El arte de improvisar, el arte de emprender

Saber escuchar. Es la clave de la improvisación, y no tanto, como podría creerse, tener la respuesta perfecta e ingeniosa para una frase que aún no hemos oído, pero que nos empeñamos en predecir. Es lo que intenta enseñar la compañía de teatro de improvisación Impro Impar, nacida hace diez años, y que se está profesionalizando, con lo que entraña de dificultades… y de improvisación.

“Nuestra historia”, explica Eduardo Moraleda, uno de los fundadores, “comienza con un grupo de amigos que se juntan para hacer teatro y practicar la improvisación teatral”. Hasta ahora eran una asociación cultural, pero “tras el asesoramiento pertinente”, han decidido pasar a sociedad limitada. “Ya no solo arriesgamos con nuestro tiempo sino con el compromiso mismo que tenemos como emprendedores hacia nuestros productos y con cómo los hacemos llegar al gran público”.

La compañía madrileña (ImpAr, Imp-rovisadores Ar-repentidos en su origen) se sustenta en tres patas: los espectáculos para todos los públicos (como 3 en Impro, que son juegos cortos, y el No form, un formato largo), los eventos y cursos para empresas, y la escuela de teatro. “Somos dos personas a tiempo completo y dos a tiempo parcial”, resume Moraleda.

El proceso de profesionalización, reconoce, ha generado “muchas complicaciones y contratiempos. Pasar de ser un grupo de amigos a compañeros de trabajo no siempre es fácil y no siempre compartimos los mismos puertos para nuestro barco”. En esos momentos hay que improvisar, “elegir lo mejor, sin saber realmente hacia dónde va la aventura”.

Todo en un mundo, el del teatro, que se encuentra con graves dificultades como “el 21%” de IVA. “Las pequeñas compañías”, señala Moraleda, “lo tenemos muy difícil para salir adelante sin tener caras conocidas dentro de nuestros trabajos o productoras potentes que quieran invertir en nosotros”.

La improvisación, un formato que en principio no es muy caro de montar porque no requiere complejos decorados (todo, o casi todo, lo crean los improvisadores con la imaginación), está creciendo a paso firme, pero aun así “está lejos de ser un producto exitoso a no ser que se haga una fuerte inversión”, como ocurriera por ejemplo con los monólogos y el stand up comedy, por los que apostaron teatros y televisiones.

Desde su primera victoria en un match (partido) de impro contra el Taller Asura, la cuna de la impro en Madrid, Impro Impar acumula ya unas cuantas victorias y derrotas, pero ahora se enfrenta al partido de su vida.

Comunicar en el ambiente de trabajo

En su oferta para empresas, Impro Impar organiza actuaciones personalizadas -no podría ser de otra manera, tratándose de espectáculos improvisados-, pero también talleres para fomentar “el trabajo en grupo, la propuesta de ideas, la comunicación, el entendimiento, la asertividad y el buen ambiente”.

En la improvisación se trata de fomentar “la filosofía de la aceptación”: Escuchar lo que dice el otro y, aunque no necesariamente haya que estar de acuerdo con lo que propone, sí aceptar el relato general de lo que dice; es decir, que si lo que toca es una pelea, los dos acepten pelearse. Algo aplicable a la empresa, donde los objetivos deben ser comunes, aunque la forma de llegar a ellos pueda diferir.

Fuente: Cinco Días (10/07/2015)