No sin mis compañeros ¿Solo o acompañado? La mayoría de los profesionales españoles prefieren trabajar en equipo. Pero no todas las plantillas funcionan.

¿Solo o acompañado? La mayoría de los profesionales españoles prefieren trabajar en equipo. Pero no todas las plantillas funcionan. Para que un buen equipo tenga éxito necesita una plantilla bien organizada, que funcione como un organismo bien coordinado y un jefe que sepa guiar a sus colaboradores.

Según una reciente encuesta elaborada por Randstad, empresa líder en soluciones de recursos humanos, el 40% de los trabajadores en España prefiere realizar proyectos en grupo, mientras que un 15% se inclina por el trabajo en solitario. Sentirse una pieza que encaje dentro del puzle de la organización, saber que su opinión será tenida en cuenta y poder compartir su punto de vista con el resto del equipo, mejoran la calidad del trabajo que realiza un profesional y sirven como motivación en su rendimiento.

Sin embargo, trabajar en equipo no siempre es fácil, pues llegar a determinados consensos o tomar ciertas decisiones no depende de una sola persona. Estas tareas se ralentizan cuando en la ecuación intervienen más de dos profesionales. Cada uno tiene una opinión que hay que confrontar. Intentar acordar una única línea de actuación y no perder de vista el objetivo entre tanta discusión es uno de los retos para un equipo. Por ello hay que tener en cuenta algunas normas básicas que ayudaran a que toda la oficina reme hacía el mismo puerto.

Una de ellas es la Regla de 3, que proponen Adrian Gostick y Chester Eltonen, en su libro Buenos Equipos Proyectos Imbatibles. Esta teoría está basada en tres compromisos que el equipo debe asumir: Asombrar, Sin Sorpresas y Dar Ánimos. Asombrar ofreciendo un rendimiento de primera categoría; Sin sorpresas, lo que significa una comunicación abierta y transparente entre todos los miembros con expectativas firmes y estudiar todos los puntos de vista; y por último, Dar Ánimos, con palabras que reconozcan el esfuerzo realizado por todos.

Aunque estas tres premisas parecen evidentes, Jaime Asnai González, Executive Director de Page Personnel, indica que lo primordial para que un grupo funcione es que cuente con un coordinador y líder eficaz que sepa dirigir y tener siempre presente los objetivos a cumplir.

Si se logra implantar la cultura de trabajo en equipo la organización saldrá muy reforzada. Poner los conocimientos de todos los miembros de un equipo en común permite delegar funciones con mayor facilidad y, además, de esta manera nadie se convertiría en una pieza indispensable. Asimismo, los clientes sentirán que detrás de sus necesidades existe un grupo humano unido que vela para que se cumplan sus intereses.

El tamaño importa
La estructura del equipo dependerá en todo caso del tamaño de las plantillas y la envergadura del proyecto que vayan a realizar, pero como recuerda, Ana García Olías-Jimenez, Directora Regional de Randstad, “la experiencia nos dice que los grupos que mejor funcionan son los formados entre 5-9 personas, y siempre que sea posible hay que mantenerlos en número impar para que en los momentos claves la balanza siempre se incline hacia la decisión de la mayoría”.

Aunque no existe una fórmula mágica que determine el número perfecto de integrantes de un grupo de trabajo, sí que hay un perfil tipo que deben cumplir estos miembros. Según Asnai González, un profesional que trabaje en equipo debe ser reflexivo, buen comunicador y, al mismo tiempo, contar con capacidad de escucha, ser innovadores para encontrar soluciones originales, analíticos y constructivos. Amén de estar orientados a resultados.

Pese que en un primer momento el trabajo en equipo estaba más implantado en las labores de creación, es efectivo y útil para cualquier faceta laboral incluso para los cambios de sistemas operativos que pueden englobar a toda la oficina. Piense, por un momento en Apple. La empresa que ha puesto en circulación dispositivos tan populares como el iPod y el iPhone, dispone de una estructura gigantesca donde todos sus equipos funcionan como uno solo. Ha logrado hacer del trabajo en grupo su forma de vida y ha triunfado. Y es que siempre dos cabezas pensaron mejor que una

Fuente: Expansión (12/08/2011)