De profesión, emprendedor

La creación de una startup supone una nueva oportunidad para cientos de profesionales que necesitan reconvertirse.

Rodolfo Carpintier, máximo responsable de la incubadora de proyectos tecnológicos DAD, puso un anuncio en su blog buscando emprendedores. A su correo electrónico llegaron cientos de mensajes de personas que «lo que buscaban realmente era un trabajo, pero no ser emprendedor». Rodolfo no busca asalariados, sino emprendedores, con todo lo que esto conlleva. Jaime Sanmartín pasó el filtro del currículum y se presentó en la sede de DAD. Su caso no es atípico. 40 años, Ingeniero de Caminos, excelente formación, idiomas, con experiencia profesional en grandes empresas del sector de la construcción, uno de los más penalizados por la crisis. Resultado: no hay hueco para todos. Amparado por una gran compañía, Jaime podía elegir entre seguir en la construcción en proyectos internacionales de su empresa o buscar algo en su país, eso sí, reconvirtiéndose. Y entonces apareció DAD con la propuesta montar una empresa de Internet.

Jaime no trabajaría para DAD, sino que empezaría una empresas de cero, asumiendo todos los riesgos y competencias. De la búsqueda de trabajo a fundador y dueño de CinemaVip.com (red de profesionales multimedia). «Pasar a ser el dueño de una empresa es un cambio radical. Pagar nóminas, congelarte el sueldo, idear el producto, diseñar la estrategia… ¡Pasarlo mal -y bien-!». Tres años después, Jaime Sanmartín cuenta con 124.000 usuarios registrados, habiendo consolidado todo una comunidad alrededor de la creación multimedia. CinemaVip propone la ruptura de la intermediación y permite a la empresas contactar con miles de profesionales a los que pone a concursar sobre algún proyecto creativo. Imaginemos que una compañía quiere hacer un anuncio en vídeo. Describe lo que pretende conseguir y miles de usuarios les enviarán sus propuestas. El proyecto elegido obtendrá una recompensa previamente anunciada. Así de fácil. Por eso miles de profesionales se han lanzado expertos en la edición o creación de vídeo, audio, imagen o texto se han lanzado a apuntarse al site.

La primera incubadora de proyectos digitales en España, DAD, ha participado en dos de los proyectos más exitosos de start-up españolas: BuyVip y Tuenti. Todo un aval bajo un principio de austeridad, trabajando con una máxima: «no entramos en ningún proyecto en el que solo aportamos dinero», asegura su fundador, Rodolfo Carpintier. Pero tan importante como un buen emprendedor y la aportación de una incubadora es el papel de los inversores. Según Carpintier existen tres tipode inversores en start-up con base tecnológica en España: «gente del sector con empresas tecnológicas de éxito; empresarios que han triunfado en otros sectores y quieren probar en tecnológicas y ejecutivos de multinacionales con gran experiencia y salario que ven como se va terminando su horizonte profesional!». Javier Foncillas ejemplifica este último caso. Fue director de Marketing mundial de Vodafone y es inversor en DAD desde hace años.

Muchos de los proyectos en los que depositan dinero ni siquiera tienen contrastado un modelo de negocio claro. De ahí que las inversiones no sean excesivamente elevadas en función del patrimonio de cada inversor. La recomendación de Rodolfo a los inversores es «no poner nunca más de un 3% de tu patrimonio, ni invertir si vas a necesitar dinero en 2 años (antes 5 años)». Por lo tanto, ante el riesgo calculado, cada uno tiene diferentes pautas para tomar la decisión de entrar en una u otra compañía. «Principalmente me fio de la figura de Rodolfo, de su olfato e indicaciones. Si él entra, para mí es una garantía», asegura Foncillas.

La incubadora toma un porcentaje de la compañía. «Dependiendo del proyecto, pero nos sentimos cómodos con porcentajes de entre un 10% o un 13%», indica Carpintier. Pero la empresa es, a todos los efectos del emprendedor. Jaime Sanmartín, de esta forma, pasaba de la antesala del Inem a ser dueño y máximo ejecutivo de una empresa. «Una incubadora es una garantía de ayuda, contactos y asesoría. Es importante la ayuda económica pero bajo un principio de austeridad. Muchos emprendedores entergan porcentajes elevados de la compañía ante la necesidad urgente de conseguir financiación. Y creo que eso es un error muy común que evitas en este tipo de iniciativas», concluye Sanmartín.

Fuente: El País (02/09/2011)