Cómo poner en marcha un negocio sin dinero

Cuando Andreu Fernández puso en marcha Hockerty en 2018, contaba con muy pocos recursos. Los dos primeros años su mujer y él trabajaron día y noche sin cobrar. El negocio, una sastrería online, se financiaba gracias a la gestión del flujo de caja (procurando que los ingresos llegasen antes que los gastos). Y las inversiones se realizaban de manera muy selectiva. «Realizábamos campañas de publicidad de nicho a través de Internet. Cuando tienes recursos limitados hay que invertir en lo que más te devuelva», comenta Fernández. Hoy su empresa cuenta con más de 500.000 clientes en todo el mundo y figura en el listado IESE 40under40.

El ejemplo de Hockerty ilustra cómo es posible poner en marcha un negocio sin necesidad de pedir un préstamo o de andar a la caza de socios inversores. Éstas son las principales alternativas:

Ayudas públicas. Las administraciones públicas ponen a disposición de los emprendedores un amplio abanico de ayudas. Sin embargo, solo unas pocas son a fondo perdido (no requieren la devolución del importe). Este tipo de ayudas suele limitarse a empresas que necesitan una protección especial, ya sea por su localización (por ejemplo, cuando se ubican en el entorno rural), el sector en que el se encuentran o el perfil del emprendedor.

Las ayudas a fondo perdido se dividen en dos grandes bloques. El primero sería el destinado a la promoción del autoempleo. Suelen estar gestionadas por las comunidades autónomas a través de sus Consejerías de Empleo.

Como botón de muestra, Andalucía concede ayudas para mujeres emprendedoras, consistentes en préstamos a fondo perdido del 50% de la inversión del negocio (hasta un máximo de 12.000 euros). El segundo bloque sería el orientado a fomentar la creación y la modernización de empresas.

Por otro lado, las start up con una base tecnológica y de carácter innovador también pueden recurrir al CDTI. Sus Ayudas Neotec son a fondo perdido y pueden alcanzar los 250.000 euros. Cuentan con un plus adicional y es que el prestigio que supone haberlas obtenido allana el camino para la entrada de futuros inversores.

Finalmente, existe una opción a medio camino entre el dinero gratis y el préstamo a precios de mercado: la financiación bonificada. Se trata de préstamos blandos con intereses reducidos y condiciones flexibles. Entre los organismos a los que se puede acudir destacan Enisa, el ICO y algunas comunidades autónomas.

Premios. Existen múltiples certámenes para start up y emprendedores, impulsados por organismos públicos y privados. Ganar supone un espaldarazo publicitario para la start up y permite hacer networking con organizadores y empresas participantes. En cuanto al premio, suele consistir en servicios gratuitos de asesoramiento, unas instalaciones donde empezar a trabajar o la entrada a una incubadora empresarial. Estos beneficios no son nada desdeñables (y tienen su equivalente en costes económicos), pero lo cierto es que son pocos los certámenes que ofrecen un premio en metálico realmente jugoso.

Ganar un premio tiene sus ventajas, pero es importante ser selectivo ya que presentar la candidatura (con la redacción de la solicitud y, en su caso, la preparación de un speech) exige un tiempo que el emprendedor tendrá que detraer de la gestión de su negocio.

‘Bootstrapping’. Una tercera opción es seguir el ejemplo de Hockerty y arrancar el negocio con fondos propios, minimizando los gastos y concentrándose al máximo en la generación de ingresos. «Un emprendedor no es una persona que hace un Powerpoint para sacar dinero de los inversores. El dinero hay que obtenerlo de los clientes», afirma Luis Martín Cabiedes, business angel y profesor del IESE: «Lo importante es vender desde el primer día».

En este sentido, John Mullins, profesor de la London Business School y autor de The customer-funded business, señala varias vías para que un negocio se financie exclusivamente con sus ventas. Entre ellas, cobrar a los clientes por adelantado y actuar sólo como intermediario, lo que ahorra la inversión en stock.

Despegar con el impulso del CDTI

Fundada en 2017, Glycoscience es una ‘start up’ que fabrica repelentes para insectos de última generación. «Aportan mejoras evidentes con respecto a la gama actual. Requieren de dosis inferiores y duran más tiempo», explica Esteve Guardia, director general de la compañía y socio del proyecto junto al científico británico Peter Sutton, José María Palacio (exdirector de I+D de Almirall) y el abogado Celso Clariana: «Yo ya tenía experiencia con ‘start up’ anteriores y sabía que pedir una ayuda Neotec podía ser muy importante de cara a conseguir futuros inversores. El CDTI examina la solvencia del proyecto, tanto desde el punto de vista técnico como empresarial». La empresa superó el listón y obtuvo una ayuda a fondo perdido de 230.000 euros. Esto supuso el espaldarazo definitivo para que la empresa lograse cerrar una ronda de ‘crowdfunding’ de 400.000 euros. Paralelamente, prevé obtener nuevas ayudas por valor de 300.000 y cerrar una ronda entre socios industriales cercana a los 500.000.

