Emprendedores de bata blanca
Son los empresarios más cualificados. Innovación, ciencia, conocimiento e investigación precisan de grandes inversiones con no poca incertidumbre, pero pueden llegar a dar una alta rentabilidad.
PlaySon quizá los emprendedores más cualificados. Investigadores doctorados que suman en muchos casos una formación complementaria en gestión empresarial y que se mueven en el mundo de los laboratorios, las universidades, la salud, la innovación, la tecnología y el conocimiento. El sector biotecnológico español afronta una etapa importante: ese momento en el que muchos proyectos puestos en marcha hace unos años tienen que comenzar a recoger sus frutos y hacerse rentables en el mercado.
Las firmas de biotecnología tienen una serie de particularidades que las diferencian de las de otras muchas actividades. Requieren de importantes inversiones en sus primeros años de vida para poder acometer –en la mayoría de los casos sin ningún ingreso a corto plazo– largos proyectos de investigación que pueden tardar entre ocho y doce años en comercializarse en el mercado.
Las reglas de oro del capital riesgo español no encajan en estas ideas de negocio: estas firmas no pueden presentar ebitda (resultado bruto de explotación) positivo cuando se muestran a los inversores privados y necesitan, fundamentalmente, capital semilla, es decir, financiación para sus etapas iniciales. Inversiones que no están exentas de un mayor nivel de incertidumbre que en otros sectores, porque entre una tercera parte y la mitad de los proyectos no completaran el camino hasta convertirse en empresas. Por contra, los que salen adelante aportan a medio y largo plazo rentabilidades muy altas. “En España el capital riesgo financia planes de expansión de empresas que ya están en beneficios. Pero lo que necesita verdaderamente la biotecnología en nuestro país es capital semilla, aunque es más duro y tiene más incertidumbre. Hay que involucrar a la Administración y al capital privado porque tenemos mucho talento”, explica Héctor Ara, fundador y presidente de la firma de capital riesgo especializada en biotecnología Suanfarma Biotech.
Este emprendedor, empresario e inversor, recomienda a los family offices y grandes patrimonios privados destinar entre un 3% y un 5% de su cartera a estas empresas, de forma que las pérdidas no pueden ser muy grandes y sin embargo pueden aportar rentabilidades muy importantes.
Uno de los proyectos en los que ha invertido su firma es Vivia Biotech, empresa que a partir de muestras de pacientes prueba los efectos de cientos de fármacos sin tener que aplicárselos a éstos, gracias a la tecnología. Uno de los dos hermanos fundadores de esta compañía, Andrés Ballesteros, cree que nuestro país reúne grandes condiciones para aportar un valor diferencial en el sector. De hecho, su empresa desarrolló su tecnología en Norteamérica, pero decidieron instalarse en España: “Frente a Estados Unidos, tenemos la ventaja competitiva de un mayor y más fácil acceso a muestras celulares de enfermos. Y respecto a China e India, contamos con un mejor sistema de salud, con una gran calidad de datos de los pacientes”, asegura Ballesteros, director general de la firma.
España
Nuestro país no va a la zaga en materia de investigación científica. Es el cuarto de Europa y aporta el 3% de la producción mundial en esta materia. Sin embargo, en distintas clasificaciones internacionales de patentes o solicitudes de las mismas desciende más allá del puesto veinte o incluso treinta. Peor aún es el dato si atendemos a la creación de empresas a partir de esta tarea investigadora.
Damiá Tormo, un joven valenciano de 31 años que ha investigado en Estados Unidos, Alemania y España, ve precisamente en esta situación una oportunidad empresarial. Es el fundador de BiOncoTech Therapeutics, una firma que se dedica a seleccionar proyectos que ya han superado sus primeros años de trabajo investigador y que ya no pueden ir más allá académicamente. Ellos les dan el impulso necesario para salir de los laboratorios y comenzar las pruebas de ensayo clínico con humanos que requieren los laboratorios, a los que comprometen en la cofinanciación para que estos programas acaben traduciéndose en terapias que lleguen al mercado. Para Tormo, resulta complicado que el capital riesgo se comprometa en la actualidad con estos proyectos que requieren años de recorrido antes de comenzar a dar sus frutos, aunque está aumentando el número de business angels y family offices que invierten en biotecnología. Este emprendedor cree que es crítico internacionalizarse, “porque los grandes clientes e inversores están fuera de España”. Además, en el habitual dilema entre la vertiente tecnológica, científica, y la de negocio en estas empresas que nacen en los laboratorios y las universidades, Tormo lo tiene claro: “Tenemos que hablar tanto el lenguaje de las batas como el de las corbatas, pero, al final, las ventas son lo más importante. Hay que tener un gran conocimiento científico para evaluar los proyectos, pero tan importante es el conocimiento empresarial”.
Una idea con la que coinciden Begoña Castro y Marta Acilu, socias de otra firma española del sector, Histocell. “Es clave no sólo la parte técnica, sino tener también a los especialistas en gestión empresarial”, afirma Acilu, directiva de la firma y responsable de la gestión del negocio.
Internacionalización
La visión internacional y el equipo humano resultan básicos en este sector, absolutamente globalizado y muy intensivo en conocimiento. Son dos ideas en las que han coincidido todos los empresarios e inversores presentes en la jornada Bioemprendedores de éxito. Las claves del emprendimiento y la inversión en biomedicina en España organizada por la Fundación Rafael del Pino y la edición española de la Technology Review, la revista del Instituto Tecnológico de Massachussetts (MIT). Héctor Ara cree que no es casualidad que todos los emprendedores de éxito que participaron en esa jornada hayan estudiado, trabajado o investigado fuera de España, y cree que “uno de los efectos colaterales positivos de la crisis es que los jóvenes están saliendo más fuera de España. Esto no es negativo, sino beneficioso para nuestro país”.
Fuente: Expansión (04/07/2012)