COVID-19: ¿Adaptación digital o transformación digital? El Innova Institute de La Salle-URL analiza cómo el PostCOVID-19 obligará a las empresas a buscar soluciones a las incertidumbres generadas por la pandemia.

Hace menos de un año, desde el Harvard Business Review daban cuenta de las dificultades que las empresas habían tenido al llevar a cabo iniciativas de transformación digital. En una investigación con resultados del año 2018, los directores generales de las empresas manifestaban que de los 1,3 billones de dólares gastados en transformación digital se desperdiciaron del orden de unos 900.000 millones, al no alcanzar estos proyectos sus objetivos. Sin embargo, la pandemia del COVID-19 ha acelerado los procesos de virtualización de las relaciones económicas y sociales como respuesta a las cuarentenas forzosas, buscando evitar la desaceleración productiva y la posible interrupción total del sistema. Según asegura la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), las empresas más avanzadas en transformación digital tienen mayor capacidad de respuesta a los retos generados por el COVID-19 y, por tanto, juegan con ventaja frente a aquellas que no han iniciado su proceso transformador.

Opciones como el teletrabajo, educación virtual, gobierno en línea, telesalud y cultura digital, entre otras, han surgido como alternativas de respuesta de la sociedad ante la crisis. El hecho de que integren la tecnología puede llevar a una confusión sobre su naturaleza, pero al analizarlas se demuestra que las acciones no generan una verdadera transformación digital. Desde el Innova Institute de La Salle-URL se ha hecho un estudio para tratar de esclarecer cuáles de estas iniciativas tecnológicas se mantendrán como parte de un proceso de transformación digital, y cuáles, en cambio, son solo procesos de adaptación digital temporal y volverán a sus modelos offline en el PostCOVID-19.

