¿Confundes tu vida personal con la profesional?

Los del grupito del jefe, que prolongan la jornada yéndose con él de copas; los hiperconectados, prestos a contestar llamadas o ‘emails’ del trabajo; o los de la multitarea absurda, ocupados aparentes… Quizá estés entre aquellos que no distinguen entre vida propia y oficina.

Nunca has tenido más facilidades para conciliar tu vida profesional con la personal, pero tampoco has debido luchar jamás con tantos factores que disuelven la línea que separa tu faceta laboral de la esfera privada.

Para empezar, la disponibilidad de 24 horas que favorece la tecnología –relacionada con el aumento de la conectividad– provoca en muchos casos una intromisión del trabajo en nuestra vida personal.

Según un estudio internacional de Randstad, un 39% de profesionales (como media) afirma que su empresa espera de ellos disponibilidad absoluta, y un 65% asegura recibir correos electrónicos o llamadas fuera de su horario laboral. En España esta cifra es superior a la media: un 68%.

Por qué toleras el control de tu empresa

Estar dispuesto a contestar a cualquier hora –y a la velocidad del rayo– a los mensajes de texto y a las llamadas procedentes del trabajo siempre transmitirá la idea de que se puede contar contigo en cualquier momento. Al final, tú eres responsable de esa disponibilidad de 24 horas, frente a la que cabe decir «no» y ser capaz de marcar ciertos límites.

Quizá la organización en la que trabajas es de aquellas que provocan una indefinición y confusión total entre tu esfera personal y la laboral. También es posible que quedes marginado profesionalmente si no sigues las actividades y eventos extraordinarios que se imponen fuera del horario de trabajo.

El miedo a perder el puesto puede provocarte cierta resignación o sumisión, y esa sería la gran baza para que tu empresa te obligara a dedicarle tu tiempo más allá de los límites que se suponen como normales.

Sin embargo, debes tener en cuenta que, más que el hecho de que un jefe o una compañía puedan exigirte ese tipo de cosas, está el que tú decidas hacerlo como una elección de trabajo, y no como una obligación.

Una línea mucho más difusa entre la vida profesional y personal también tiene que ver con que ciertas reglas y modelos laborales o de relación entre empleado y empleador han cambiado: antes el trabajo era un lugar al que se iba a realizar una determinada tarea durante un tiempo establecido, pero la economía de servicios actual lo ha convertido en un estado, en una actividad o una acción. Y ahora se trata de algo dinámico.

Has de ser consciente de que, cada vez más, tu trabajo puede ser por proyectos, y así es posible que tu flexibilidad aumente. Y debes tener en cuenta que la profesionalidad ya no se mide –en general, y en compañías «normales»– por el tiempo que estás en la oficina, sino por los objetivos reales que consigues.

Visto de este modo, quizá no seas capaz de decir que tu organización te obliga a realizar tus tareas fuera de tus horas de trabajo, porque cada vez resulta más frecuente encontrar profesionales que eligen y gestionan sus tiempos. Esto podría ser incluso durante el fin de semana.

Ir de agobiado ‘vende’ en algunas organizaciones

Algunas compañías animan e incluso ayudan a permanecer más de lo debido en el lugar de trabajo. Suelen ser aquellas organizaciones que valoran más la presencia que la productividad; entornos laborales en los que está bien visto quedarse siempre hasta el final, y en los que el presentismo ineficaz se recompensa y se relaciona con la eficacia de forma muy equivocada.

En este tipo de entornos laborales prosperan los profesionales que mantienen una pose de agobio aparentemente activo y útil. La cultura de estas organizaciones lleva a valorar el estar encima de la tarea sin medir la productividad.

Aquí la pose de ocupado permanente se convierte en una estrategia defensiva. Estos profesionales se ahogan en una rutina que les permite permanecer en un nivel de ocupación aparentemente alto que hace que nadie cuente con ellos.

Pasar demasiado tiempo con tu jefe puede ser perjudicial

El tiempo que inviertes (o gastas) con tu jefe es otro factor determinante en esa línea que separa las horas que dedicas al trabajo y a la vida personal. Así, una investigación de la consultora LeadershipIQ concluye que «pasar el tiempo justo con quien te manda te hace más feliz en el trabajo». Las horas que pasamos con nuestros jefes influyen además en nuestros niveles de inspiración, creatividad, compromiso y motivación. La investigación de LeadershipIQ revela que más de seis horas semanales con un superior directo perjudican seriamente esos niveles de motivación y creatividad.

Ese exceso de tiempo con el jefe se transforma en algo contraproducente e irritante, y puede demostrar una falta de autonomía y seguridad. También habla de un superior que necesita, sobre todo, controlar.

Si has decidido sacrificar una parte importante de tu vida personal para venderte bien y estar cerca de tu jefe habrás hecho una apuesta que, como todo, tiene contrapartidas. No cabe duda que es una habilidad que puede reportarte muchos beneficios, y de hecho, hay gente dedicada exclusivamente a esto. Hay quien concede una gran importancia al hecho de saber venderse allá donde priman las relaciones personales, aunque esto debe hacerse en horario de oficina. Normalmente, si son necesarias otras horas para hacerlo significa que algo no funciona en la compañía.

Socializar demasiado en el trabajo, un arma de doble filo

Socializar en el entorno laboral puede ser un arma de doble filo, tanto para el trabajador como para el mando. A los beneficios de hacer equipo y fomentar el compromiso se pueden anteponer algunos riesgos que tienen que ver con que la relación personal pueda contaminar la estrictamente profesional.

El estudio Los siete principios de psicología positiva que impulsan el éxito y el desempeño en el trabajo revela que aquellos profesionales que impulsan la amistad en su compañía y organizan actividades sociales en el lugar de trabajo tienen un 40% más de posibilidades de promocionar en los dos años siguientes. Y una reciente encuesta de Gallup indica que un buen amigo en el puesto habitual incrementa la satisfacción profesional en un 50%. Además, aquellos que tienen un «mejor amigo» en el trabajo, son siete veces más proclives a estar comprometidos y enganchados en su puesto.

Sin embargo, ciertas fórmulas de relación personal con los empleados, más allá del trabajo, no son ni eficaces ni edificantes. En ocasiones, quedar con el jefe y los compañeros fuera del horario de oficina para cualquier actividad lúdica puede resultar muy complicado para quienes tienen hijos pequeños, o para aquellos que desean distinguir la esfera profesional de la personal.

Lo ideal es fomentar con moderación las relaciones personales en el entorno profesional, respetando al que no quiere o no puede, sin obligarle ni marginarle.

Resulta evidente que la socialización permite conocer mejor a las personas y a la cultura, y tiene que ver con el compromiso. En determinados entornos en los que son frecuentes los reinos de taifas, facilita además las relaciones transversales, cada vez más necesarias en las organizaciones y logra vínculos que facilitan los procesos internos que acaban con las áreas estancas.

El inconveniente a todo esto es que no se trate de algo voluntario, o que se convierta en un requerimiento que no tiene que ver con lo profesional, ya que conocerse mejor no tiene por qué hacerse fuera del trabajo.

Lo incorrecto es tender a cierta socialización obligatoria en la que se excluye de cualquier oportunidad de promoción a quienes no participan.

Hay que tener en cuenta que cuando un jefe se involucra con las personas de su equipo pierde objetividad. La cercanía lleva a valorar más al que está cerca, en detrimento de personas más cualificadas, y promocionar de este modo no es propio de un buen jefe sino de alguien con hábitos de liderazgo mediocres.

Fuente: Expansión (08/10/2014)