Pistas para escoger al mejor inversor para su negocio

Dar entrada a un nuevo socio en el capital puede ser una de las decisiones estratégicas más importantes. Más allá del capital financiero conviene valorar los conocimientos y contactos que aporta y si tiene ‘feeling’ con el emprendedor.

En apenas cinco años, Spotahome es una de las start up que más financiación ha captado en el panorama español. Nada menos que 60 millones de euros. Sin embargo para su fundador, Alejandro Artacho, lo más importante no es el dinero, sino el smart capital: el valor añadido que aporta un inversor en forma de asesoramiento, experiencia y contactos.

En cambio, para Mammoth Hunters localizar un inversor profesional se había convertido en un proceso largo y tedioso en el que le exigían métricas de crecimiento que no encajaban con sus planes. Así que acudió a una plataforma de crowdfunding. Logró su objetivo de captación (80.000 euros) e incluso recaudó otros 100.000 euros más. Y todo ello en tiempo récord: menos de un día.

Spotahome y Mammoth Hunters optaron por vías de financiación muy distintas. Pero tienen algo en común. Los dos acertaron a la hora de escoger los mejores socios para su proyecto empresarial. La cuestión es qué criterios hay que valorar a la hora de escoger el socio ideal.

Fase del negocio

El momento en el que se encuentra la start up y las métricas que sea capaz de ofrecer determinan no sólo el tipo de inversor al que puede aspirar, sino la clase de socio que necesita.

Así, en las fases iniciales es habitual incorporar perfiles como el de un business angel. «Tienen una estructura menos profesionalizada y un mayor componente de mecenazgo, por eso entran en una fase más temprana», explica Manuel Romera, director del Sector Financiero de IE Business School.

Los business angels suelen actuar como mentores del emprendedor, facilitándole el asesoramiento y los contactos necesarios para dar el primer empujón a la empresa.

Lo mismo sucede con las incubadoras de negocios. Son ideales para las etapas iniciales, ya que proporcionan todo tipo de recursos a la start up, desde servicios de coaching hasta un espacio físico donde ubicar las instalaciones. No obstante, no todas ellas están dispuestas a entrar en el capital de las compañías.

En fases más maduras del negocio, las start up suelen recurrir a fondos de capital riesgo y aceleradoras de empresas.

Objetivos financieros (y de otra índole)

Es necesario calcular el importe que se quiere captar, ya que no todos los inversores son capaces de proporcionarlo, y el plazo deseado. Pero también es necesario valorar otros objetivos más allá del meramente monetario. Si se busca smart capital es conveniente localizar un inversor profesional cuya experiencia e intereses coincidan con los de la start up. En este sentido se pueden sopesar las ventajas de una aceleradora vertical (sectorial) donde además de un expertise especializado, será más fácil obtener los contactos que necesita el negocio tanto en términos de proveedores como de futuros clientes. También se puede optar por el venture corporate, esto es, la alianza estratégica con una gran compañía del sector.

Por otro lado, vías como el crowdfunding cuentan con su propio valor añadido: los nuevos inversores se convierten en embajadores de la marca, lo que supone una poderosa herramienta de márketing.

Control de la compañía

Hay que valorar hasta qué punto se quiere fomentar o evitar a toda costa que los nuevos inversores influyan en la gestión de la compañía. Aquellos que valoren al máximo su independencia pueden optar por el clásico FFF (family, fools and friends) o bien acudir al crowdfunding. Pero ojo: cerrar una ronda recurriendo exclusivamente a pequeños inversores no es nada fácil. Sobre todo si se quieren alcanzar determinados objetivos financieros.

En el otro extremo se sitúa el capital riesgo, cuya influencia en la gestión suele ser más elevada, ya que su inversión ha de cumplir con unos parámetros en términos de plazo y múltiplos de rentabilidad.

‘Feeling’

Finalmente existe un último componente que resulta clave a la hora de sumar un nuevo socio al proyecto: la conexión personal. Como explican desde OnetoOne Corporate Finance, lo ideal es pensar en el nuevo inversor como en un «compañero de viaje» con el que es imprescindible ser sincero y sentirse cómodo. También es necesario asegurarse de que los intereses de ambos están alineados.

Capital riesgo, el aliado de Spotahome

Spotahome dio sus primeros pasos en 2014. En cuanto consiguió el primer cliente, su fundador, Alejandro Artacho, se puso a buscar financiación. Una semana más tarde viajaba a Londres para entrevistarse con un inversor. «Me dio 10 minutos y me advirtió de que no iba a invertir», recuerda. Finalmente la reunión fue de una hora y tras enviarle «37 e-mails», accedió a apostar por la empresa. Desde entonces, Artacho no ha hecho más que sumar fondos de capital riesgo a su proyecto: «Un padrino te lleva al siguiente». En total ha levantado unos 60 millones de euros. Pero para Artacho lo importante no es tanto el dinero como los socios. «En una de las rondas rechacé a un fondo por temor a diluirme y luego me arrepentí. Me di cuenta de que habría aportado mucho a la empresa», comenta.

