Cuatro pasos para convertir un negocio fracasado en una oportunidad Las fases después de que un negocio quiebre se parecen a las de un duelo: dolor, transición, aceptación y legado.

Cuando una empresa se va a pique se hunde mucho más que un negocio. Arrasa con todo, con los puestos de trabajo que generaba pero también con la relación que los fundadores tienen con su familia y sus amigos y con su forma de pensar y actuar de cara al futuro, cuando se plantee —si es que lo hace— montar otro negocio. Como pasa con los niños, los primeros años de carrera van a dejar una marca en los emprendedores que les definirá el resto de su vida laboral. Las caídas en esos momentos dan más lecciones que el éxito, por eso la clave está en evitar ver el fracaso como algo permanente. El Instituto del Fracaso, una organización que estudia y recoge testimonios de emprendedores que se han hundido, ha estudiado los pasos a seguir para convertir la caída en una oportunidad. Según sus estudios, la experiencia de fracaso influye en las estrategias, procesos y rutinas adoptadas por los emprendedores cuando vuelven a poner en marcha otras empresas.

Fase 1 | Dolor y desesperación

Reflexionar y descubrir la lección. El proceso que sigue el empresario tras perder un negocio sigue unas fases parecidas a las del duelo. La primera es el dolor, la dificultad para aceptar lo que le está pasando. En este punto se dedica principalmente a analizar las circunstancias y preguntarse por qué. Según el estudio Los efectos de la experiencia de fracaso empresarial en sucesivos compromisos empresariales, que analiza estas fases, la experiencia de fracaso también sirve como un stock de conocimiento e información de donde sacar lecciones útiles.

 

Para ello, los empresarios deben plantearse cuáles han sido los factores que les han llevado a arruinarse y pensar que es normal tener sentimientos de pesar y desesperación por la pérdida. Las emociones negativas que han experimentado influirán en las decisiones posteriores, por eso los expertos entienden que esta fase de duelo implica aprendizaje. A medida que el duelo disminuye, algunos se plantean crear un nuevo negocio para recuperarse económicamente. Entonces comienzan las otras tres fases.

Fase 2 | Transición

La experiencia de fracaso influye en las estrategias, procesos y rutinas adoptadas por los emprendedores cuando vuelven a poner en marcha otras empresas.
Conceptualización de nuevas ideas de negocio. Cuando comienza a recuperarse del dolor de la pérdida puede detectar posibles oportunidades de mercado. En este momento, le resulta más fácil pensar y concebir nuevas ideas de negocio. Deliberar sobre las lecciones aprendidas, evaluar el stock de recursos y las posibilidades de éxito son las tareas que hay que realizar en esta fase. Es recomendable acceder a recursos y fuentes de información más allá de los socios que ya tenían, porque las redes existentes podrían haber contribuido al fracaso inicial. Este periodo supone el primer paso hacia la recuperación.

Fase 3 | Formación

Identificar y explorar opciones. Es la hora de llevar a cabo los planes que se pensaron durante el periodo anterior. Crear una empresa nueva proporciona una sensación general de alivio y satisfacción al sentir que has sido capaz de aplicar lo que has aprendido del fracaso a una nueva situación. Es necesario organizar el conocimiento y decidir cuáles van a ser los valores, procesos y rutinas adoptados en el nuevo negocio. Según explican los fundadores en el estudio, la situación justo después del fracaso era un periodo para que reflexionaran sobre la caída y diseñaran una estrategia para «recuperarse» y no fallar por segunda vez. Con el nuevo plan diseñado, sienten que están aplicando todos los aprendizajes.

Fase 4 | Legado

Construir una cultura organizacional. Los empresarios con experiencia de fracaso adoptan una forma de hacer las cosas que refleja sus creencias anteriores sobre la gestión de un nuevo negocio: tienen dificultades para descartar viejas filosofías. Por lo tanto, es importante que los emprendedores desaprendan sus conductas arraigadas para evitar repetir errores.

Los valores de los fundadores, lo que piensan sobre por qué fracasaron y las rutinas perfeccionadas se ven reflejados en la nueva empresa. El estudio concluye que, en los casos estudiados, el fracaso ha tenido influencias positivas: ha sido importante como fuente de aprendizaje y acumulación de conocimiento y ha conformado parte de la base para la construcción de nuevos negocios.

Fuente: El País