De profesión… emprendedor en serie

Algunos empresarios han hecho casi un oficio de crear nuevas empresas. Superada la barrera psicológica de la primera firma puesta en marcha, sacan partido de su experiencia, aprovechan los contactos, detectan nuevas oportunidades y hacen de la delegación su mejor herramienta.

Desde todos los ámbitos se dice que las pequeñas y medianas empresas son la base de la innovación y una fuente de creación de empleo. Sin embargo, en nuestro país parece que no acaba de cuajar la idea, porque tan sólo el 5,1% de los españoles es emprendedor.

A pesar de estos datos tan poco alentadores –que según los expertos tienen su origen en el miedo al fracaso, la aversión al riesgo y la falta de autoconfianza– hay un colectivo de empresarios que no tienen uno sino varios proyectos en marcha. Son los que Jordi Vinaixa, director del instituto de innovación emprendedora de Esade, ha bautizado como emprendedores en serie. Profesionales que han descubierto que crear nuevos negocios es casi un oficio. Cuentan con experiencia, tanto en éxitos como en fracasos, y conocen los entresijos burocráticos y de gestión. ¿Tienen estos empresarios un gen especial que les allana el camino? Aunque es cierto que hay algunas cualidades innatas, todo se puede aprender y desarrollar.

Rasgos característicos

La ilusión por crear es para David Alva, presidente de la Confederación de Jóvenes Empresarios (Ceaje), el motor que hace posible convertir en realidad un proyecto. Las personas que sienten repetidamente el gusanillo de montar su propia empresa son visionarias, inquietas, ven oportunidades donde otros ven problemas, son capaces de distinguir lo relevante de lo que no lo es tanto y toman decisiones con información limitada. Pero eso no lo es todo. Para Alva la práctica es fundamental, “las empresas son muy parecidas y cuando aprendes cómo funcionan todo es mucho más fácil”. Además, para el presidente de Ceaje haber fracasado con un negocio se convierte casi en una ventaja: “Asumir el error, entonar la parte que te corresponde del mea culpa y buscar otras vías por las que continuar son habilidades fundamentales”.

Carlos Alberto Pérez, profesor de administración de empresas de Esic,considera que el momento crucial es superar la barrera psicológica de la primera empresa. “A partir de ahí la energía se dispara y dentro de la vorágine diaria descubres constantemente nuevas oportunidades. Unas relacionadas con tu sector y otras completamente dispares”. Es en esos momentos cuando estos profesionales del emprendimiento echan mano del concepto de eficiencia. Miden sus fuerzas y ven en qué son buenos.

Vinaixa dice que esta es la segunda etapa del círculo de la vida de una empresa, “cuando se ha superado el despegue y comienza el crecimiento. Ahí se trata no tanto de encargarse del modelo de negocio, del producto y de mercado, como de focalizarse en las operaciones y ver hasta dónde podemos llegar”. Cuando un negocio tiene oportunidades de alto crecimiento llega el dilema del emprendedor, dice el profesor de Esade: renunciar a crecer y seguir con el control, recurrir a inversores que le ayuden en la financiación pero ceder parte del poder o vender y buscarse nuevos retos. Las dos últimas opciones crean una especie de adición y muchos de ellos acaban formando parte de redes de business angels, donde más que invertir capital, aportan su saber hacer.

Para Pérez, los profesionales que entran en la dinámica de sacar adelante varias iniciativas saben que no pueden estar en todo. Sólo controlan los factores críticos de éxito y lo demás lo delegan en personas de su entera confianza. “A veces no son buenos organizadores, pero aunque le falle la implementación triunfan por la brillantez de su idea y el valor añadido que le aportan”.

Siempre hay algo por hacer

Juan Algar y José Luis Muñoz son dos ejemplos de emprendedores natos. Algar, fundador y propietario de Wings Grupo Marketing, asegura que “desde muy pequeño he tenido una necesidad de llegar a construir algo, con una arraigada vocación de servicio a los demás. Desde entonces no he parado”. Y es cierto, porque además de esta empresa ha puesto en marcha y está plenamente implicado en otros proyectos. Considera que crear negocios es casi una adición y sobre las cualidades que le han llevado a la aventura empresarial opina que “hay que ser soñador y visionario, casi un “Quijote” ¬–por tanto un poco loco–, pero también muy pragmático, motivado e independiente, psicológicamente maduro, optimista, persistente, perseverante pero, sobre todo, humilde”.

Muñoz, director de Imagora y de otros siete proyectos, coincide en la importancia de estas cualidades, pero también destaca las relaciones interpersonales. “Escuchar a clientes, proveedores y a todos los que están a tu alrededor es fundamental. De ellos adquieres conocimientos y contactos que te abren las puertas de múltiples posibilidades”.

Asimismo, reconoce que una de las cosas que le retan a poner en marcha más empresas es que “cuando un proyecto sale mal, no lo entierro sin más. Lo dejo apartado hasta que le encuentro otra salida, otro destino, porque hay tanto por hacer…”

Un panorama para cambiar

-Ser emprendedor no está demasiado bien visto en España. Tiene un 48% de índice de popularidad frente al 73% de Estados Unidos o el 62% de Francia.

-Se prefiere el empleo por cuenta ajena al autoempleo. Esta última opción es elegida sólo por el 40% en España frente al 51% en Francia y el 55% en Estados Unidos.

– El porcentaje de nuevos empresarios es bajo (5,1%) y además está disminuyendo a causa de la situación económica.

– El 58% de las iniciativas emprendedoras se llevan a cabo por necesidad, frente al 41% que se hacen por oportunidad.

– El 45% de las personas encuestadas en España asegura que el principal freno es el miedo al fracaso y sólo el 12% es proclive a asumir riesgos.

Fuente: Libro Blanco delemprendedor en España de Esade.

Fuente: Expansión (29/11/2011)