Agricultores con ganas de innovar en la Costa de Granada
Cientos de productores visitan cada semana una finca experimental de El Ejido para conocer avances y estar a la última.
Presionada por las exigencias de los mercados continentales y por una cada vez más intensa competencia de las zonas productivas del norte de África, la agricultura intensiva de la Costa Tropical quiere reforzar su papel en la jugada con las siguientes cartas: Especificidad, especialidad y tecnología.
El primer eslabón de la cadena, el productor, el agricultor, es cada vez más consciente de que ha de ir mucho más allá de estar ‘puesto al día’ de todos los avances. Tiene que caminar al parejo de ellos. «Debemos tener los ojos muy abiertos a la innovación» dice Jesús Puertas, un joven agricultor de Puntalón que junto a otros treinta productores de Motril, Castell de Ferro y Albuñol formaron parte de una de tantas expediciones que, en los últimos tiempos, están realizando las empresas comercializadoras a la finca experimental ‘Las Palmerillas’, perteneciente a la fundación Cajamar, el municipio almeriense de El Ejido.
En un inmenso espacio, a 150 metros sobre el nivel del mar y con una treintena de invernaderos de 600 a 800 metros cuadrados de media, se cuece el futuro de la agricultura de la costa de Almería y Granada, al tiempo que se experimenta en una doble dirección: «mejorar las estructuras o equipamiento de los invernaderos y mejorar el rendimiento de los cultivos para obtener mejores resultados», explica Roberto García Torrente, director del área de investigación agroalimentaria de la fundación.
Las estructuras invernadas, la experimentación sobre los cultivos tradicionales de tomate, pepino, pimiento, calabacín, etc… para conseguir variedades más fuertes, resistentes, atractivas y cien por cien respetuosas con el medio ambiente constituyen varios de los frentes que se muestran a los agricultores, que salen de allí con la boca abierta y pensando cómo podrían extrapolar lo que ven a sus explotaciones.
«Intento asimilar todo lo que he visto -comenta Jesús Puertas- y sobre pienso en cómo poder aplicar muchos de estos avances para ser más productivos y reducir costes al mismo tiempo».
Y esta es una de las claves, los costes. El técnico agrícola Carlos Mota, uno como tantos otros que visitan con regularidad las instalaciones de ‘las Palmerillas’ se muestra convencido de la importancia de comprobar sobre el terreno hasta donde puede ser capaz de llegar la agricultura. «El agricultor está por la labor y quiere innovar y mucho de lo que ve en esta finca terminará aplicándolo a su propia explotación».
Según Mota, este afán de renovarse y reciclarse, por parte de los productores, es mucho más meritorio si tenemos en cuenta que el agricultor ya realiza un esfuerzo añadido y diario con las observancias de las certificaciones, plazos de seguridad, calidad, etc..
Es más, a ras de campo y a pesar de las a veces terribles oscilaciones de precios, el agricultor de verdad no abandona su empeño y sigue: «Me parece muy bien visitar estas fincas y aprender -comenta la agricultora Concepción Braojos Folgoso- pues todos tenemos muchos problemas diarios cuya solución tiene que ver mucho con lo que conozcamos sobre ellos».
Esta productora, con cultivo de tomate gordo recién puesto y con cultivo en la Nacla, Motril, y el llano del Magistral, en Carchuna, se mostraba entusiasmada con los avances que se ofrecían en ‘las Palmerillas’ contra determinadas enfermedades.
Y no solo estas o las plagas, el responsable de tecnología de invernaderos de la finca, Juan Carlos Gázquez, explicaba pormenorizadamente a los agricultores granadinos otras muchas cuestiones que van a adquirir un protagonismo no solo evidente, sino necesario, para alcanzar un nivel elevado de tecnificación agraria: El doble techo en los invernaderos, para mejorar el estado vegetativo del cultivo, la generación de bio-masa a través del propio desecho agrícola para conseguir una fuente energética limpia o la producción invernada de micro-algas con utilidad en cosmetología, industria farmacéutica y de combustible. «En general, yo veo ideas muy asumibles por el agricultor, cada uno a su escala, pues de lo que se trata es de mejorar», indica Emilio Maldonado, responsable de calidad de la empresa Eurocastell, S.A.T..
Ideas más adaptables
De hecho, al principio de estas visitas los productores pueden plantear el problema de los costes para intentar plasmar en sus fincas algunos de los avances productivos o de infraestructura que ven en ‘Las Palmerillas’, pero al final cada uno se lleva en la cabeza ideas más adaptables a su propia realidad, tomando como referencia lo que han visto.
Francisco Rubia Rubia, agricultor de Castillo de Baños lo ve así: «Se aprende mucho, desde luego y aunque se vea algo sofisticado y difícil de aplicar, en principio, siempre te quedas con algo que puedes aplicar a tu explotación».
En general, los cientos y miles de agricultores de la Costa de Granada sufren ahora mismo en sus carnes la inestabilidad de un sector que está siendo atacado desde todos los frentes exteriores, pero ellos están dispuestos a seguir adelante utilizando como principales armas la formación y la especialización sin olvidar la innovación. «Es un esfuerzo increíble y yo no se cómo no nos desmoralizamos a veces -relata la agricultora Vanessa Berrio Sánchez, de Puntalón- yo misma no concibo que un pepino pueda venderse en Inglaterra por cinco euros la unidad».