ha creado Wayra, una aceleradora de proyectos tanto nacionales como internacionales; The Founder Institute, una cantera de empresas originaria de Estados Unidos, pone en contacto a emprendedores con inversores; otros programas como SeedRocket, además de ampliar la red de contactos de los nuevos empresarios para ayudarles a encontrar financiación, les ofrece mentoring durante un tiempo determinado; VitaminaK funciona como una aceleradora de proyectos mediante inversión semilla; las madrileñas Tetuan Valley y Chambery Valley, son dos ‘pre-aceleradoras’; Mola, es una incubadora de empresas; Startupbootcamp, pensada para negocios más maduros, invierte entre 14.000 y 22.000 euros en cada proyecto con potencial que selecciona; y Foundum, ha nacido como una especie de aceleradora virtual.

Aunque este fenónemo se encuentra en claro crecimiento en España, la mayoría de viveros que se han puesto en marcha en nuestro país lo han hecho gracias a la iniciativa pública. Frente a este puñado de incubadoras y aceleradoras de carácter privado existen unas 100 canteras creadas con bienes públicos. Casi todos los ayuntamientos y las comunidades autónomas quieren tener su propio vivero, pues sirven también para fomentar el empleo. Sin embargo, muchos de ellos no se crean bajo el paradigma que vio nacer a Silicon Valley. Es decir, la mayoría no genera ese ecosistema emprendedor que necesitan los nuevos empresarios.

‘Clusterización’

Luis Buzzi, socio de Ernst & Young, habla de clusterización, un concepto que se traduce como “grupo de empresas del mismo sector que produce sinergias entre sí”. En este caso, este término se aplica a aquellas canteras de emprendedores en las que participan todos los agentes necesarios para propiciar el éxito de las empresas que allí se incuban. El ejemplo es Silicon Valley, porque cuenta con universidades (la de Stanford) y centros de formación, entidades de financiación especializadas en ese mercado y sus necesidades, empresas del sector que propician las sinergias entre compañías y los futuros clientes de los emprendedores tecnológicos. Es el mejor de los escenarios. En España, salvo los parques científicos, apenas existen lugares en los que se den cita todos estos agentes claves. Un ejemplo es Esade Creápolis, un centro en el que se alojan empresas consolidadas con el objetivo común de acelerar su innovación.

La tasa de éxito, en los tres primeros años de vida, de los negocios ‘incubados’ oscila entre el 75% y el 80%

La aceleración no es más que una fase en la gestación de una nueva empresa. Antes de esta etapa, un proyecto empresarial debe incubarse. Por eso existen incubadoras y aceleradoras, responsables de diferentes tareas en la creación de una nueva compañía. “La incubación se debe producir cuando el emprendedor tiene claro el modelo de negocio que quiere implantar en el mercado”, explica Jordi Vinaixa, director académico del Instituto de Iniciativa Emprendedora de ESADE. Recuerda, además, que en esta escuela de negocios existen iniciativas también para la fase de incubación, como ESADEBan, una red de inversores privados promovida por el Club Emprendedores e Inversores Esade Alumni, focalizada en el impulso de empresas de nueva creación o en las primeras fases de crecimiento.

Buzzi indica que “mientras en el periodo de incubación el emprendedor debe desarrollar la prueba de concepto de su idea y validar que su producto pueda funcionar en el mercado, en la aceleración es necesario montar la red de contactos, el plan de márketing, etcétera”. Por tanto, ni las necesidades en ambas etapas son las mismas, ni tampoco el tipo de financiación que se requiere. Si en la incubación el apoyo es de carácter formativo y de asesoramiento, en la aceleración lo que necesita el nuevo empresario es que le ayuden a abrirse puertas y establecer contactos con otras compañías de su sector.

Liz Fleming, directora del Venture Lab de IE Business, la aceleradora de empresas de esta escuela de negocios, cuenta que el programa que dirige pone a disposición de los alumnos las herramientas necesarias para desarrollar sus ideas empresariales durante cinco meses. El tiempo es otra de las características que distingue a las aceleradoras de las incubadoras, pues mientras éstas últimas ofrecen a los emprendedores plazos de hasta tres años, en las aceleradoras el periodo no suele ser superior a seis meses.

Adaptar el modelo

Estas canteras que facilitan la vida a los emprendedores y son clave para el crecimiento de cualquier economía, son modelos tomados del éxito cosechado en Estados Unidos. Según la National Small Business Administration (NBIA), al cabo de tres años, la tasa de éxito para negocios incubados oscila entre el 75% y el 80%, frente al 20% y el 25% que reportan las no incubadas. Sin embargo, en España el modelo no se ha imitado fielmente. Y eso que “en ocasiones, profesionales con experiencia en aceleración de empresas en Estados Unidos ofrecen servicios de asesoramiento, networking y búsqueda de capital a empresas de otros países para ayudarles a conseguir el desarrollo deseado”, comenta Gustavo Pego, profesor asociado de Creación de Empresas de Tecnum, de la Universidad de Navarra. Aunque la filosofía con la que nacen estos viveros sea la misma, en Estados Unidos la cultura de investigación es diferente. Buzzi asegura que allí las nuevas ideas de negocio nacen enfocadas al producto, a la viabilidad que puede tener en el mercado, mientras que en Europa la investigación no se desarrolla con un enfoque tan práctico. Aunque la tendencia ya está cambiando y muchos desarrollos científicos tienen un fin comercial.

De hecho, la mayoría de las aceleradoras e incubadoras que han surgido en España tienen como referente una aceleradora estadounidense: YCombinator. Mola, una incubadora española, así lo asegura. Según esta compañía, los viveros nacidos en nuestro país toman a YCombinator, que surgió en 2005, como modelo.

Los viveros no son indispensables para fomentar la cultura emprendedora, pero ayudan a desarrollarla.

Principales agentes de un vivero

Un vivero que nace con la pretensión de albergar todo tipo de sinergias para que los nuevos empresarios puedan desarrollar sus ideas con las máximas ventajas debe contar con:

1. Los emprendedores. Sin ellos no tendría sentido concebir un lugar para su progreso.

2. Las universidades e instituciones de formación. Éstas son fuente de conocimiento a través de su investigación.

3. Empresas del sector. Con su propia I+D y su desarrollo permiten a los emprendedores tener un acceso rápido hacia la demanda real del sector.

4. Instituciones de financiación. Estas entidades deben conocer la evolución del mercado y sus necesidades y, por tanto, permiten a los nuevos empresarios con ideas innovadoras obtener la financiación cuando su proyecto encaje en el mercado.

5. Organismos gubernamentales. Permiten a los emprendedores obtener las ayudas públicas establecidas y que, además, pueden recibir ayuda institucional en el marco de promoción de su actividad.

Fuente: Expansion (04/06/2012)