Así gastan su fortuna los millonarios de la tecnología

La forma más rápida y efectiva de hacerse rico en el siglo XXI es fundar una empresa tecnológica de éxito. No hay más que echar un rápido vistazo a la lista de la mayores fortunas que publica cada año la revista Forbes para comprobarlo. Bill Gates (Microsoft) ocupa el segundo lugar, Larry Ellison (Oracle) el sexto, Sergey Brin y Larry Page (Google) el puesto 24, Jezz Bezos (Amazon) el 26 y Mark Zuckerberg (Facebook) el 35. Se suman Michael Dell, Steve Ballmer, Paul Allen… En definitiva, las cincuenta primeras plazas de la lista de los multimillonarios está copada por una infinidad de nombres de la industria tecnológica. 

Todos ellos pasan de los 15.000 millones de dólares y presentan abultados patrimonios que llegan hasta los más de 60.000 dólares del fundador de Microsoft. Algunos, como el propio Gates, dedican gran parte de ese dinero a causas benéficas, pero no todos tienen la vena filantrópica así de desarrollada. Otros prefieren tirar de talonario para costear costosísimos caprichos. 

¿Quieres saber a qué destina sus ‘verdes’ cada uno?  

Sergey Brin 

El cofundador de Google está también detrás de la start-up 23andMe, que creó junto a su esposa Anne Wojcicki. A través de Google Ventures, la rama de capital riesgo del todopoderoso buscador, financia las investigaciones genéticas de esta empresa para acabar con el Parkinson. Su propia madre sufre esta enfermedad y, como buen hijo pudiente, ha hecho todo lo que está en su mano para ayudarla. De hecho, ya han dado con algunos hallazgos que podrían salvarle la vida. 

Jeff Bezos 

Si la hoja de gastos de Brin destila solidaridad, la del fundador de Amazon es más excéntrica y caprichosa. Por ejemplo, Bezos se ha dejado más de 30 millones de euros en construir un reloj gigante que repicará cada década, siglo y mileno durante los próximos 10.000 años. También ha puesto sus huevos en la cesta de Blue Origin (una empresa dedicada a los viajes espaciales) y en contratar a un equipo de expertos para que encontrasen en las profundidades marinas los motores que impulsaron al Apollo 11 hasta el espacio. Algo que, por cierto, consiguieron. 

Mark Zuckerberg 

El joven fundador de Facebook ha puesto sus miras más filantrópicas en la educación y la salud, dos pilares del bienestar social. En 2010 destinó la friolera de 75 millones de euros a la educación pública de Newark. No es que exista un vínculo especial entre el multimillonario y esta ciudad de New Jersey, pero Zuckerberg no deja nada al azar y tomó la decisión tras un año de investigaciones en busca del lugar más adecuado. También durante ese año respaldó la ‘Giving Pledge’, una campaña iniciada por Warren Buffet y Bill Gates para que los acaudalados donen la mayor parte de su dinero a fines benéficos. 

Dustin Moskowitz 

Aunque su nombre suena menos a menudo en los medios de comunicación, Moskowitz es otro de los cuatro fundadores de Facebook, concretamente el que siguió al lado de Zuckerberg cuando dejó Harvard y se llevó la empresa a Palo Alto. Más tarde, en 2008, abandonó la todopoderosa red social para fundar Asana, aunque mantiene un respetable 7,8% de las acciones. Entre unas cosas y otras se ha convertido, según Forbes, en el multimillonario más joven del mundo que se ha hecho a sí mismo (nació ocho días después que Mark). 

Al igual que su antiguo socio, Dustin invierte parte de su dinero en causas sociales, especialmente la lucha contra las enfermedades que más daño hacen en el Tercer Mundo (por ejemplo, la malaria). A través de su fundación, Good Ventures, Moskowitz financia proyectos recomendados por GiveWell, una ONG dirigida por su propia esposa. 

Biz Stone 

Cofundador de Twitter y vegano, dedica parte de su fortuna a la protección de los animales. Junto con el otro fundador, Evan Williams, ha llegado a financiar una empresa dedicada a la fabricación de carne ‘falsa’ que sabe y tiene la textura de la carne de pollo normal. 

Bill Gates 

Es de sobra conocida la labor filantrópica de Bill y su mujer Melinda, que les llevó a aparecer como personas del año en la portada de la revista Time y a sonar entre los candidatos al premio Nobel de la Paz en varias ocasiones. A través de su fundación, el cofundador de Microsoft ha invertido en causas relacionadas con la sanidad, la educación o la alimentación. Aunque en los últimos tiempos hay un asunto más sucio que le trae de cabeza: reinventar el retrete. Gates organizó un concurso para recabar ideas sobre cómo “capturar y procesar los desechos humanos y transformarlos en recursos útiles”. 

Paul Allen 

Y aquí llega el otro cofundador de Microsoft que, lejos de obrar con la filantropía de Gates, se deja los cuartos en algún que otro caprichito. Clubes deportivos profesionales, un museo del rock and roll y aviones de la Segunda Guerra Mundial se cuentan entre sus gastos multimillonarios. 

Bueno, de vez en cuando también se deja caer por alguna obra social, como la inversión de casi 375 millones de euros que destinó al Instituto Allen para la Neurociencia, que lucha contra enfermedades como el Alzheimer que sufrió su madre y… pretende replicar el cerebro humano en máquinas superinteligentes.

Fuente: La Información (01/03/2013)