Spotahome nació con la vocación de convertirse en un proyecto global. Y hasta el momento, lo ha conseguido. La plataforma online de alquileres de media y larga duración cuenta con una cartera de 160.000 propiedades y está presente en 65 países. A ello ha contribuido la presencia de fondos internacionales en su accionariado, como Kleiner Perkins, una de las firmas de capital riesgo con más tradición en Silicon Valley. «Más allá de la financiación, lo que más nos atrajo de Kleiner Perkins es su filosofía de socio-mentor, aquel que te acompaña en el desarrollo de tu propio negocio», señala Artacho.

Ventajas de una aceleradora vertical

La tecnología de Vision Quality permite tomar imágenes de los artículos que pasan por una línea de producto, analizarlas y clasificarlas. De este modo, si un artículo está defectuoso o mal etiquetado, la empresa puede detectarlo automáticamente. La compañía nació de la mano de Alfredo Ferrer, un experto en automatización industrial: «Siempre pensé que en lugar de hacer proyectos a medida con la visión artificial, se podían hacer máquinas más estándar. Pero para eso necesitaba promoción y dinero, y entonces conocí a Orizont». La aceleradora del Gobierno de Navarra, especializada en el sector agroalimentario, participa en el capital de las empresas, con la opción de realizarles un préstamo participativo. Además les ofrece un espacio de trabajo, mentorización «y contactos en grandes empresas que de otro modo habría sido difícil que te escucharan», comenta Ferrer.

La importancia de que crean en ti

No hay mejor prueba de que un negocio tiene potencial que el hecho de que un inversor esté dispuesto a apostar por él. Así lo entiende Octavi Royo, cofundador de Ágora Images. «Las ayudas públicas son sobre todo burocracia. No tienes la seguridad de que financien tu proyecto porque sea bueno. Y para mí es fundamental que alguien ponga dinero en mi negocio porque cree en él», dice.

Royo y su socia Elizabeth Sort son los fundadores de Ágora, una plataforma de imágenes en la que los usuarios pueden vender sus fotografías sin intermediarios. «Igual que con Uber todo el mundo puede ganar dinero si tiene un coche, aquí ocurre lo mismo con cualquiera que disponga de una cámara», explica Royo. La idea obtuvo sus primeros fondos entre familiares y amigos. «Las métricas fueron espectaculares y acudimos a Esade BAN (la red de ‘business angels’ de Esade). Les presentamos el proyecto y gustó tanto que se cubrió la ronda», señala. Desde entonces han captado más de 2,6 millones de euros.

Cómo convencer a un ‘family office’

Fulltip nace en septiembre de 2016 convirtiéndose en la primera app móvil que permite a cualquier persona ganar un dinero extra recomendando y ayudando a sus amigos y conocidos a encontrar productos de todo tipo. La idea surgió de la mano de Eduardo Fernández, un ingeniero informático con una larga trayectoria en el mundo digital. En cuanto perfiló el primer plan de negocio, acudió a un cliente al que estaba asesorando en materia de transformación digital desde otra de sus empresas. «En las etapas más incipientes de una ‘start up’, los inversores apuestan sobre todo por la persona», comenta Fernández.

El cliente, un ‘family office’, apostó por el proyecto incluso antes de ver la luz. Financió la creación de un MVP (Producto Mínimo Viable) y una vez que comprobó que las métricas eran positivas y que la idea tenía sentido, invirtió 370.000 euros, que se sumaron a un crédito de 225.000 euros concedido por el CDTI. El ‘family office’, ligado a un grupo de alimentación, cuenta con un 90% de la compañía, pero no influye en la gestión. La aplicación echó a andar en septiembre de 2016 y acumula ya más de 20.000 descargas. «Somos de las pocas ‘app’ que dan dinero al usuario», asegura su fundador.

El arte de reclutar miles de socios con el ‘crowdfunding’

Mammoth Hunters ha conocido las dos caras del ‘crowdfunding’. Cuando abrió su primera campaña en 2013, la ‘app’ de entrenamiento y nutrición personal no tenía ninguna experiencia en el mundo de la financiación colectiva. Le fue muy difícil cerrar esa primera ronda, de 20.000 euros. «Al final tuvimos que recurrir a familiares y amigos», recuerda Oriol Roda, CEO de la empresa. «Cuando terminé, pensé que nunca más recurriría al ‘crowdfunding'», comenta.

Sin embargo, el negocio cogió tracción y volvió a necesitar capital para crecer. Estuvo en conversaciones con diversos ‘business angels’, pero «los procesos eran muy largos. Todos tenían interés pero querían aún más tracción». Finalmente decidió darle otra oportunidad al ‘crowdfunding’: «Esta vez decidimos hacer las cosas bien. Habíamos escarmentado tras nuestro primer intento amateur, así que realizamos un buen trabajo previo y nos centramos en los 50.000 usuarios con los que ya contábamos». La firma cerró la ronda en tiempo récord: 187.000 euros en menos de un día (su objetivo inicial era de 80.000). Y un año más tarde repitió la hazaña: captó otros 330.000 euros en sólo 15 días.

Hoy la firma factura casi 250.000 euros. La ‘app’ cuenta con 110.000 usuarios activos en España y Latinoamérica, mientras que la web recibe más de 300.000 visitas al mes.

Fuente: Expansión