¿Quién dice que la arquitectura es una profesión en crisis?

Ni tirar la toalla, ni emigrar al extranjero. Ante el batacazo del ladrillo, estos arquitectos optaron por crear algo diferente. Holedeck, CartonLab o ConteneDomus confirman que las crisis se superan con más innovación.

La arquitectura es sin duda una de las profesiones más castigadas en los últimos años, pese a ser también una de las más creativas. El batacazo del ladrillo -que ahora al fin atisba signos reseñables de mejora- obligó a muchos de estos profesionales a salir al extranjero o a reformular su carrera hacia la decoración de interiores, la rehabilitación, la eficiencia energética o la rehabilitación vinculada a la eficiencia energética. Otro grupo, más reducido, ha optado por desarrollar un producto comercial diferente.

¿Sabías que una silla hecha de cartón puede fácilmente soportar los 150 kilogramos de peso? CartonLab, con sede en Murcia, apuesta por crear diseños innovadores basados en este económico material.

Es el caso de CartonLab, una empresa murciana nacida en 2010 en el seno del estudio Moho Arquitectos. Realiza diseños empleando el cartón, «un material mucho más resistente de lo que aparenta. Una silla hecha de cartón, por ejemplo, puede sostener fácilmente los 150 kilos de peso», asegura Nacho Bautista, uno de sus tres socios fundadores.

Diseñan productos y espacios para escaparates, pop up stores, ferias, tiendas retail, hogares… «Es un material firme, y económico, y en nuestro caso procuramos también que sea 100% reciclable y que proceda de bosques nacionales», apunta Bautista. CartonLab, que ya da beneficios, piensa en dar el salto internacional, empezando por EEUU. «Hemos hecho algunas incursiones en América Latina, pero nuestra voluntad es ahora abrir una filial en Norteamérica», agrega.

España, tras el ‘huracán’

Es muy difícil cuantificar cuantos arquitectos que han desaparecido durante la crisis, pues muchos son autónomos y otros se han incorporado a empresas industriales o financieras. En los peores años de la crisis, se calcula que la facturación del gremio se contrajo hasta un 80%.

El arquitecto Alberto Alarcón, fundador de Holedeck, ha creado unos moldes revolucionarios: emplean una menor proporción de hormigón, reduciendo el coste de fabricación de un edificio en un 20%

¿Hay aún mercado en España? «Lo hay, aunque bajo formas muy distintas a las de antes. La reconversión de zonas industriales, la rehabilitación de los centros urbanos… Existen oportunidades, pero son los propios arquitectos españoles los que han sabido buscar fórmulas para salir adelante», indica José Antonio Granero, decano del Colegio Oficial de Arquitectos de Madrid (COAM).

«En esta profesión el emprendimiento es innato: nos dedicamos a crear prototipos donde antes no había nada», defiende. Y continúa: «Los arquitectos españoles tienen una formación muy completa, son creativos y pragmáticos, de ahí que estén muy bien considerados fuera».

Holedeck es otro ejemplo de cómo toda crisis se supera a base de innovación. Ganadora de los premios Emprendedor XXI de 2012, de La Caixa, o del Premio Emprendedores de la Fundación Everis, el año pasado, esta compañía ha creado una modalidad novedosa de hormigón, que permite reducir en un 20% el presupuesto total de construcción de un edificio.

La compañía nació con una clara vocación internacional y en la actualidad opera también en EEUU, Colombia, México, Bolivia, Suiza o Francia, y próximamente también en Asia.

Casas como coches

ConteneDomus, la idea patentada de Manuel de Diego, Ismael Domínguez y Manuel Cansino, tres arquitectos sevillanos, es la de fabricar las casas como los coches: en cadena para abaratar costes. ConteneDomus, que ha recibido uno de los premios nacionales de 2014 del Consejo Superior de Colegios de Arquitectos o el de la Fundación Innoves, pretende, según Domínguez, abaratar la producción de viviendas (u otros edificios) para hacerlas más accesibles a la población con dificultades económicas.

Tras cinco años de I+D, la firma ha diseñado siete tipos de módulos estándar (cocina, baño, salón, etc.) cuyo diseño permite construirlos en fábrica y «enfucharlos» unos a otros para combinarlos de forma casi ilimitada, lo que permite personalizar el diseño e incluso una ampliación posterior, añadiendo módulos adicionales. Aunque usan contenedores de acero para la estructura, sus casas cumplen el Código Técnico de Edificación, son hipotecables y por su acabado y aislamiento no se distinguen de una vivienda convencional salvo en el precio.

Fuente: Expansión (28/04/2015)