Por qué tu jefe debería contratar ya a todos tus amigos

Confiar en los amigos cuando eres fundador de una ‘start up’ supone un plus al contratar. La cuestión es si trabajar con amigos es también eficaz y si las empresas deben formar grupos basados en la amistad.

En el mundo de las start up, contratar a amigos o a colegas profesionales con los que nos une una relación especial puede suponer una garantía al seleccionar personal eficaz para el lanzamiento de la empresa. Muchas teorías y expertos recomiendan esta estrategia a los fundadores de nuevos negocios como modelo de eficacia. Un reciente estudio de la red de emprendedores The Entrepreneur Insiders recuerda esta idea ya sabida de que muchos fundadores de start up tienden a reclutar a buenos amigos o a colegas profesionales con los que han establecido una relación especial para iniciar su aventura empresarial. Ya se sabe que el «family, friends and fools» es una norma habitual cuando se busca financiación, pero el hecho de confiar en la segunda «f», la de los amigos, cuando se crea una start up, parece ser una garantía de éxito y una estrategia de comienzo sólida. Confías en ellos, y ellos en ti, y en la misión y visión de la compañía.

Mejor solo…

La cuestión es si se puede trasladar todo esto a las empresas tradicionales, y si es posible trasplantar esta estrategia de selección basada en tejer una red de amigos y de colegas con una relación especial. Que el grupo de confianza sea garantía de eficacia.

Al menos en el mundo de las start up, la idea es que contratar a amigos en los que confías cuando creas tu empresa es unacommodity.

Conoces sus debilidades y fortalezas y, sobre la base de tu experiencia y relación con ellos, eres consciente de su ética profesional, de sus pasiones y de sus fallos.

En todo caso, hay que tener en cuenta que la selección debe estar basada en aptitudes y valores. Si sólo nos fijamos en los valores, esto nos lleva a las buenas personas, que son interesantes como amigos. En el trabajo se necesita una aptitud de cara a la exploración y la búsqueda. Si no, encontramos un profesional pasivo que no es eficiente.

Una reciente encuesta de Gallup revela que un buen amigo en el puesto habitual incrementa la satisfacción profesional en un 50%. Y quienes tienen un «mejor amigo» en el trabajo, «son siete veces más proclives a estar comprometidos y enganchados en su puesto». Resulta indudable que el vínculo entre los miembros y la pertenencia a un grupo es una de las necesidades básicas humanas. El todo es más que la suma de las partes, y el talento colectivo que se genera tiene un gran potencial para lograr aquello que se nos proponemos.

Pero hay que tener cuidado cuando un equipo no busca la mejor solución, sino el consenso a toda costa, el buen rollo puro y duro. Tener demasiada confianza, o un sentimiento de familia mal entendido puede ser perjudicial para la innovación y el rendimiento. Los entornos excesivamente personales están asimismo reñidos con el entorno profesional.

Lo que se conoce como buen rollo es ante todo respeto, profesionalidad, colaboración y ser buena persona. La amistad y las aficiones comunes están muy bien, pero no son imprescindibles. Es mejor un buen ambiente laboral, pero sin caer en los excesos. Así, el exceso de buen rollo en el trabajo es, a largo plazo, un infierno laboral que también resulta insoportable. Y muy poco eficaz.

Elegir a los compañeros

Confiar en esa red de amigos y colegas profesionales en los inicios de la aventura empresarial también supone un buen cimiento cuando sea necesario extender las contrataciones en caso de que la compañía crezca. Según The Entrepreneurs Insiders, en ese caso conviene recurrir a esa red de amigos para hacer nuevas contrataciones.

Aquí las referencias juegan un papel fundamental. En el caso del fundador de una start up, los empleados que contrataste al principio (profesionales a los que conoces, con los que te gusta trabajar y a los que admiras) pueden llegar a recomendar a otros para hacer crecer la compañía. ¿Es esto posible en la empresa tradicional? La respuesta es que ya lo está siendo, y cada vez más: algunas compañías han decidido desarrollar programas en los que los empleados tienen cada vez más que decir acerca de las nuevas incorporaciones. Ya es posible trabajar en empresas en las que puedes escoger a tus colegas de trabajo

The Wall Street Journal explicaba recientemente que en algunos casos, como Amazon, hay grupos de empleados que tienen la responsabilidad de dar el visto bueno a las nuevas contrataciones. Se trata de una especie de selectores cualificados que ocupan puestos a tiempo completo en la empresa en diversos departamentos y juegan un papel determinante en la incorporación de nuevos empleados. Ese grupo de empleados selectores se adscribe a un programa voluntario que no implica retribución adicional por desempeñar estas funciones, y que supone evaluar hasta 10 candidatos, durante dos o tres horas cada uno, mientras se realiza el trabajo habitual.

No eres compinche de los reclutadores

Conviene que tengas buenos amigos en el trabajo… Incluso es posible ser amigo del jefe… Pero hay una faceta en la que conviene dejar al margen el ‘buenrollismo’. En el mercado laboral, sobre todo cuando buscas empleo y estás inmerso en un proceso de selección, los reclutadores no son tus amigos. No tienen por qué serlo. No son incondicionales, sino más bien profesionales que te ayudan a descubrir o a generar oportunidades y opciones en tu carrera, y también a veces a darte información valiosa y a acercarte a la realidad. Los cazatalentos, consultores o empresas de selección tienen como clientes a las empresas. Tú eres un candidato, y posiblemente ocupas un lugar destacado en el proceso, pero es necesario que sepas quién es quién y la posición exacta que ocupas para que tu búsqueda se traduzca en éxito y no haya malentendidos. Tener muy claro qué hace cada uno, qué busca y para quién trabaja resulta determinante para ser máximamente eficaz. Aunque parezca extraño, tú no tienes que agradar al reclutador. Aunque te esfuerces por resultar agradable (incluso aunque lo consigas) en el proceso de selección, es posible que no encajes en el perfil que la organización necesita, por simpático y amistoso que resultes. Tu misión es transmitir que eres la persona correcta para el puesto, no resultar agradable. Debes ajustar lo que busca la empresa con lo que pregunta el reclutador, y en ese sentido conviene que seas auténtico y que lleves un hilo conductor en la entrevista, con capacidad de síntesis, porque eso demuestra que la has preparado adecuadamente.

Fuente: Expansión (15/07/2016)