“Ahora hago lo que quiero y vivo de ello; no todo el mundo puede decir hoy eso”

Alfonso, vallisoletano de 36 años, es uno de estos emprendedores. Su trabajo le apasiona, le permite vivir holgadamente y cumplir con una de sus mayores aspiraciones vitales: despertarse cada día acompañado de los suyos en el Valle de Cega, su lugar de origen. Sin embargo, las cosas no siempre fueron así para Alfonso. Antes incluso de que estallase la crisis estuvo a punto de cerrar la explotación vacuna fundada por su padre tres décadas antes, la cooperativa Crica. “Los distribuidores y finalistas nos imponían unos precios cada vez más bajos por el litro de leche, mientras que nos obligaban a comprarles el pienso y por mucho que trabajásemos no alcanzábamos la rentabilidad”, recuerda. 

“Para que te hagas una idea”, continúa Alfonso, “facturábamos 6.000 euros al mes de leche y llegaron a cobrarnos por el pienso y el ganado unos 7.200 euros”. Tras darle muchas vueltas, tomó la decisión que finalmente lo condujo a la fórmula del éxito sin renunciar a su ideal de trabajo: cambiar el modelo convencional por el ecológico y vender sus productos directamente a los consumidores, sin intermediarios. Desde entonces, su negocio dio un giro de 180 grados. En menos de cinco años ha conseguido que la explotación sea económicamente viable y ha pasado de dos a seis trabajadores (sus hermanas, que dejaron sus anteriores trabajos, peor remunerados, y sus cuñados en paro). 

En un contexto laboral como el actual, en el que las tasas de desempleo marcan mes a mes sus máximos históricos y la precarización sigue aumentando en la mayor parte de sectores profesionales, las posibilidades de elegir en qué trabajar y dónde son prácticamente nulas. El desequilibrio entre la oferta y la demanda de mano de obra ha relegado a un segundo plano las ansias de autorrealización en el trabajo, cuando no las ha hecho desaparecer por completo. 

Ganarse la vida haciendo lo que te gusta es casi una quimera. La máxima aspiración en un trabajo es que nos permita salir adelante económicamente, simple supervivencia, y no todos lo consiguen. Frente a estas dificultades han surgido alternativas de autoempleo, cooperativas y nuevos negocios regentados por emprendedores que tratan de aunar en una misma ecuación los factores económicos y los vitales.

Durante los últimos cinco años, la cooperativa Crica ha abrazado este modelo al mismo tiempo que ha ido aumentando su gama de productos, añadiendo quesos y yogures a la leche fresca. ¿La clave del éxito? “Sin lugar a dudas, los grupos de consumo agroecológico”, que representan el 95% de las ventas de Crica, asegura Alfonso. Se trata de agrupaciones de personas que se unen para comprar alimentos de forma conjunta directamente a los productores. 

Armonizando calidad de vida y seguridad económica 

Precisamente, el crecimiento cuantitativo de los denominados grupos de consumo está facilitando la viabilidad económica de numerosos negocios, e incluso alentando el surgimiento de nuevas explotaciones agroalimentarias. Este es el caso, por ejemplo, de Huevos el Majadal. Una explotación de gallinas de campo con alimentación ecológica que regenta Pilar en la pequeña localidad de Maello (Ávila). En menos de un año ha asegurado la viabilidad económica de la empresa. “Antes de que las gallinas pongan ya está todo vendido. Ahora hay varios grupos de consumo en lista de espera que intentaré surtir a partir de este verano, cuando duplique el número de gallinas”, pasando de las 400 actuales a casi un millar.Cambiar el modelo de producción convencional por el ecológico me salvó de la ruina 

El caso de Pilar es uno de esos casos de éxito que sorprenden hasta al más optimista, pero no todo son ventajas para los emprendedores. “Trabajas de lunes a domingo y no puedes disfrutar de festivos ni de vacaciones”, apunta Pilar. Sin embargo, su calidad de vida y la seguridad económica que obtiene gracias a este negocio hacen que no se arrepienta nada de su apuesta. 

Su hermana Cristina fue quien la animó a emprender después de llevar casi tres años en paro, “y como los terrenos y la nave eran propiedad de mi familia me lancé a por todas”. Eso y su hija pequeña, “porque este es un trabajo que me permite traerla conmigo cuando no tengo con quien dejarla”. Además, destaca positivamente el hecho de poder vivir en su pueblo y criar a su pequeña en medio de la naturaleza. 

Los proyectos empresariales de Alfonso y Pilar están localizados en el entorno rural. Un fenómeno en auge, denominado “rurbanismo” o nuevo campesinado. El perfil de sus impulsores es de jóvenes con estudios superiores que recurren al campo como salida laboral. Según la Asociación Agraria de Jóvenes Agricultores, en los últimos cinco años 2.500 jóvenes han apostado por el campo como medio de vida en Castilla y León, mientras que en Castilla-La Mancha la cifra asciende a 8.764. Las empresas dedicadas al sector terciario también están comenzando a deslocalizarse al medio rural cada vez más. Ya sea para ofrecer y acercar servicios inexistentes con anterioridad, ya sea porque si pueden realizar teletrabajo reducen mucho los costes.

Fuente: El Confidencial (29/04/2013)