Aceite de oliva ‘made in Granada’ en 44 países

Los datos están ahí. La agricultura es el sector productivo que demanda mayor cantidad de mano de obra en la provincia. Según la Encuesta de Población Activa (EPA), el número de ocupados ha crecido en el campo en 15.700 personas en el último año. Hay más empleo porque hay más actividad. Y en este contexto habría que enmarcar la pujanza del olivar granadino, el tercero más importante de España en magnitudes productivas. Los más de 28.000 oleicultores de Granada han cosechado este curso 113.169 toneladas -sólo Jaén y Córdoba se sitúan por delante-. Una oferta que registra una clara tendencia al alza en el último decenio y que encuentra salida en el mercado nacional, pero también, de forma muy relevante, en el internacional. Pongamos la lupa en el último ejercicio completo. Las exportaciones de aceite de oliva alcanzaron los 150,8 millones de euros. Estamos hablando de un incremento superior al 30% respecto a los 112,9 millones que se contabilizaron en 2014.

Detrás de este aumento subyace la subida de precios, con el kilogramo cotizándose a más de tres euros -unos 60 céntimos por encima del umbral de la rentabilidad para la generalidad de las plantaciones-. Venimos de un par de años con cosechas justas y también con una disponibilidad bastante ajustada. Pero el oro verde ‘made in Granada’, con la apuesta por la calidad que supone la existencia de dos denominaciones de origen, Montes de Granada y Poniente de Granada, también gana terreno gracias a los esfuerzos promocionales que están desarrollando administraciones como la Junta y organizaciones como Cooperativas Agroalimentarias, que están apostando por las ferias más importantes.

A pesar de ello, el margen de crecimiento es muy grande. Y lo es porque se está vendiendo mucho fuera de España. Eso sí, a granel. Es decir, se manda fuera de España para que otros lo envasen y se lleven los valores añadidos. Prácticamente uno de cada tres litros generados en Granada son llevados en cisterna hasta Italia. Y desde allí, ya convenientemente embotellado, se envía por todo el mundo -un porcentaje importante tiene como destino Estados Unidos, donde aún se identifica por defecto aceite con Italia-. Es un déficit que no viene de ahora y que tiene su origen en una cultura orientada a producir y no a comercializar. Y una tara que intentan superar poco a poco las 109 almazaras de Granada (59 industriales y 50 cooperativas) incorporando a sus plantillas profesionales especializados que tienen muy claro que el futuro pasa por mirar fuera de España.

La cuestión es que el aceite de oliva fabricado en Granada se distribuyó en 2015 en 44 países de los cinco continentes. En algunos casos de forma meramente testimonial; en otros, en cantidades realmente importantes. Entre los primeros, Argentina, Australia, Cuba, Kuwait, Malta, Noruega, Singapur o Venezuela. Entre los segundos, entre los principales clientes, Italia (49,1 millones de euros), China (29,6 millones), Francia (27,4 millones), Países Bajos (9,7 millones) o Reino Unido (8,5 millones).

Mejor valoración

Más allá de la inversión que implica la puesta en marcha de departamentos de internacionalización, la valoración del aceite que se exporta es también mucho mejor para los aceituneros que el que se queda en España. Mientras que el kilogramo se despachó fuera de España el año pasado a tres euros y medio por kilo, dentro se facturó a tres euros. Cincuenta céntimos de diferencia que se notan -y mucho- a la hora de la liquidación y que tienen una repercusión muy positiva en la renta de los hogares olivareros de Granada.

El olivar es un cultivo muy social. En Granada constituye una fuente de ingresos principal o secundaria para más de 28.000 familias. Está fuertemente implantado en comarcas como el Poniente o los Montes Orientales, donde es la principal actividad económica en decenas de municipios. También genera cientos de miles de jornales para los temporeros que, tras justificar las treinta y cinco jornadas, pueden acceder al subsidio agrario de 420 euros durante seis meses.

Mientras tanto, la campaña entra ya en su tramo final con el aceite por encima de la barrera psicológica de los tres euros por kilogramo, un importe que, a juicio de las organizaciones agrarias, permite que ganen los agricultores, envasadores y distribuidores, pero también se considera que permite la aplicación de unos márgenes comerciales que no afectan negativamente a los niveles de consumo. En el periodo comprendido entre octubre y abril se computaban en Granada unas ventas totales de 53.602 toneladas, prácticamente la mitad de lo producido. Las existencias superan las 68.000 toneladas.

Fuente: Ideal (17/08/2016)