La economía azul creará siete millones de empleos hasta 2020 en Europa El sector demanda profesionales altamente cualificados.

Si el emprendimiento es una actividad cada vez más valorada por la sociedad, hacerlo desde un punto de vista ecofriendly tiene una connotación todavía más positiva. Tanto es así que cada vez más personas deciden iniciar un negocio que ayude al medio ambiente.

En este sentido, la economía azul -aquella que reconoce la importancia de los mares y los océanos como motores de la economía por su gran potencial para la innovación y el crecimiento, según la definición de la Comisión Europea (CE)- se presenta como una opción menos conocida, pero también llena de oportunidades para los emprendedores, sobre todo en un país de sol y playa como España.

De hecho, tal y como confirman desde la Fundación Biodiversidad del Ministerio de Agricultura y Pesca, Alimentación y Medio Ambiente, «el 80% de los casi 60 millones de turistas que nos visitan al año eligen la costa para sus vacaciones». Unas cifras que confirma la importancia de este entorno desde el punto de vista económico, además de su fundamental valor medioambiental. Y es que según datos de la CE, la economía azul representa 5,4 millones de puestos de trabajo y un valor añadido bruto de casi 500.000 millones al año, aunque puede ser todavía mayor, «pudiendo llegar a emplear a 7 millones de personas en 2020», apuntan desde la Fundación Biodiversidad.

Sectores con mayor potencial

Entre los sectores más proclives a funcionar en este ámbito se encuentran los más tradicionales, como el turismo marítimo y costero o la acuicultura, que «son y van a seguir siendo una fuente importante de emprendimiento», tal y como confirman desde la entidad del Ministerio de Agricultura, Pesca, Alimentación y Medio Ambiente, junto a otros como la construcción de barcos y pesca. Pero en este entorno, también tienen especial repercusión «industrias emergentes como la energía eólica marina o productos farmacéuticos y cosméticos basados en el uso de los recursos marinos», explican desde la Fundación.

Uno de estos emprendedores es François van den Abeele, fundador y consejero delegado de Sea2See, una startup que produce gafas de sol fabricadas con plástico reciclado del mar y desechos de redes de pesca. «Desde el inicio de mi vida profesional estuve ligado a este mundo como bróker marítimo. Asimismo, empecé a interesarme por la problemática del plástico en el mar por mi pasión por este campo», explica Van den Abeele. De este modo, la empresa tiene un impacto directo de una tonelada de basura extraída cada dos días. ¿Pero está realmente la sociedad concienciada con la ecología? El fundador de Sea2See cree que sí y de hecho argumenta que «como emprendedor, si puedo ofrecer al consumidor sentirse más feliz y ser partícipe de un pequeño cambio, es un paso hacia un futuro mejor».

No obstante, Santiago Barba Vera, director general de Eko-REC -iniciativa que lidera un proyecto de reciclaje de redes de pesca o botellas de plástico para fabricar material textil-, añade que aunque «estos proyectos están socialmente bien reconocidos, el consumidor todavía otorga una menor importancia a aspectos relacionados con el impacto social o medioambiental de las marcas». Por lo que Barba incide en alcanzar el reto de «lograr que los productos o servicios de la economía azul pasen del I+D a la realidad y lleguen al mercado a un precio competitivo».

Otro ejemplo de emprendimiento en este campo es el de Rafael Aparicio, fundador de Biomival, una compañía que desarrolla una turbina con forma de pico de flamenco que obtiene energía de las olas. La iniciativa, al igual que las dos anteriores, forma parte de la Red Emprendeverde del Ministerio de Agricultura y Pesca, Alimentación y Medio Ambiente. Precisamente, este Ministerio ha lanzado recientemente el Programa Empleaverde 2017, por el que se destinarán 7,8 millones de euros para impulsar el emprendimiento en la economía verde y azul -en este segundo caso a través del programa Empleazul-.

Escasez de perfiles técnicos, principal freno

Sin embargo, junto a todo lo anterior, existe todavía una fuerte barrera que ralentiza el crecimiento azul: la falta de profesionales altamente cualificados y capacitados, actores claves para estas industrias: «Muchos sectores de la economía azul experimentan dificultades para encontrar trabajadores adecuados para los puestos técnicos altamente cualificados. Además, es más difícil atraer talento a zonas periféricas o escasamente pobladas, en las que tienen lugar gran parte de estas iniciativas», explican desde la Fundación Biodiversidad.

Precisamente, la misma entidad destaca que a este inconveniente se une la falta de cultura emprendedora en algunos ámbitos como «el cultivo de microalgas y el aprovechamiento de recursos marinos de alto valor añadido», así como el hecho de que «muchas tecnologías marinas están todavía en fase de demostración». Una situación, no obstante, que puede volverse positiva, pues todo este campo necesitará personas e iniciativas que lo desarrollen para ámbitos tan variados como obtener alimentos, medicamentos o satisfacer nuestras necesidades energéticas.

Fuente: El Economista