El plan de negocios del emprendedor: ¿hoja de ruta o chistera mágica? El 95% de start-ups no cumple los objetivos de retorno de los inversores

Según nos han inculcado a todos los emprendedores en los innumerables cursos impartidos por expertos, de esos que jamás han visto una empresa sino sobre el papel, el Plan de Negocio es un sacrosanto documento inicial, imprescindible para describir la idea de negocio, establecer y justificar su viabilidad, así como planificar las estrategias a implementar para su puesta en marcha y continuidad. En lenguaje mundano: cómo nos liaremos la manta a la cabeza para convertir en realidad nuestro sueño (o quizás pesadilla) empresarial.

Esos mismos gurús nos han contado que deberás buscarte la vida con tus socios y perder horas de sueño para dar a luz un tocho de varias decenas de páginas, perfectamente estructuradas. En el mismo se deben explicar ordenadamente el proyecto, el estudio de mercado, la estrategia, el análisis económico-financiero, el DAFO, etc.

Eso oficialmente. Porque lo que no te cuentan es la materia reservada: el 90% de lo que deberías dibujar sobre tu negocio es paja. Eso sí, paja a la que le habrás aplicado una buena capa de pintura dorada. Y no te lo cuentan porque lo desconocen, lo ignoran, o porque están tan acostumbrados a idear sobre el papel que confunden realidad y ficción.

Dos documentos

En definitiva, si quieres que tu Plan de Negocio sirva para algo más que para acabar en la trituradora de documentos, hay que plantearse dos diseños diferentes. En primer lugar, debes crear, junto a tus socios, un modelo de negocio realista, útil, sincero y honesto; el único válido de forma interna, y que vertebrará el negocio desde dentro y en silencio. Solo debe ser conocido por uno mismo y por los socios, y en él no se debe ni mentir ni pecar de excesivo optimismo.

El otro debe ser un Plan de Negocio de diseño, para presentar a posibles inversores, a instituciones, a medios, etc. En definitiva, un plan de cara a la galería, para la gente ajena al proyecto. Puede ser imaginativo, creativo, aderezado con fantasía, y que plasme lo que los posibles inversores quieren ver. Recurre a todo lo que te haga falta para hacerlo atractivo. Como si quieres contratar al Gran Wyoming, a Pablo Motos o a Risto Mejide para que te hagan una mise en scène apoyados por el Cirque du Soleil o por un/a striper. Son muchos los que tragarán con todo lo que les presentes, con ganas y alegría, si son presentados con grandes alharacas. Solo hay que ver como tres hipster y cuatro frikis dirigiendo un proyecto son capaces de levantar rondas de financiación astronómicas.

Hablando en serio, los inversores lo que quieren son beneficios rápidos y elevados, y si no los ve no va a entrar en el negocio. Por ello hay que darle cancha al espectáculo, al diseño y a la parafernalia, con el objetivo de acceder a la financiación.

Cumplir expectativas

Al fin y al cabo, la creación de empresas no es una ciencia exacta, y se acierta en ella tanto como lo hacen los meteorólogos en sus previsiones del tiempo o como los economistas en las de las crisis. Fíjate si analizarán con escaso criterio, que el 40% de las start-ups que se crean en los Estados Unidos ‘fallan’, o sea, fracasan, se van al garete; pero es que el 95% de ellas no llega a alcanzar los objetivos de retorno propuestos por los inversores.

Así que ¿quién dijo miedo a que te tachen de fantasioso? Monta el escenario, da el espectáculo con tu Plan de Negocio maquillado para inversores y ejecuta en silencio tu Modelo de Negocio.

Fuente: El Economista (09/10/2015)