Una decena de emprendedores granadinos promueve la creación de un huerto urbano en el corazón de Granada capital

El final de la calle Imprenta conduce a las escaleras más estrechas de Granada y probablemente del mundo entero: no es posible que las suban dos personas a la vez. Justo al lado del primer escalón, a la derecha, hay una puerta de hierro y un letrero que informa de que la última actividad que se desarrolló dentro se llamó ZonArte, un coworking cultural que no sobrevivió a la pandemia. A ese jardín compartido por varios bloques de vecinos se le conoce por el nombre de La Higuera y desde hace un año no tiene ninguna utilidad salvo la puramente decorativa. Pero eso va a cambiar.

En ese espacio, a menos de cien metros de una zona tan concurrida como la Plaza Nueva, rodeado de asfalto por los cuatro costados, en breve brotarán tomates y otras hortalizas. También flores, plantas aromáticas y hasta árboles frutales. Será un huerto con todas las de la ley y si hay algún adjetivo que le cuadre más que ninguno es el de urbano.

De eso se está encargando el Urban Green Club, una empresa formada por un grupo de jóvenes granadinos (entre cinco y diez, según su disponibilidad en cada momento). Desde el mes de junio este colectivo puso en marcha una idea que le venía rondando por la cabeza a sus fundadores: convertir un espacio «icónico» del centro de la ciudad en un huerto. Crear un vergel en plena jungla de cemento.

Al habla con el emprendedor

El término «icónico» lo ha utilizado Nicolás Gemio. Tiene 24 años y la cabeza muy bien amueblada. Está al frente del colectivo juvenil que «sin ánimo de lucro» pretende que La Higuera funcione como huerto urbano en este mes de julio. Allí se van a instalar treinta bancales, de un metro cuadrado cada uno, para que los socios que decidan apuntarse al proyecto puedan disponer de un huerto propio.

Obviamente, serán instalaciones de pequeño tamaño. Macetas, en concreto. Pero sus promotores creen que eso va a dar más de sí de lo que se imagina desde fuera. «Puede parecer que un metro cuadrado es muy poco espacio, pero se puede aprovechar muchísimo», asegura Gemio.

Así serán los bancales que se ubiquen en la finca La Higuera, junto a la Plaza Nueva.

Para que el proyecto se convierta en una realidad, se necesita financiación. A principios de este junio de 2021, Urban Green Club puso en marcha (a través de la plataforma goteo.org) una campaña de recaudación de fondos, eso que ya se ha popularizado con el nombre de crowdfunding, para disponer de un capital inicial de 3.000 euros. Se emplearán para pagar los tres primeros meses de alquiler de la finca y para costear el montaje de la estructura del huerto y permitir así que «puedan habitarla los vecinos que estén interesados».

«El objetivo es tener el dinero recaudado en julio y que las personas que tengan su bancal lo disfruten de agosto a octubre y luego hacer rotaciones”, describe el joven empresario. Lo de las rotaciones quiere decir que quien disponga de su sitio (cada unidad tiene la dimensión de un palé) no lo tendrá en propiedad sino, en principio, para esos tres meses. Aunque ese periodo se podría renovar, lo que se pretende es lo contrario: ajustar el espacio global a una demanda que los promotores esperan sea tan elevada o más como de antemano suponen.

Colaboradores sin maceta

A cambio de esos tres meses de membresía, los socios deberán pagar 20 euros. Ese periodo es «tiempo suficiente para hacer experimentos de agricultura urbana», opina el emprendedor granadino, que añade que también se han previsto fórmulas para beneficiar con esta iniciativa a quienes no planten nada pero aun así quieran estar. «Hay otras recompensas para personas que no quieren participar directamente, pero que sí desean colaborar” Son los llamados macetones publicitarios. «Las empresas que quieran tener una presencia aquí y demostrar su compromiso con una Granada más verde, puedan hacerlo. De entrada se ubicaría dentro del huerto, sería macetero customizado, publicitario. Podrían tenerlo ahí dentro o llevárselo si lo prefieren”, resalta.

Pero es que el proyecto va más allá. Si la cosa funciona (y la financiación lo sostiene) el huerto urbano pretende también albergar en un futuro cercano actividades como ecomercados o sesiones de cine nocturno. Aunque Nicolás Gemio admite que pensar en eso es ir un poco deprisa, el entusiasmo le puede y deja caer que lo suyo sería «organizar cosas todos los fines de semana».

Recreación de un espacio para macetas en el lugar donde se instalará el huerto urbano.

