Renunciar a tus vacaciones no te hace más productivo

Eres un adicto al trabajo, de esos que se quedan en la oficina hasta bien entrada la noche y trabaja los fines de semana y los días libres. Aunque no lo creas, esta actitud no te servirá de nada para ser jefe. 

Responde con total sinceridad a esta pregunta: ¿Renunciarías a tus vacaciones? Si eres del reducido grupo de gente que ha contestado sí, deberías plantearte también ¿por qué? Trabajar más horas que nadie, pasar los fines de semana en la oficina y las vacaciones secuestrado por el correo electrónico y los informes pendientes no es lo más común, pero ocurre.

A pesar de todo, este excesivo compromiso con la empresa no hace a un profesional mejor, ni más productivo que aquel que sabe organizar su tiempo y disfrutar de sus días libres.

Aunque algunos no lo crean, existen empleados que deciden quedarse sin vacaciones por su trabajo. «El perfil suele ser el de aquel profesional con alto grado de responsabilidad que entiende que hay que estar al pie del cañón en determinados momentos, y que no suele ser muy organizado, por lo que aplaza sus días de descanso hasta que ve que ya no hay tiempo para tomárselos», describe Paco Muro, presidente de Otto Walter.

En el fondo se trata del conocido como workaholic, «aquel que siempre está enganchado al móvil del trabajo, el que envía correos hasta de madrugada y trabaja los fines de semana», añade Muro. Un trabajador que, en definitiva, no sabe desconectar, «lo que no le hace ni mejor empleado ni significa que esté más comprometido que los demás», sentencia el presidente de Otto Walter.

«Suelen ser personas neuróticas», cree José Manuel Casado, socio fundador de 2C Consulting, «con problemas de carácter social y/o de afectividad, que se encierran en su trabajo para sublimar su patología. Lo curioso es que estos trabajadores suelen negar el problema, lo que pone de manifiesto una distorsión en la apreciación de la realidad, a menudo por el consenso social que ve bien el trabajo intenso».

También puede darse esta obsesión «laboral en entornos muy competitivos e individualistas; en personas cuyas vidas giran alrededor del trabajo; en los que van de mártires y dicen que lo dan todo por la empresa; y en los que temen perder su puesto», indica Montse Ventosa, fundadora de Truthmark.A cambio…

Lo que es cierto es que uno no se pasa más de 10 horas trabajando y los fines de semana rechazando planes de ocio por amor al arte. O sí… Muro cree que «quien renuncia a sus vacaciones no suele esperar nada a cambio.Si acaso entiende que merece cierta protección por parte de los jefes cuando lleguen los malos tiempos. Algo que, sin embargo, no pasará porque se considera que el que trabaja de más lo hace porque quiere». Una opinión con la que no está de acuerdo Ventosa, quien cree que este tipo de trabajadores busca con su actitud «que no les traicionen, no perder su empleo en momentos difíciles, promoción o reconocimiento y que nadie husmee en su trabajo».

Sea lo que sea lo que pretendan con tantas horas en la empresa, lo que sí consiguen es una relación poco amistosa con el resto de compañeros. Sobre todo cuando se trata de adictos al trabajo que, además, ansían convertirse en jefe con este comportamiento.

Los workaholic tampoco son considerados imprescindibles por los buenos líderes, porque «suelen ser personas que entorpecen el ritmo del trabajo de los demás, ya que únicamente piensan en sus tareas y no en las de los compañeros, y son incapaces de trabajar en equipo», advierte Casado.

En el fondo, lo que debe hacer un buen jefe es «fomentar el rendimiento, el trabajo al día y bien hecho, y los buenos resultados. Si el que renuncia a sus vacaciones no aporta nada para que lo anterior ocurra debe ser corregido, aunque duerma en la oficina. No es cuestión de estar más horas que nadie en la empresa. Se trata de trabajar bien y estar a la altura de lo que se espera de uno», asegura Muro.

Si aun así, hay quien prefiere no coger sus días de vacaciones para adelantar trabajo, acabar el que se le ha amontonado o hacer méritos está en todo su derecho. Sobre todo, si él es feliz de esa manera y no desequilibra al resto del equipo. Pero deberá tener en cuenta que esas vacaciones que no se ha tomado las perderá, porque no se acumulan de un año a otro; y ese descanso, tan necesario como merecido, es indispensable para no perder fuelle en el día a día.

Mal jefe

Sólo los malos jefes se alegran de contar con adictos al trabajo en sus filas, porque piensan de forma egoísta y creen que es positivo para la compañía.

Fuente: Expansión (26/12/2014)