Cuando te pasas de listo: por qué no solemos aceptar los buenos consejos

A diario recibimos decenas de consejos. No sólo en el trabajo o en casa, también en los medios de comunicación, dónde cada vez son más habituales los reportajes sobre bienestar o autoayuda, a través de las redes sociales y hasta en las vallas publicitarias. Estamos saturados de consejos pero, aunque la mayoría sean positivos y nos podrían ayudar a ser más acertados en nuestra toma de decisiones, nos negamos a aceptarlos. 

En su nuevo libro, Sidetracked (Harvard Business Review Press), la psicóloga de la escuela de negocios de Harvard Francesca Gino, explora los elementos que influyen en nuestra toma de decisiones y presta especial atención a los consejos que recibimos de nuestros familiares, amigos y compañeros de trabajo. Según explica Gino, en las dos últimas décadas cientos de estudios han demostrado que nuestras decisiones son más acertadas cuando aceptamos los comentarios de las personas que nos rodean. Pero pese a la evidencia, nos ponemos la zancadilla constantemente al rechazar la ayuda de otros. Y siempre lo hacemos por las mismas cuestiones. 

1. Creemos que somos los mejores 

En un estudio publicado en 2011 en la revista Organizational Behavior and Human Decision Processes, Gino exploró la relación existente entre el poder, la competitividad y la toma de decisiones. Y llegó a una conclusión: cuanto más poderosa es una persona, menos escucha los consejos de los que le rodean. 

Rechazamos los consejos, aunque sean valiosos, sólo para no admitir que realmente no lo sabemos todo, ni estamos tan bien preparadosEl sentimiento de poder tiene tanta influencia sobre lo receptivos que somos a los consejos que puede replicarse en laboratorio. Gino y sus colegas sometieron a un grupo de personas a una prueba en la que se les pedía describir una situación en la que sintieran poder sobre otras personas. Sólo el hecho de recordar un momento en el que fueron poderosos hizo que se redujera su voluntad de hacer caso a los consejos que se les daba. 

Gino cree que siempre intentamos causar una buena impresión a los que nos rodean, mostrándoles que somos individuos competentes y bien preparados. Esto nos lleva a rechazar numerosos consejos, aunque sean valiosos, sólo para no admitir que realmente no lo sabemos todo, ni estamos tan bien preparados. Se trata de algo que le ocurre a todo el mundo, pero se incrementa en función de la influencia que tengamos en cada entorno. 

2. Estamos enfadados 

A la hora de aceptar críticas y consejos de nuestros amigos y compañeros el estado de ánimo juega un papel fundamental. Si pasamos por una mala racha, y estamos enfadados por cualquier cosa, es más probable que rechacemos los consejos de nuestros allegados que si estamos de buen humor. 

En un experimento, Gino proyectó sendos vídeos a dos grupos de personas. El primer grupo vio una película sobre un hombre que era acosado en su empresa. El segundo visualizó un emotivo vídeo sobre un hombre que recibía un regalo inesperado de sus compañeros de trabajo. Tras ver los vídeos ambos grupos tenían que enfrentarse a una tarea sin relación alguna con estos, para cuya realización se ofrecían una serie de consejos. Los individuos del grupo que había visualizado el vídeo sobre la gratitud eran tres veces más propensos a aceptar ayuda en su tarea, y gracias a esto la cumplieron mejor. Para Gino esto muestra que, si estamos de buen humor y somos optimistas, tendremos una mayor predisposición para recibir consejos de la gente que nos rodea, y no les veremos como una amenaza. 

3. Tenemos mucha confianza en nosotros mismos 

No siempre es bueno hacer caso a los consejos. Según otro estudio llevado a cabo por Gino, y tal como se publicó en el Journal of Personality and Social Psychology en 2011, no sólo las emociones positivas nos empujan a recibir ayuda de nuestros compañeros. La falta de autoconfianza nos hace más receptivos a los consejos, sean buenos o malos, y si experimentamos ansiedad aceptaremos cualquier ayuda que se nos preste, aunque no nos fiemos del todo de quien nos la ofrece. 

Las mejores decisiones son las que tomamos cuando nos rodeamos de gente de confianza y tenemos en cuenta sus opinionesGino cree que “las personas ansiosas dependen en gran medida del asesoramiento de otros, aunque sus consejos sean malos”. El reverso de esta moneda lo encontramos en las personas con un alto grado de autoestima, una cualidad a todas luces positiva pero con una peligrosa contrapartida: se trata de personas menos inclinadas a aceptar consejos de quienes les rodean. 

4. No valoramos las ventajas del trabajo cooperativo 

Incluso la gente poderosa (o que se cree poderosa) se inclina a recibir consejos si cree que su asesor trabaja en pos de un beneficio mutuo. La cooperación es, según Gino, un arma poderosa, que debe promoverse en las empresas para que las buenas ideas fluyan sin ataduras. La investigadora cree, además, que la cooperación se retroalimenta: la ayuda mutua tiende a aumentar las emociones positivas, lo que nos empuja a respetar las opiniones de los demás, y a la vez ser más críticos con nuestros propios juicios. 

La conclusión de Gino no puede ser más clara: las mejores decisiones son las que tomamos cuando nos rodeamos de gente de confianza y tenemos en cuenta sus opiniones. Un consejo que sirve tanto en el entorno laboral como en el personal.

Fuente: El Confidencial (03/04/2013)