La feria de las oportunidades en Playa de Poniente La zona se convierte cada miércoles en el mercadillo más grande de la Costa, otro tipo de 'fiesta'

Desde hace ya varios años, las noches de los miércoles en la Playa de Poniente cambia de aspecto cada verano. La tranquilidad de su Paseo Marítimo se ve rota con la llegada de miles de personas que recorren de un extremo a otro la playa, mientras no dejan de escucharse voces pregonando tomates a tres euros dos kilos, ‘malacatones’ a un euro y ofertas de ropa interior femenina por solo dos euros. Son los sonidos propios de cualquier mercadillo, mezclados con el ruido de los motores generadores de corriente y la música que sale de algún que otro equipo de música o coche estacionado junto a los puestos. Esto no es ninguna feria, pero se le parece mucho. Se trata de una ‘fiesta’ que se celebra no más de nueve veces en todo el verano -según el número de miércoles de cada mes- y que logra concentrar a más gente que las fiestas de muchos pueblos.

El mercadillo tiene una extensión de aproximadamente dos kilómetros y medio, lo que lo convierte en la ‘superficie comercial’ más grande de toda la Costa Tropical. «Al principio se instalaba al comienzo de la playa por la zona que pega al puerto, luego empezó a instalarse a lo largo del paseo y cada año crece más el número de puestos», indica Rafael, veraneante en esta playa motrileña desde hace ya algunos años. «Aquí se encuentra de todo y aunque no tengas que comprar gusta pasear por ver los puestos y el ambiente que hay, aunque algunas veces viene tal cantidad de gente que llega a ser un poco agobiante ya que no puedes ni pasar por algunos tramos».

Son casi 200 los puestos ubicados en el Paseo Marítimo Rey Balduino de la Playa de Poniente, lo que implica que ocupa casi la totalidad del mismo. Dos kilómetros de ofertas repartidos este último miércoles entre 197 puestos, según fuentes municipales. Los visitantes al mercadillo pueden adquirir desde artículos textiles a fruta, calzado, ropa de hogar, bisutería o productos artesanales de cerámica o hierro forjado, sin olvidarnos de algún dvd pirata a un euro, muchos bolsos y cinturones y hasta piezas de cerámica. Por si fuera poco, si entra el hambre hay algún puesto donde comer buñuelos, sin olvidar los kioskos de helados. Y para la distracción de los más pequeños, castillos hinchables en la zona donde finalizan los edificios de apartamentos y el alquiler de unas curiosas bicicletas para que pedaleen juntos toda la familia a la vez.

5.000 personas a la semana

Y así cada miércoles. Se estima que más de cinco mil personas llegan a visitarlo semanalmente y aunque en un principio pudiera parecer que prima el desorden entre los puestos, basta fijarse un poco para comprobar que todo está perfectamente controlado. Así, en el suelo del paseo aparecen pintadas con flechas las ubicaciones exactas de cada puesto, reservándose los espacios más cercanos a las rotondas de acceso a la playa para los puestos de frutas y verduras y ocupando los puestos de ropa y complementos las partes centrales. Funcionarios municipales revisaban todo el dispositivo para el buen desarrollo de esta feria de las gangas y las oportunidades.

«Lo mejor es la fruta», comenta Elisa mientras compra un kilo de tomates por tan solo 1,20 euros. «La fruta y las verduras son magníficas, de muy buena calidad y más baratas que en las tiendas. Por ejemplo las sandías que traen son sabrosísimas». Si la fruta tiene buen precio, la ropa tampoco se queda atrás. «Sabemos que la calidad de la ropa de los mercadillos no es la mejor, pero bueno, por el precio que tiene no se puede pedir mucho más y lo cierto es que hace muy bien el apaño, sobre todo ahora en verano», señalan Clara y Marta mientras no dejan de buscar entre las perchas de uno de los puestos un vestido de su talla. En el puesto de al lado una variedad de bolsos cuelga para que cada uno encuentre el que más le gusta: grandes, pequeños, clásicos, modernos, de imitación a piel, ligeros para la playa.

A partir de las nueve de la noche comienza a animarse el mercadillo y según pasan los minutos crece el número de visitantes. La playa sirve de amplio aparcamiento, «porque aquí viene gente de todos los sitios, no solo de Motril», afirma Antonio, un vendedor de ropa que asegura recibir clientes de Torrenueva, Salobreña, Almuñécar «e incluso de Granada, hay gente que dice venir expresamente». Eso sí, se queja de que «la crisis; también se nota aquí, porque con tanta gente como viene hay más que están mirando que comprando».

A lo largo de la semana se celebran otros mercadillos en la Costa, por ejemplo en Motril, Castell, Torrenueva o Almuñécar, son las tradicionales ‘plazillas’ -como suelen llamar los vecinos de la Costa a este tipo de venta callejera-, pero ninguna logra acaparar el poder de convocatoria de la Playa de Poniente.

Fuente: Ideal (30/07/2011)