¿Hay una edad ideal para lanzarse a emprender? La juventud no es imprescindible

Las grandes fortunas no se han amasado solas y, aunque esto nos pueda parecer increíble en un contexto en el que los jóvenes son los reyes, algunos de sus propietarios no eran precisamente chiquillos cuando se lanzaron al emprendimiento.

Sentir miedo a la hora de emprender es algo de lo que no se salva ninguna generación, aunque se viva de manera distinta, lo cual está directamente relacionado con la situación personal y la trayectoria de cada uno. De este modo, valorar los riesgos que supone lanzarse a crear una empresa se convierte en una tarea altamente específica y difícilmente cuantificable.

Entre los empresarios que pusieron la primera piedra de su imperio con más de 30 destacan Rav Kroc, creador de McDonalds, quien vendió máquinas de hacer batidos hasta los 52, y Harland Sanders, el propietario de la cadena de restaurantes de pollo frito más famosa del mundo, KFC, el cual cocinó hasta los 65 en una pequeña estación de Kentucky. Aproximándonos un poco más en el mapa, el hombre más rico de España y propietario de Zara, Amancio Ortega, trabajó hasta los 30 como ayudante en una cadena de ropa cuyo dueño no hacía caso de sus ideas; todo un visionario… Pero no hace falta irse al siglo pasado para encontrar ejemplos de emprendimiento en la madurez, ya que las nuevas tecnologías nos han regalado innovadores como Jan Koum, ingeniero que fundó WhatsApp en 2009.

Barreras comunes

Algunas de las barreras que complican la ardua tarea de montar una empresa son comunes a todas las edades, como la situación interna de un país, aunque estas puedan afectar de diferente manera a unos y otros. En este sentido, parece que los españoles de más de 50 años no creen que el contexto que envuelve el ecosistema emprendedor de nuestro país goce de buena salud, como así lo demuestra un estudio realizado hace unos meses por la compañía Amway. Así, el informe refleja que sólo uno de cada dos mayores de 50 tiene una actitud positiva ante la posibilidad de emprender aquí, cifra que decrece a medida que aumenta la edad. Además, los españoles, en esta franja de edad, son menos propensos al autoempleo que la media europea e internacional, con un 61 y un 62% respectivamente, frente al 58% registrado en nuestro país.

Son muchos los motivos que hacen que el espíritu esprendedor se vea más mermado en nuestro país, aunque el miedo al fracaso lidera este ranking, con un 75%. Este temor da cuenta también de la incertidumbre que provoca una situación económica inestable y que no termina de ver la luz, lo cual preocupa a un 43%, y las elevadas cargas financieras y fiscales, freno para un 35% de los encuestados.

En cuanto a los incentivos que llevarían a los mayores de 50 a emprender , el más popular es la ventaja de trabajar de forma independiente, sin jefes, principal motivación para el 41% de este segmento. Esto es comprensible si se tiene cuenta que más edad significa más tiempo trabajando por cuenta ajena, lo cual puede acarrear hartazgo y rechazo hacia el modelo. Asimismo, la ausencia de educación en emprendimiento que sufren los jóvenes es suplida en este caso por más experiencia y conocimientos, una gran ventaja en el mundo empresarial.

Fallar, volver a errar y triunfar

Las estadísticas dicen que son muy pocos los que se lanzan a montar un negocio y aciertan a la primera, por lo que se puede entender que más trayectoria profesional conllevaría reducir las probabilidades de fracaso. «El emprendedor tiene muchas cosas pendientes, como una mayor aceptación empresarial del fracaso como proceso de aprendizaje», apunta Miguel Vicente, cofundador y presidente de Wallapop, exitosa plataforma de compra y venta de objetos de segunda mano. Así, los mayores de 50, además de conocer mejor el modelo, también estarían más preparados para hacer frente a la frustación que supone un fiasco de este tipo.

Por otro lado, aunque esto no siempre sea así, a veces, tener más edad significa mayores compromisos personales y financieros. Es decir, no se encuentran en la misma situación quienes no tienen una familia propia o una hipoteca, que quienes cuentan con cargas financieras y gente de la que responsabilizarse. Para los segundos, establecer un buen plan estratégico y estudiar en profundidad el mercado se hace aún más imprescindible, si no quiere poner en juego su estabilidad y la de las personas que dependan de él. Así, el ya citado estudio de Amway destaca como otro de los factores decisivos el hecho de encontrar un modelo de negocio de bajo riesgo, el cual dependerá, de nuevo, de la situación de cada uno.

Los tiempos cambian, los negocios también

Y es que, si las cosas eran diferentes hace cinco años, ni qué decir tiene que lo que pasó en los 80 y los 90 difiere altamente de lo que se puede encontrar ahora. Si bien es verdad que muchos estarán plenamente acostumbrados al nuevo panorama emprendedor, otros tendrán que desempolvar su lado más experimental para ponerse al día sobre cuestiones como el comercio electrónico, la financiación colectiva o el funcionamiento de un modelo tan extendido como el de las startups. Asimismo, si nos referimos a competitividad, también es necesario considerar qué partes del negocio han cobrado más importancia en la actualidad, como todo lo relacionado con la comunicación o las nuevas tecnologías.

Pero no es necesario agobiarse ante la cantidad de retos que supone el proceso de constitución de una empresa, sino pensar en que, a estos y otros muchos, tuvieron también que hacerles frente emprendedores que ahora son iconos. Y, en muchas ocasiones, en una época en la que no era posible ni crear campañas de marketing online, ni buscar talento en la web ni cerrar procesos en cuestión de semanas, días o incluso horas.

Sin embargo, la clave no está en aprovechar las posibilidades que las nuevas tecnologías ofrecen, porque estas están al alcance de todos, sino en saber marcar la diferencia para que nuestra idea sobresalga y que inversores, fuentes de financiación pública, anunciantes y clientes potenciales se fijen en ella.

Y aquí tan sólo hay una ley: la de la curiosidad y el esfuerzo. Si el farmacéutico John Stith Pemberton pudiese haber imaginado que acabaría creando la Coca-Cola, y que ésta se convertiría en la bebida más popular del mundo de la mano del ambicioso empresario Candler; sin duda, no hubiese dejado pasar la oportunidad.

Fuente: El Economista (14/01/2015)