Cualquiera podrá pensar que La Higuera no es el único espacio desaprovechado del centro de Granada que podría servir para un cometido similar. Y tendrá razón. El portavoz de Urban Green Club desvela que en los dos años que el colectivo lleva en marcha, él y sus compañeros le han echado el ojo a otros muchos lugares «públicos y privados» que están «infrautilizados». Concede, por lo demás, que su grupo no ha «reinventado la rueda», sino que sólo se ha fijado en lo que ya se hace, con éxito, en otras grandes ciudades europeas. Si allí está funcionando, a ver por qué aquí no va a ocurrir lo mismo.

Decenas de iniciativas

Le gustaría que esta iniciativa contara con un respaldo de las instituciones, aunque sabe que la burocracia tiende a ralentizar las cosas. Pone como ejemplo a los centros cívicos de Granada. «Sólo uno de los ocho tiene un huerto y estamos dispuestos a trabajar para que instalarlos en todos ellos de aquí a un año. Nos parece que es una actividad muy apropiada tanto para los más pequeños como para los más mayores».

En ese mismo sentido, a Urban Green Club le gustaría que fructificara «otro proyecto que hemos empezado a abordar con el ayuntamiento» y que les llevaría a instalarse en el parque ubicado en el antiguo cuartel de Las Palmas, junto a la Cuesta de Escoriaza, en el Realejo, que ahora tiene una parcela claramente en desuso y que es «un espacio que los vecinos de la zona nos han pedido que se habilite como huerto». Sería una función bien distinta a la que se planeó, pero no se concretó, en el año 2017: hacer allí un aparcamiento para residentes del barrio.

Pese a que respeta profundamente y le parecen «magníficas» otras iniciativas que ya están en marcha en Granada y sitios próximos, como los huertos en el Parque de la Alquería de La Chana, como las parcelas que hay cerca de la Plaza Neptuno, como las bancadas junto a la Granja Maravillas, en la Vega, o como el Huerto del Abuelo Cebolleta, en Cenes de la Vega, entiende que el huerto urbano que su organización auspicia  «tiene la ventaja de que es céntrico. La vega queda muy lejos para la mayoría. Nosotros pensamos en esta opción porque nos parece más cómoda y fácil. Es la mejor forma de hacer sostenible un huerto. Hemos tenido en cuenta la cuestión de la  movilidad, creemos que restringimos el acceso a la gente si los ponemos sólo en la periferia”, continúa.

Cuestión de prioridades

Ahora bien: ¿los huertos en espacios más abiertos, como la vega, no contribuyen acercar a los más jóvenes al campo? O, formulado de otra manera, ¿estar en un sitio nada campestre es un hándicap? Nicolás Gemio contesta que “hay un reto, que es acercar lo mejor de la ciudad al campo, y otro, que consiste en acercar lo mejor del campo a la ciudad. Nosotros nos enfocamos en lo segundo y, aunque es cierto que con un macetohuerto como el que ahora impulsamos junto a la Plaza Nueva no podemos tener la misma producción, hemos optado, pensando en el factor educativo, que puede ser muy positivo las personas aprendan los principios fundamentales de la agricultura, que los niños vean la flor del tomate y de la lechuga, que se den cuenta de que eso no sale de un supermercado. Y para eso sólo hace falta tener un espacio como éste”.

El jardín se está acondicionando con idea de que los socios puedan utilizarlo en julio.

Antes se mencionó que el proyecto de La Higuera es sin ánimo de lucro. Pero eso no quiere decir que los de ese colectivo aspiren a vivir del aire. En sus dos años de vida, Urban Green Club ha desarrollado otra serie de proyectos que están funcionando razonablemente bien. Por ejemplo, por medio de su tienda online distribuyen bancales a diversos puntos de España. Cosa que tuvo su dificultad al principio.

“Nos tuvimos que meter un poco a carpinteros, porque lo que encontramos en centros de jardinería no era lo suficientemente cómodo ni estético. Por eso hacemos los maceteros con ruedas. Los elaboramos en un taller en el que trabajan personas con discapacidad intelectual”, comenta el ecologista. Son «maceteros muy versátiles que se pueden poner en cualquier azotea o terraza, o en cualquier sitio con acceso a tierra. Nos los piden de toda España porque los hacemos de forma bastante peculiar y a la gente lea gustan”.

Además, diseñan huertos para particulares que los solicitan. A medida, por decirlo así. “Nuestra especialidad son los espacios sin acceso directo a tierra, por eso utilizamos maceteros elevados con ruedas. Ponemos en práctica los principios de la permacultura y pensamos mucho en el uso que se le va a dar a esos espacios», concluye.

Fuente: Granadaimedia