Estrellas metidas a gestores

Los famosos crean empresas aprovechando un éxito que puede ser efímero.

Son guapos, ricos y famosos. Líderes de opinión y creadores de tendencias. Pero nada es eterno y lo saben. Por ello, bajo la consigna diversificar, se han metido en la piel de empresarios e inversores creando sus propios negocios o llevando capital donde su olfato les propone y sus asesores disponen.

«No es fácil montar un negocio, y aún menos sacarlo adelante, mantenerlo contra viento y marea y hacer pagar a los amigos», explica Mónica Bardem -socia, junto con su madre, Pilar, y sus hermanos, Carlos y Javier Bardem, de La Bardemcilla, el restaurante de la cinematográfica familia-. «Y no lo digo en broma -recalca-, de hecho, parte de la ruina de muchos restaurantes que abre gente famosa, además de una mala gestión, se debe a eso».

Así lo corrobora el último informe Doing Business 2011 del Banco Mundial, según el cual resulta más sencillo abrir un negocio en Singapur, Hong Kong o Nueva Zelanda que en España, donde es un proceso lento, caro y con muchas trabas burocráticas e impositivas. En este sentido, España es la economía menos competitiva de la OCDE, dice el estudio. Crear una empresa supone 10 procedimientos administrativos, 47 días, un coste del 15% de los ingresos per cápita y un capital mínimo del 12,8% de los mismos de media. Además, la presión fiscal total sobre las empresas se come hasta el 56,9% de los beneficios.

Para el actor y empresario Bertín Osborne, «en España es casi imposible sacar una empresa adelante actualmente». Por ello recomienda poner ilusión en un momento en que «el pesimismo es espectacular. Si saliéramos todos a la calle a la vez a funcionar se acababa la crisis», opina. Osborne mantiene que «este país necesita optimismo y esperanza para salir de ella».

Y un 70% de locura añadiría John Elkington, considerado el decano de la sostenibilidad, para poner en pie y mantener un negocio. Bimba Bosé, socia de la firma de moda Bimba y Lola, añade otros ingredientes: tener iniciativa, saberla contagiar y rodearte de un buen equipo son las claves de un negocio próspero. «La crisis se combate empresarialmente desde el empuje, la fuerza y la constante creación», afirma.

«Hay que trabajar el doble para ganar la mitad», agrega Bertín Osborne, quien asegura que su «empresa, Bertín Osborne Alimentación, surge por la necesidad de financiar la Fundación B. O. Pretendemos que los beneficios hipotéticos ayuden al proyecto de dar asistencia, información y ayuda a los padres de niños con lesión cerebral que nos la pidan. Además, sigo volcado en el mercado de los caldos y hemos añadido aceites y gazpachos. Estoy implicado en el día a día de todo. Trato con clientes y proveedores y llevo parte activa en la planificación de la gestión. Nunca había trabajado tanto», afirma.Quizá por ello haya quien prefiere adquirir participaciones en negocios. Es el caso del actor Imanol Arias, accionista en la bodega Zepa 21, o el cantante Miguel Bosé, de la empresa Brumale, de jamones de bellota. O los que apuestan por inversiones financieras.

«El hotel Rocamador -explican Carlos Tristancho y Lucía Dominguín, padres de Bimba Bosé- es un verdadero modelo de desarrollo en un lugar como es la dehesa de Badajoz, donde no había masa crítica de consumidores. Invertimos, buscamos inversores, nos recorrimos toda España vendiendo acciones y caminamos de Administración en Administración para buscar los incentivos disponibles».

«Respecto a sus inversiones financieras, los artistas suelen delegar menos la gestión de sus inversiones que los deportistas porque disponen de más tiempo, y si son mayores, dado que tienen más experiencia, suelen tener mejor criterio para inclinarse por un cierto tipo de producto», apunta la consejera delegada del banco suizo Lombard Odier en España, Ana Figaredo.

Las grandes fortunas de deportistas de élite como Fernando Alonso (con 22 millones de euros), Rafa Nadal (21,5 millones) y Pau Gasol (con 13 millones) buscan una mayor certeza en sus inversiones. Futbolistas cuyos ingresos por publicidad, salarios del club y primas por logros se sitúan desde los 33 millones de euros de Messi, los 30,4 millones David Beckham o los 30 millones de Cristiano Ronaldo se decantan por inversiones más conservadoras.

«Las inversiones de un deportista y un famoso son muy distintas. El deportista es joven y va a tener una carrera profesional más corta. Es más conservador porque generará unos ingresos fuertes en un periodo corto y tendrá que vivir de su patrimonio el resto de su vida. Además, pueden ver truncadas sus carreras por un accidente, necesitan mayor certeza», recalca Figaredo.

El nadador David Meca, ganador de 28 copas del mundo, explica su caso: «Con los ahorros adquiridos tras años de esfuerzo decidí, junto con mi familia, buscar una forma de garantizar mis ingresos a través de la inversión y el desarrollo de una actividad productiva. Montamos dos empresas: una, ligada a la explotación de los derechos de mi imagen, donde también imparto conferencias; y la otra está especializada en la rehabilitación de viviendas, diseño y planificación de jardines y espacios exteriores», manifiesta David Meca.

Para el tenista Juan Carlos Ferrero, anterior número 1 del mundo, aunque es complicado coordinar su actividad de empresario y propietario de la escuela Equelite Sport Academy y del Hotel Ferrero con la temporada deportiva, intenta estar al día de sus negocios. «Cuento con un grupo de personas, además de mi padre, en las que confío para llevar adelante estos proyectos, donde trato de implicarme todo lo que puedo. En los últimos meses que me he recuperado de una operación de rodilla, he estado más encima. En las decisiones importantes siempre estoy ahí», sostiene.

Pero lo más habitual es que los deportistas opten por sacar rendimiento a su capital sin meterse a empresarios. «Los deportistas demandan sobre todo inversiones financieras. Y diversifican, por ejemplo, un 10% de su patrimonio en divisas, y el resto, en productos que les proporcionen una rentabilidad que bata la inflación, asumiendo niveles de volatilidad bajos. Además de inversión inmobiliaria y participación como accionistas en pequeñas empresas o negocios familiares, los más arriesgados diversifican en activos como renta variable y materias primas, concluye Ana Figaredo.

Fuente: El País (07/08/2011)