Diez consejos para la protección de los trabajadores autónomos

El riesgo está presente en cualquier actividad humana, pero afecta de manera especial a los trabajadores autónomos, debido a que lo afrontan con menores medios e información. «Su limitada capacidad financiera y organizativa reduce sus posibilidades de recuperación ante cualquier tipo de daño no previsto», apuntan desde la Fundación Mapfre.

La organización ha presentado una guía para la protección integral de este grupo de trabajadores. Dicha guía, presentada en una jornada técnica organizada con Cepyme, define los tipos de riesgo a los que se enfrenta un autónomo, así como las personas o elementos de su negocio que debe proteger. En concreto, según el daño que producen, el trabajador por cuenta propia se enfrenta a cuatro tipos de riesgo:

– Riesgos sobre las personas. Se refieren fundamentalmente a los accidentes en el trabajo y las enfermedades profesionales.

– Riesgos sobre el patrimonio. Afectan a los activos materiales e inmateriales que posee la empresa: onmiebles, mobiliario, maquinaria, materias primas…

– Riesgos sobre la responsabilidad. Son obligaciones derivadas de reclamaciones por daños ocasionados a terceros perjudicados.

– Riesgos sobre los ingresos. Son aquellos que afectan a los resultados de gestión derivados de la posible paralización de la actividad empresarial.

La guía incluye un decálogo de recomendaciones para reducir los riesgos relacionados con la actividad de los autónomos.

1. Prevenir

Frente a cualquier riesgo, ante todo se deben poner los medios necesarios para evitarlo o intentar que sus consecuencias no sean tan perjudiciales. Para eso, con los medios al alcance, hay que prevenir aquellos riesgos a los que se pueda estar expuestos.

2. Asegurar

Hay situaciones, como un incendio, un accidente o un robo, cuyas consecuencias puede escapar al control. En estos casos, lo mejor es disponer de un seguro.

3. Analizar

Hay que examinar los riesgos y valorar las necesidades reales de protección de cada persona y, en base a ello, seleccionar las diferentes soluciones aseguradoras. Para que el seguro que se contrate sea el adecuado, el trabajador autónomo debe analizar conjuntamente las coberturas ofrecidas, la solvencia y solidez de la entidad aseguradora, los servicios adicionales ofrecidos por los seguros y el precio.

4. Asesorarse

Es recomendable recibir asesoramiento de profesionales. Es importante establecer en la póliza capitales asegurados suficientes y realistas, para lo cual es conveniente un análisis reposado que contemple todas las necesidades a cubrir.

5. Resolver

Antes de suscribir el seguro se deben resolver todas las dudas que surjan. Por su propia finalidad, las pólizas son documentos extensos y relativamente complejo: es importante conocer y comprender el significado de las diferentes coberturas y condiciones.

6. Archivar

Hay que conservar la documentación relativa a las pólizas, así como las sucesivas comunicaciones con la compañía. Resulta recomendable archivar en el formato electrónico todos los documentos y contar con una copia de seguridad o almacenamiento en la nube.

7. Actualizar

Deben mantenerse los contratos de seguros actualizados, ya que los riesgos cambian con el paso del tiempo. De la misma forma que, por ejemplo, el contenido de un comercio o la actividad van evolucionando, y las obligaciones con proveedores y clientes probablemente también, todos estos cambios deben recogerse en las pólizas para estar tranquilos con la cobertura.

8. Contactar

Se debe informar a la compañía aseguradora, tan pronto como sea posible, de todos los cambios que afectan a las pólizas: cambios de local o de cuenta bancaria, adquisición de nuevos equipos, incorporación de mejoras y medidas de seguridad, estados de salud, etc.

9. Actuar

En caso de siniestro, las actuaciones a seguir se resumen en: primero, intentar mitigar el daño; después, notificarlo a la aseguradora y mantenerla informada, especialmente si se producen recuperaciones. Una vez controlada la situación, hay que tomar el mayor número de datos posibles y comunicarlos antes a la aseguradora. En caso de existir otras personas o bienes de terceros perjudicados, se debe comunicar la existencia de un seguro.

10. Confiar

Hay que confiar en la protección que ofrece el seguro. Y para cualquier cuestión que surja, ponerse en contacto con la compañía o agente de seguros de confianza. Aunque no se sea consciente, el seguro funciona desde el momento en que se contrata.

Fuente: El Economista