4 ejemplos de museos de empresas que tienen gran éxito
Esta empresa ofrece desde hace 14 años tecnología para la diversión de niños y adultos, en un aprendizaje que ha permitido diseñar otras líneas de negocio como las de robótica profesional (humanoides) o de robótica aplicada a la educación, esta última que enlaza con la vocación divulgadora de la empresa y con la creación del Museo del Robot. Así nos los explica Daniel Bayon, CEO de la compañía.
De algún modo el concepto de museo estaba implícito desde la gestación del negocio. Siempre contó con un diseño de tienda rompedor basado en la animación, la celebración de talleres y la presentación de robots especiales que no estaban a la venta. Aunque Daniel ya adquiría piezas singulares, el paso definitivo fue conocer a Alejandro Alonso, un coleccionista particular que contaba con prototipos únicos. Es así cómo la colección en su conjunto alcanza las 150 piezas de hoy, y donde, por ejemplo, se puede ver en movimiento las distintas unidades de los robots perro de Sony.
“Al principio no había tanta afluencia de público pero ahora llenamos todos los pases de fin de semana, y a diario hay constantes visitas de escolares”, explica Bayón, consciente del poder de atracción y sorpresa de estos artilugios. Para su gestión está implicado un responsable junto a un equipo de otras siete personas, que combinan labores en tienda con las de- mostraciones del museo. Con todo, Bayón ve esta iniciativa como un complemento de la empresa, y si bien no descarta que crezca, considera que en la actualidad ya cumple con la misión de animación en tienda y de divulgación para la que se creó, ya que nunca se valoró su rentabilidad económica.
Museo del Chocolate Valor. Chocolates Valor. Villajoyosa (Alicante)
“El gran activo de este museo es ver tres fábricas de tres siglos diferentes listas para trabajar”. Lo explica con indisimulado entusiasmo Pedro López, representante de la cuarta generación de esta dinastía de chocolateros levantinos.
En 1998 la familia decidió poner en valor el patrimonio industrial que durante más de un siglo había custodiado, una medida de conservación que muestra la evolución en la fabricación del chocolate desde el siglo XIX. El propio López se implicó en la gestación del Museo del Chocolate Valor, animado por su padre y por el aventurero y periodista Miguel de la Cuadra Salcedo, enamorado de este patrimonio hasta entonces silenciado.
Además de un homenaje a las generaciones anteriores, el mu- seo se ha convertido en un acto de reafirmación de esta empresa de 360 trabajadores y 117 millones de facturación al año, que opera en un sector copado por grandes multinacionales. Es un proyecto que mezcla turismo y gastronomía, “dos puntales de la economía española”.
Con todo, López no niega que el Museo también conectaba con el tipo de acciones de relaciones públicas que realiza la empresa: “Es una manera, de acercar nuestra marca a los consumidores, de que conozcan la evolución de nuestra imagen a través del envoltorio o de que aquí el chocolate se fabrica partiendo del grano de cacao”.
El proyecto, con un equipo de ocho personas, se autofinancia gracias a las 80.000 visitas anuales y las ventas de la tienda. Esta última ha ido ganando espacio con los años. “Al principio no quería poner una tienda porque no me gustaba que se relacionara con una estrategia comercial, pero me aconsejaron poner una que luego ha tenido que ser ampliada por la demanda de los visitantes”, afirma.
Museo del Libro Fadrique de Basilea. Siloé, arte y bibliofilia. (Burgos)
El burgalés Juan José García es el impulsor, junto a Pablo Molinero, de Siloé, una editorial de arte y alta bibliofilia, nacida en 1997, que cuenta con doce Premios Nacionales del Ministerio de Cultura. La editorial se ha especializado en la reproducción facsímil de alguno de los manuscritos más emblemáticos de todos los tiempos, empezando por los Beatos de Liébana o la Biblia Románica de Burgos, hasta llegar al gran bombazo presentado recientemente: el Manuscrito Voynich. García muy pronto empezó a cavilar sobre la posibilidad de completar su proyecto empresarial con un museo del libro. Y es así cómo, tras años de trabajo, en 2010 nace el Museo del Libro Fadrique de Basilea, en honor a este impresor asentado en Burgos al que se atribuye la primera impresión de La Celestina de Fernando de Rojas. El Museo se ubica en el centro de la ciudad a medio camino entre la catedral y el Museo de la Evolución.
García afirma: “La empresa es sinónimo de riesgo, y el riesgo tiene mucho de romanticismo, y quizá este museo sea la mayor expresión de nuestro romanticismo. Creemos que hacemos una buena labor pedagógica explicando la evolución de los soportes de escritura a lo largo de la Historia. Nosotros vemos el museo como la cúspide de la autorrealización de cualquier empresa, una apuesta definitiva por su futuro que si bien no ofrece un retorno en término económico, sí lo ofrece en otros como notoriedad de marca”.
Museo del Aceite Molino del Medio. Proyecto personal. Robledillo de Gata (Cáceres)
Desde su vivienda anexa, Julio Rodríguez-Calvarro veía cómo la antigua almazara de su pueblo, Robledillo de Gata (Cáceres), amenazaba ruina. Así que decidió adquirirla: “Empecé a restaurarla y cuando en 2004 acababa, decidí hacerla visitable”. Y es así, casi sin premeditación, como nace este museo que homenajea la cultura del aceite en estas tierras a partir de uno del centenar de los molinos similares que llegaron a existir, y de los que hoy no quedan más de ocho. Decidió abordar su empeño sin subvenciones públicas. La sorpresa fue que “desde el principio tuvimos muchas visitas. Enseguida funcionó el boca oreja porque la cultura del aceite interesa mucho”.
Con un precio por entrada de 1,5 euros, queda claro que el proyecto no tiene un gran afán crematístico. Sin embargo, las más de 40.000 personas que lo han visitado, más las ventas de la tienda, han servido para crear un puesto de trabajo. En 2015 completó la oferta con varios apartamentos rurales con capacidad para 20 personas.
Fuente: Emprendedores