¿Se puede cultivar chirimoya nueve meses al año? Ésta es la aspiración de un grupo de técnicos que invesgitan como alargar la producción en la Costa Tropical

Un grupo de técnicos de la finca experimental ‘La Nacla-Puntalón’ investiga cómo mantener la producción de chirimoya durante nueve meses al año, cuando actualmente se limita a tan sólo cuatro. El ensayo está liderado por el ingeniero agrícola de la explotación experimental, Javier García Tapias.

La primera de las premisas que se emplea en este ensayo es compaginar ocho variedades, cuatro tempranas y otras cuatro tardías, una pieza clave del experimento. «Lo que pretendemos es conseguir los nueve meses de producción de chirimoya ya sea a través de variedades tempranas o porque la variedad sea tan tardía que con una poda muy retrasada sea suficiente para obtener chirimoya en marzo, abril o incluso mayo», afirma Tapias.

El objetivo es mantener la producción desde el mes de octubre hasta junio, por lo que sólo faltaría producción de chirimoya en la Costa Tropical durante los meses de verano. En la ‘Nacla-Puntalón’ pretenden mantener la máxima obtención de fruto durante esos nueve meses, hasta alcanzar 20 toneladas por cada hectárea «independientemente de la que la variedad sea temprana o tardía».

Una de las claves para alcanzar ese máximo de producción es realizar una poda severa de los árboles, ya sea temprana o tardía, ya que además de ofrecer más fruto supone bastantes ventajas para el agricultor que puede reducir de forma considerable la mano de obra al tener árboles más asequibles de los que se coge el fruto, se riega o se polinizan más fácilmente. «La idea es que se pueda hacer todo desde el suelo y simplificar lo máximo las tareas».

Otra de las investigaciones que lidera García Tapias va encaminada a cuadruplicar la producción de chirimoyas por hectárea y hacer lo más longeva posible la vida de los árboles que dan este fruto.

Tapia ha señalado que la plantación experimental, que ha cumplido tres años, se ha hecho dejando un hueco de tres metros por dos metros y medio, lo que posibilita plantar 1.300 árboles por hectárea, frente a los 300 del sistema convencional con el que se deja un hueco de siete por siete metros o nueve por nueve metros para el crecimiento de la planta. El objetivo es multiplicar por cuatro las cinco toneladas de fruto que se obtienen de forma convencional.

De nuevo, lo fundamental de este sistema productivo es realizar una poda severa a las plantas de tal forma que el fruto cada campaña se pueda recolectar bien desde el suelo, que las plantas no pierdan toda su energía en crecer, sino en dar un fruto de mayor calidad y que tareas como el riego o el abonado sean más sencillas para el agricultor.

El reto ahora es alargar la longevidad de las plantas (habitualmente es de 15 a 20 años) y conseguir la mayor producción posible durante todo ese periodo de existencia del chirimoyo.

Fuente: La Opinión de Granada (19/08/2011)