El proyecto se halla en fase de elaboración de un prototipo y podría estar listo para registro en 2020.

Fondos para reenfocar el negocio

La idea de lanzar Naiz Fit, una aplicación que permite calcular la talla exacta con sólo dos fotografías, surgió cuando uno de los socios quiso regalarle un anillo a su mujer y se dio cuenta de que no sabía la talla. «Vimos que había un nicho de mercado y empezamos a explorar qué posibilidades tecnológicas había», dice el cofundador, Borja Cembrero.

En 2017 se apuntaron al programa CISE Explorer de Banco Santander. Ganaron el segundo premio (20.000 euros) más un programa de formación en Silicon Valley. Invirtieron el dinero en darle una vuelta al modelo de negocio inicial: «Al principio queríamos crear una ‘app’ gratuita y llevarnos una comisión de las ventas. Pero descubrimos que las marcas no querían que vendiésemos sus productos, sino que les ayudásemos a vender mejor desde sus propias tiendas online».

Un año más tarde, la ‘start up’ participó en el programa de aceleración Atelier by ISEM, donde pudo potenciar su nuevo enfoque B2B. Hasta el momento ha trabajado con compañías como El Ganso, Trucco, Poète y Levis, y planea lanzar una nueva línea de negocio orientada al uniforme profesional.

Marcar goles sin tener un ‘sponsor’

Crear un equipo de fútbol con Messi y Cristiano Ronaldo como delanteros y Oblak como portero es posible. Al menos en el plano virtual. De esta premisa parten los ‘fantasy-football’ uno de los juegos online más en boga en los últimos años.

Marc Cercos vivió el ‘boom’ de este tipo de juegos durante su estancia en California y cuando volvió a España en 2014 quiso lanzar su propia marca: Mister Fantasy.

Al principio, el proyecto nació «tirando de ahorros» y con un objetivo claro: «en lugar de focalizarme en levantar rondas, mi prioridad era facturar», explica. Y no es que Cercós fuera inexperto a la hora de conquistar a los inversores. En su primera ‘start up’, EyeOs, llegó a levantar rondas millonarias. «Quería darme un descanso de la presión de los inversores», comenta. «De ese modo, espabilas. Buscas soluciones ingeniosas que te permitan crecer». En su caso, empezó insertando publicidad en la ‘app’, lo que le dio un primer balón de oxígeno. Después, desarrolló el modelo de compras ‘in-app’ (ofertando dinero virtual para comprar cosas dentro de la aplicación). Años después, la empresa era un éxito pero para seguir creciendo necesitaba dar el salto internacional, así que cerró una ronda de 300.000 euros (más un préstamo Enisa de otros 200.000).

La clave de gestionar el flujo de caja

En 2008, Andreu Fernández fue a China de viaje de trabajo y decidió hacerse un traje. Quedó tan encantado con la calidad y el precio que una vez regresó quiso encargar más a distancia. Entonces se dio cuenta del potencial que ofrecía la idea y junto a un grupo de amigos de la universidad lanzó Hockerty, un ecommerce de ropa a medida. Entre todos reunieron 10.000 euros para arrancar, que emplearon para viajar a China y cerrar los primeros acuerdos con sastres. «Mi mujer y yo trabajábamos día y noche en el proyecto y sin cobrar un sueldo. Esa es la base del ‘bootstrapping»‘, afirma Fernández.

En su caso también fue clave la gestión del flujo de caja. La empresa cobra por adelantado a los clientes, pero no paga a sus proveedores hasta que no está listo el traje (lo que no ocurre antes de 15 días). «Esto nos dio un pulmón financiero para arrancar. Otros modelos de negocio con stock en tienda no lo permiten», aclara.

Hoy la firma recibe 50.000 pedidos al año y cuenta con más de 500.000 clientes. Sobre todo en EEUU, Alemania y Francia.

Premios que abren la puerta al futuro

En ocasiones los premios que más aportan a la financiación de un negocio no son los que tienen una dotación en efectivo. Un ejemplo de ello es Goin. La ‘app’ de ahorro sistemático fue idea de tres jóvenes estudiantes -Carlos Rodríguez, Gabriel Esteban y David Riudor-, con dificultades para ahorrar. «Nos intercambiábamos las tarjetas. Cuando uno hacía un gasto, le aparecía a otro del grupo y al final ahorramos más del 60%. Así nos dimos cuenta de la necesidad de crear una ‘app'», comenta Riudor. De este modo, se presentaron a la AngelHack Global Hackathon, un concurso para ‘start up’ impulsado por la comunidad hacker. Ganaron en España, lo que les permitió entrar en una aceleradora en San Francisco. Cuatro meses más tarde, se hacían con el galardón a nivel mundial. «Ganar el premio fue clave para estar donde estamos ahora. Facilitó la entrada de nuevos inversores y nos dio notoriedad», explica.

Así, en los últimos tres años Goin ha captado 2,2 millones de euros y la ‘app’ cuenta ya con más de 250.000 usuarios. Además, acaba de recibir la Fase 1 del programa europeo ‘Horizonte 2020’.