La rehabilitación sostenible: el futuro de los arquitectos

Un hormigón que emite menos CO2 en su fabricación y se blanquea con el sol, el ‘porexpán’, que ahorra climatización en sustitución del ladrillo tradicional, y morteros con áridos reciclados son materiales de estos nuevos tiempos.

Incluso la crisis ha traído sus cosas buenas. Atrás quedaron los años del boom inmobiliario donde la prioridad era construir de cualquier manera y vender pisos a precio de oro. Las profesiones vinculadas al sector han sido un daño colateral de este efecto que en principio es positivo pero, tras el desconcierto inicial, se están encauzando para encontrar nuevas vías laborales. Rehabilitar edificios y barrios con nuevos materiales más eficientes y que generan un menor impacto ambiental es una de esas nuevas salidas.

Los expertos señalan que el futuro de la arquitectura es la rehabilitación. Filtraciones, ruidos y calor son los problemas que soportan los vecinos de edificaciones construidas en el boom. Y a día de hoy existen materiales que pueden compensar esos problemas de habitabilidad. «Pero no todo está en los materiales. El ahorro energético es sólo una parte, pero la construcción sostenible es un concepto holístico», comenta Antonio Ruiz, director del Experto en Construcción sostenible que organiza la Universidad de Granada.

Ruiz, ingeniero de la Edificación licenciado también en Bellas Artes, Historia del Arte, Arquitectura Técnica, además de máster en Arquitectura y Patrimonio, es profesor de Instalaciones I, II, III en el Departamento de Construcciones Arquitectónicas y uno de los principales especialistas en la materia. Él es uno de los defensores de incluir de forma explícita el tema en los planes de estudio. «Es una competencia a adquirir con el título de Arquitectura pero no es algo específico. Es cierto que en la memoria está, pero es un poco un brindis al sol», señala el profesor, quien ha logrado que la asignatura de Instalaciones III de Ingeniería de la Edificación esté destinada a eficiencia energética. Pero queda mucho camino aún porque «es la única con un contenido así en la Universidad».

El problema radica en que las construcciones que se han ejecutado en los últimos años de la burbuja inmobiliaria, antes de que existiera la Norma Básica de la Edificación de 1979 (NBE CT 79), no cumplen los criterios de sostenibilidad que ahora se aplican y representan un 70% del parque de viviendas. Con el boom se pasó de muros de un metro de espesor a tabiques y cerramientos cada vez más estrechos para conseguir más superficie útil y lograr más capacidad de venta y más viviendas que vender. Se disminuyó la calidad de los materiales sustituidos por unos más rentables económicamente pero que medioambientalmente necesitaban un mayor consumo de recursos para tener unas condiciones óptimas en el interior de la vivienda.

Frente al hormigón y al ladrillo tradicionales que eran los más contaminantes, los nuevos materiales de construcción son el hormigón fotocatalítico, que emite menos CO2 en el proceso de fabricación y se blanquea al sol con el paso del tiempo. En 2001 no existía, pero ya lo fabrica la empresa FYM Italcementi Group y lo utilizan arquitectos nacionales e internacionales.

En lugar del ladrillo se utiliza el poliestireno expandido (EPS, conocido popularmente como porexpán) que ahorra climatización, y morteros más eficientes desde el punto de vista energético, si se trata de edificios ya construidos. También hay yesos y morteros para revestimiento que usan áridos reciclados.

«Si tienes un parque de viviendas que no se construyeron bajo parámetros de eficiencia energética hay una necesidad de trabajar sobre el parque», señala Ruiz, quien precisa que los materiales y la energía no son los únicos aspectos a abordar porque, en muchos casos, por ejemplo, hay que cambiar también los usos.

Para el especialista, al plantear una rehabilitación hay que abordar las necesidades energéticas pero también las constructivas, de salubridad o estructurales. «Los nuevos edificios que se construyeron bajo el código técnico de la edificación cuentan con un ahorro energético del 17%, y sólo suponen para el constructor un coste mayor del 1 o 2%, con un tiempo de reversión de 4 o 5 años», detalla el ingeniero, que colabora también como asesor técnico del Servicio de Vivienda de la Consejería de Fomento.

Uno de los problemas de la construcción sostenible es que en España no existe una normativa que obliga a usar materiales eficientes. Por eso, por ejemplo, hay constructoras que montan pisos con paredes de panel y pladur, materiales reutilizables que minimizan el impacto ambiental pero malos para el aislamiento acústico. La solución a la ausencia de una norma de este tipo la tienen las administraciones públicas que deben aprobar leyes en esta dirección. Entre tanto, los científicos y las propias empresas que fabrican los materiales se dedican a investigar y a explicar en congresos como se ahorra energía y costes usando estos nuevos elementos. «La normativa actual no obliga a utilizar estos materiales, pero sí a conseguir unos estándares para los cuales es necesario su uso», matiza Ruiz.

Respecto al empleo de energías renovables como el inagotable sol de Andalucía, el especialista cuenta que se trata de «un sector empresarial real pero complejo en su normativa». «La disposición geográfica de Andalucía permite conseguir suficientes horas de radiación solar para tener un excelente aprovechamiento energético, especialmente en el calentamiento de agua sanitaria. En energía solar fotovoltaica (electricidad) permitiría también rendimientos altos», detalla.

Como ejemplos de edificios sostenibles en Granada, Ruiz citar dos nuevos: el de oficinas Otero, Manantia Eco Business, en la carretera de Córdoba frente al Colegio Monaita; y el clúster energético de Padul, además de todos los del PTS, como la nueva Facultad de Ciencias de la Salud. Aunque Ruiz, dentro de esa visión holística destaca que la sostenibilidad no se limita sólo a los criterios constructivos, que también se refiere a la ‘rentabilidad’ o aprovechamiento que se le de a esos dos inmuebles. Y, además, su tiempo de vida útil ha de ser el mayor posible porque poca sostenibilidad tiene cualquier construcción que luego sea infrautilizada.

Por eso, otra de las ramas fundamentales de esa nueva disciplina que es la construcción sostenible pasa por lo que Ruiz comenta que se denomina «reuso adaptativo de las edificaciones existentes (adaptative reuse)», para alargar la vida del inmueble. Dentro de esos edificios más o menos históricos o antiguos rehabilitados y dotados nuevos usos de forma ejemplar, Ruiz señala en Granada el Hotel Santa Paula, un antiguo convento, o el Hotel Abba, en el antiguo edificio de los sindicatos, así como el Palacio del Almirante o la antigua Delegación de Educación, en la calle Duquesa, dotados ahora con nuevos usos universitarios.

Y en cuanto a los edificios residenciales, Ruiz explica que la mayoría de los de los últimos años han ganado en eficiencia energética. Y, además, «se han desarrollado diferentes programas institucionales de subvención de actuaciones de rehabilitación energética».

En el caso de los residenciales con planteamientos antiguos que se reforman e incorporan elementos como aislamiento térmico y acústico en fachadas y cerramientos; bajo coste de mantenimiento a corto, medio y largo plazo, así como optimización de los sistemas de climatización para un menor consumo, Antonio Ruiz señala que «el ahorro puede ser hasta del 42% de los costes energéticos, aunque aún faltan estudios pormenorizados».

Fuente: Granada Hoy (18/05/2015)