Diez (malas) excusas para justificar un fracaso empresarial Se debe aprender de los errores

Vivimos en una sociedad en la que el fracaso, inevitablemente, está penalizado. Cada vez existe más pedagogía para que los emprendedores reconozcan sus fracasos, aprendan de ellos y los corrijan en el futuro, pero aún queda mucho por hacer. 

Por ello, aún son muchos los que, ante un fracaso empresarial, deciden echarle la culpa al apuntador antes que a sí mismo. He aquí algunas de las excusas más usadas: 

1.- «El público no ha sabido valorarlo». Si ha decidido montar una sala de conciertos para grupos de música experimental y ‘neopostpunk’ en una ciudad de 30.000 habitantes, es probable que aporte un grandísimo valor cultural añadido, pero seguramente se la pegue. Quizá tenga razón en que el público no ha sabido valorar su apuesta, pero, ¿en su labor como empresario no está hacer un análisis del mercado al que se dirige? 

2.- «El mercado no estaba preparado». Vale, ésta quizá pueda ser un poco más cierta. Puede pasar (de hecho, ya ha pasado varias veces) que su producto sea innovador. Muy innovador. Demasiado innovador. Tanto, que la gente aún no ha llegado a ese nivel de uso y algo similar tarda varios años en popularizarse. No obstante, ésta es también una de las mayores excusas. ¿Ha pensado que a lo mejor el mercado sí estaba preparado, pero usted lo hizo mal? 

3.- «La gente no quiere pagar». Esta frase la firmaría cualquier propietario de una tienda de discos, pero también muchos emprendedores de internet. Hay mucha gente dispuesta a pagar, siempre que el precio sea razonable y el producto lo valga. Si no pagan por lo suyo, a lo mejor no lo vale. En cualquier caso, incluso suponiendo que tenga razón, si la gente no quiere pagar, quizá debió tenerlo en cuenta desde el principio y modificar a tiempo el modelo de negocio. 

4.- «Los trabajadores no han puesto de su parte». Quizá haya ocasiones en que su equipo no esté a la altura, pero eso de echarles enteramente la culpa se nos antoja demasiada excusa. ¿Tanto dependía de ellos el éxito? ¿No les daría demasiadas responsabilidades? En todo caso, si es cierto que han podido fallar, ¿no es usted el que selecciona a la gente? ¿A qué esperó para darse cuenta de que estaban haciendo las cosas mal? 

5.- «Mis socios lo han hecho todo mal». Si nos lo dice, le creemos, ya que gran parte de los mayores fallos empresariales vienen por los problemas entre socios. No obstante, a lo mejor fue usted el que falló al asociarse con ellos. No diga «Mis socios lo han hecho todo mal», sino «No supe elegir a los socios idóneos». 

6.- «No se apoya a los emprendedores». Si ha tenido que pegársela para darse cuenta de esto, mal vamos. Nadie apoya a los emprendedores. Ni los políticos, ni los bancos, ni la sociedad… nadie. Por tanto, no espere que el apoyo ajeno forme parte de su trayectoria. Emprender muchas veces implica caminar solo por el desierto; téngalo en cuenta la próxima vez.

7.- «Nadie ha querido invertir en mí». Si ningún inversor ha querido meter dinero en su empresa, quizá sea por algo. Vale, es probable que no haya tenido acceso ni ‘enchufe’ para acceder a ellos, pero, si desde el principio sabía que necesitarías financiación, quizá debió pensar en ello. 

8.- «Otros nos copiaron la idea». De entrada, nos cuesta creer que haya inventado el fuego, la rueda o el teléfono. Pero, vale, supongamos que ha tenido una idea única y, al poco de lanzarla, alguien se la ha copiado. Bienvenido al mundo empresarial. Lo sentimos de veras, pero no puede pretender que su competencia no le copie. No tiene que luchar por que no le copien, sino por poder seguir haciéndolo mejor que los demás. 

9.- «No nos han sacado los medios». Esta frase, créanos, la hemos oído mucho. Es evidente que salir en los medios puede hacer que su negocio tenga un gran empujón, pero como su éxito tenga que depender de ello… mal asunto. Recuerde que, hasta hace bien poco, los medios no nos hacíamos eco de los nuevos negocios. Antes, si quería salir en un medio, incluso tenía que pagar. 

10.- «A la gente le cuesta cambiar de herramienta». Ahí seguramente no le falta razón. Que la gente se acostumbra a una cosa y difícilmente la cambia es una certeza, pero nunca puede ser una excusa. Que se lo pregunten a Gmail, que desbancó a Hotmail; al Messenger, que desbancó a los chats de IRC; o a Google, que desbancó al resto de buscadores… 

Si alguna vez ha usado algunas de estas frases, le animamos a que deje de hacerlo. El fracaso no es (demasiado) malo, siempre se puede aprender mucho de los errores. Corríjalos y, sobre todo, mucha suerte en su próxima aventura.

Fuente: Cotizalia (12/03/2013)