Riesgos de la financiación alternativa: no le regale su proyecto al inversor

Crowdfunding, business angels, crowdsourcing, crowdlending, etc. Un sinfín de palabras han surgido porque multitud de métodos han tenido que crearse para que la innovación siga adelante. En el último lustro, una buena idea no ha sido suficiente para que los bancos accedan a financiar los proyectos más innovadores.

Y como en todo ecosistema, en el empresarial también surgen otras opciones para que la especie pueda seguir viviendo; así han llegado las plataformas para conseguir financiación y las personas que prestan dinero a cambio de una participación.

De esta forma han triunfado ideas como la de Adán Bastos con Faceon -división focalizada en el reconocimiento facial para evitar los hurtos- o Felipe Navío, de Jobandtalent. Pero, por contra, existen otros casos en los que estos nuevos métodos no sólo no han triunfado, si no que han resultado ser un fraude.

Posibles fraudes

El principal problema de estas plataformas es que la idea del emprendedor se expone durante un tiempo en la red, de forma que cualquiera puede transformarla en realidad sin contar con el inventor. Aunque no sólo pueden copiarle la idea quienes la vean a través de la web, si no que si presenta la idea y su estrategia empresarial a un inversor , puede ser él mismo quien se encargue de hacer el plagio.

Esto sucede porque «las actividades de intermediación realizadas por las plataformas se enmarcan dentro de la banca en la sombre, por lo que, al quedar fuera del sistema bancario tradicional, están sometidas a una regulación más laxa. En este sentido, es necesario un marco regulatorio equilibrado que permita el desarrollo de esta fuente complementaria de financiación y, al mismo tiempo, evite posibles riesgos sistémicos», reza BBVA Research a través de su observatorio Crowdfunding en 360º: alternativa de financiación en la era digital.

En lo que coincide Silvia Caparrós, autora del informe Experiencias de crowdfunding en el Estado español y Cataluña, al afirmar que «resulta evidente que para potenciar el crowdfunding como una actividad de mecenazgo que apoye los proyectos incipientes, se requiere un mejor tratamiento fiscal, tanto para los inversores como para los emprendeores».

Validación de modelos

Otro problema que aqueja a este nuevo modelo de negocio es que muchas veces los proyectos seleccionados son expuestos en las redes para que el público elija uno; y aunque prometen que el ganador será financiado, realmente no es más que «el ensayo de prueba y error para validar modelos de negocio innovadores» como dice Isabel Giménez Zuriaga en su capítulo del informe Observatorios sobre la reforma de los mercados financieros europeos.

Además, hay quien va un paso más allá y se las ingenia para beneficiarse de una forma todavía menos moral que las anteriores. Eso pasó en la plataforma Kickstarter cuando el usuario llamado Encik Farhan donaba grandes cantidades de dinero a campañas de financiación que anunciaban recompensas y cuando recibía la recompensa contactaba con la compañía de su tarjeta de crédito para registrar una disputa sobre el dinero y quedarse así tanto con el donativo como con la compensación. De esta forma el donante estafó a más de 100 campañas.

Y aunque éstos son los peores casos, también existen situaciones de otra índole que pueden afectar al invento: que el donante, tras haberle ayudado en la fase inicial, decida no seguir invirtiendo en el proyecto o que los inversores decidan retirar la cuantía que le ha hecho llegar.

Soluciones

Lo más sencillo es patentar lo que se vaya a comercializar -que debe incluir alguna característica innovadora-; es aconsejable hacerlo antes de que el producto, salga al mercado ya que una vez empiece a distribuirse el producto no se podrá reclamar la patente. Además, si decide patentar, es mejor hacerlo a nivel mundial que estatal si se tiene en cuenta el nivel de globalización y que su idea puede llegar a cualquier lugar del mundo.

Si necesita la financiación antes de llevar a cabo el producto, cuando preste la idea, presente un documento legal que proteja su idea. En caso de no tener claro qué incuir en dicho documento, pida consejo a un abogado.

Pero si aún así le han defraudado, no dude en difundirlo por Internet, ya que igual que un buen invento triunfa a través de la red, las malas críticas corren a la velocidad de la luz en el ciberespacio. De esta forma podrá alertar a otras personas para que no pasen por la misma situación, así como lograr que quien haya acabado son su idea sea vetado en este ecosistema.

Fuente: El Economista (19/03/2015)