Qué pasa cuando tu ‘start up’ se convierte en una empresa

En algunos casos, montar un negocio tiene sólo el objetivo de venderlo, pero la mayoría de los que crean compañías pretende crecer y llegar a ese momento en el que se pasa de emprendedor a empresario. «Todas las start up deben aspirar a ser empresas». Javier Andrés, fundador de Ticketea –dedicada a gestionar eventos y a vender entradas– afirmaba esto poco después de hacer pública, hace pocos días, la compra de Telémaco Sistemas, una empresa de desarrollo de software que ofrece soluciones tecnológicas personalizadas a los organizadores de grandes eventos, especialmente deportivos y teatros.

Con la adquisición, la plataforma de autogestión de Ticketea –con la que cualquier persona puede crear y promocionar sus eventos fácilmente– se enriquecía con una nueva modalidad de organización, más sofisticada, para cubrir las necesidades específicas que nacen de eventos más complejos.

Para Andrés ha llegado el punto crucial: «Quizá este sea el momento en que dejamos de ser una start up y pasamos a ser una empresa, pero sin duda lucharemos por no perder nunca los valores y la cultura empresarial que nos han ayudado a llegar hasta aquí».

El fundador de la compañía se lamenta de que «lo triste es que muchos emprendedores españoles piensan que su éxito pasa sólo por esperar que venga el Mr. Marshall de turno desde las Américas y les compre. Todo emprendedor sabe que cuando comienza su aventura tiene un gran objetivo: crecer. Pero tan importante como cuánto creces es cómo lo haces».

El fundador de esta start up convertida ya en empresa por obra y gracia de una compra explica que, normalmente, para crecer hay dos grandes vías: la orgánica –construyendo un mejor equipo, que haga posible crear un mejor producto, que atraiga más y mejores clientes dispuestos a pagar–; o comprando, esto es, adquiriendo empresas que complementen tu negocio y te ayuden a crecer ahorrando tiempo y recursos en el medio o largo plazo.

Para una start up tecnológica como Ticketea, el reto no es que venga alguien y adquiera la compañía. Javier Andrés cree que más bien se trata de profesionalizarse y crecer comprando.

Lo que cambia…

«Tenemos claro que el paso a empresa nos debe llevar a pensar en determinadas ventajas de una start up que no queremos perder: la agilidad, la innovación, el gusto por lo desconocido y por probar cosas nuevas… Todo esto no es contradictorio cuando te transformas en una empresa».

Además, Andrés cita algunos factores diferenciales y determinados cambios: «El volumen y el tamaño son diferentes, y se hace necesario profesionalizar más aún la dinámica interna de la compañía. Hemos dedicado tiempo a profesionalizar las operaciones y la gestión interna, así como los aspectos comerciales».

Es un hecho que casi el 90% de los nuevos negocios no supera los dos años de vida. Conseguir que tu nueva empresa supere esa fatídica fase inicial y se consolide depende más de tus habilidades de gestión que del potencial que una buena idea pueda tener en el mercado.

La clave muchas veces está en la capacidad de adaptación al entorno y en la flexibilidad para cambiar el producto o servicio en función de la demanda del cliente.

Los recursos humanos

El cambio de start up a empresa implica asimismo una mayor preocupación por las cuestiones que tienen que ver con personas y procesos. El equipo. En todo proyecto empresarial es fundamental un grupo de personas que se complementen y cuyo trabajo esté orientado a la mejora continua y a la ejecución del producto o servicio.

Como fundador de una start up que ha decidido convertirse en empresa debes ser consciente de quién quiere moverse; no olvides gestionar las emociones de aquellos que tiran del carro; proporciónales retos constantes; bríndales argumentos para que confíen en tu liderazgo, para que sigan aprendiendo en tu organización y no se sientan dejados de lado, sobre todo si aún tienen mucho que ofrecer.

Fuente: Expansión (25/03/2014)