Emprendedores, aprendamos del fútbol
Javier Espinosa tiene solo 18 años y muchos dicen que es el futuro jugador del centro del campo del FC Barcelona, incluso le han bautizado ya como el nuevo Iniesta. Álex Fernández, también con 18 años, debutó recientemente con el Real Madrid en el partido que les enfrentó ante el Racing de Santander. Tiene un futuro prometedor que el equipo se encargará de cuidar.
Paco Alcácer, de 17 años, juega actualmente para el Valencia CF Mestalla y terminó como goleador del Europeo sub 17, donde España perdió con Inglaterra la final, pero donde el joven futbolista fue homenajeado en todos los idiomas. Desde ese momento, muchos equipos de primer nivel como el Arsenal y el Milan aspiran a llevarlo más allá de nuestras fronteras.
Ejemplos como los de estos jóvenes jugadores hay suficientes para poder ir ayudando a nuestra selección española y a los principales equipos nacionales e internacionales a seguir consiguiendo éxitos por muchos años. Chavales que se han formado desde muy pequeños en escuelas de fútbol una vez acabado el colegio y durante dos y tres días a la semana. En la mayoría de los casos ha sido el modelo de rol paterno el que les ha ejercido más influencia desde la niñez y les ha ayudado a enamorarse de ese deporte hasta dedicar cientos de horas anuales a fomentar su vocación. Han sido la sociedad y la familia los que han fomentado el deseo.
En la actividad empresarial sucede en parte algo parecido. Es el rol paterno el que da la credibilidad de la actividad emprendedora a sus hijos, pero no la sociedad, que permanece desaparecida hasta que salen nuestros chicos de la universidad, en el mejor de los casos.
En nuestro país, los emprendedores proceden a menudo de familias en las que el padre se ha desempeñado laboralmente de forma independiente. Pero no es el caso de nuestros jugadores de fútbol, donde muy pocas de nuestras actuales estrellas repiten la profesión de sus padres. Es la sociedad la que provoca ese interés desde su infancia a través de una gran presencia en los medios de comunicación, actividades en el colegio y fomento del deporte.
Hoy se reconoce que una sociedad con iniciativa es la base para generar empleo y crecimiento económico. Por esta razón, cada vez es más frecuente encontrar iniciativas educativas, públicas o privadas, orientadas a fomentar la cultura emprendedora desde la escuela.
La creación de cooperativas escolares puede partir incluso desde la educación primaria. Niños de 8 a 11 años se convierten en empresarios gracias a programas como Emprender en mi Escuela (EME), donde los alumnos fabrican sus propios productos, hacen controles de calidad y los venden en un mercado de su localidad una vez al año.
Este tipo de programas educativos permite desarrollar los rasgos propios del espíritu emprendedor: creatividad, asunción de riesgos, liderazgo, trabajo en equipo, dotes de comunicación, etc. Un conjunto de habilidades imprescindibles para lograr una sociedad más competitiva y comprometida socialmente. Los grandes equipos saben que tienen que mimar a sus canteras, ya que a sus jóvenes promesas no les faltan novias. Es una pena que este mismo espíritu no se forje en el resto de actividades que pueden hacer grande un país y que podamos ver cómo a nuestros emprendedores y empresarios les llegan anillos de pedida de cualquier rincón del mundo.
Fuente: Cinco días (04/07/2011)