  • Educación: La transformación digital en educación responde a un proceso de alfabetización mediática adaptándose a las formas de aprender y acceder al conocimiento de las nuevas generaciones. En particular, de los nativos digitales, logrando desarrollos a nivel personal, profesional, académico y social, aprovechando los múltiples recursos tecnológicos y digitales y orientando su currículo con la inclusión de las tecnologías en el aula. También exige por parte del docente el ajuste de sus estrategias metodológicas, incluyendo las TIC y el desarrollo de las e-competencias, el trabajo colaborativo, las habilidades de búsqueda y selección de información de calidad, la capacidad de adaptarse a las novedades tecnológicas y de usarlas de manera lúdica, cooperativa y en red a través de los medios interactivos. Los detractores de la transformación esgrimen la necesidad del acompañamiento y la importancia de la presencialidad en el modelo de enseñanza, y que los procesos en línea tienden a ser de menor calidad. Además, por otra parte, la transformación digital en la educación se enfrenta a la limitación de conectividad de algunas regiones, donde tanto estudiantes como profesores no tienen acceso a equipos y la calidad de la red es baja.
  • Servicios financieros: Los servicios financieros como se conocen hoy en día van a cambiar, adaptándose a modelos más digitales. Tradicionalmente los bancos han sido los principales protagonistas de este segmento. Sin embargo, esto está cambiando a partir de la irrupción de la tecnología y de las famosas fintech (empresas de tecnología financiera). De la misma manera que sucede en otros ámbitos, el sector financiero migrará paulatinamente hacia modelos de ecosistemas y plataformas, donde los bancos serán un actor más entre otro tipo de organizaciones, como servicios de pago, de gestión de datos e identidades, blockchain y criptomonedas, entre otros. Todos ellos coexistirán en ecosistemas y plataformas tecnológicas. Gracias a la transformación digital, los usuarios podrán, a través de dispositivos móviles, acceder a diferentes formas de financiación, de tipo de pagos y también decidir dónde y cómo invertir su capital, dentro de una amplia diversidad de alternativas de generación y utilización del dinero.
  • Teletrabajo para empresas y trabajadores: Existe una clara diferencia entre lo que es un teletrabajo y lo que miles de empresas en todo el mundo han puesto en práctica de emergencia para seguir operando durante el período del COVID-19. Debido a las circunstancias muchos trabajadores tuvieron que convertir, de un día a otro, su residencia en su puesto físico de trabajo, muchas veces teniendo que usar recursos propios y poniendo en riesgo los contenidos confidenciales de las empresas por una falta de estrategia predefinida de ciberseguridad. Además, es de suponer que no toda la gente cuenta con espacios en sus hogares adecuados al teletrabajo y, por otra parte, la conexión a la red de las casas, hasta ahora suficiente, se ha demostrado de poca calidad por el uso de plataformas que consumen mucha banda de datos o por compartir la red con otros usuarios. En suma, el teletrabajo ha sido en muchos casos una adaptación a la nueva realidad para que los que estaban en riesgos de un ERTE pudiesen mantener sus puestos. Pero el teletrabajo profesional no es una adaptación. La empresa que desea que sus empleados trabajen fuera de sus oficinas tienen esta actividad considerada en su plan estratégico, que empieza desde la contratación del profesional, pasa por ofrecer equipos y plataformas adecuados, entrenamientos previos y puntos de control, muchas veces también tecnológicos.
  • Ergonomía en el teletrabajo: Todavía se desconoce cuándo terminará el estado de alarma por el COVID-19. Por este motivo, las empresas deben proponer a sus trabajadores adecuar en casa sus oficinas temporales de trabajo, con tal de poder trabajar de manera ergonómica en busca de los resultados del negocio. Los objetivos de la ergonomía son seleccionar la tecnología más adecuada al personal disponible, controlar el entorno del puesto de trabajo, detectar los riesgos de fatiga física y mental, analizar los puestos de trabajo para definir los objetivos de la formacióny optimizar la interrelación de las personas disponibles y la tecnología utilizada.
  • Gobierno en línea: Siendo el fin último de un Gobierno asegurar el bienestar general de toda su población, se hace difícil imaginar esta tarea sin contacto real entre sus protagonistas. Por este motivo, los políticos y miembros de la administración se han visto obligados a recurrir a la tecnología, utilizándola como un paliativo temporal ante la crisis provocada por la pandemia. Pero en algunas cuestiones, esta transformación digital reviste un carácter meramente transitorio.
  • Cultura y turismo: La industria turística fue una de las primeras en digitalizar sus procesos de marketing y ventas. De hecho, los hoteles llevan más de veinte años comercializando sus propuestas a través de internet. En el sector cultural, sin embargo, esta sigue siendo una asignatura pendiente. Hoy en día es inconcebible no poder comprar las entradas a un museo desde su sitio web, o no poder visitar un edificio emblemático reservando previamente las entradas, pero en muchos casos todavía sucede. Estas instituciones deberán analizar con celeridad si no están perdiendo oportunidades de comercialización ofreciendo únicamente venta por taquilla. Si algo ha provocado el COVID-19 es la necesidad de mantener una relación con los posibles clientes a través de internet, tanto antes como después de realizar la compra. En este sentido, tanto el turismo como la cultura han aprovechado el COVID-19 para mantener el contacto con los usuarios a través de las redes. Muchas instituciones han entendido que su propuesta de valor en este momento debía ser entretener a las personas en confinamiento, especialmente los niños, y una gran parte han ofrecido servicios en línea orientados a divertir y entretener.
  • Pymes – Comercio: El desarrollo empresarial ve en la transformación digital un camino para mejorar sus resultados optimizando sus procesos y facilitando su gestión, lo que se refleja en utilidades, crecimiento y en ventajas sobre aquellas que no hacen estas inversiones. Sistemas como los ERP, aplicaciones como CAD, CAM, y FMS, la inteligencia artificial, computación en la nube, blockchain, Big Data y los desarrollo de IoT y las plataformas como EDI, innovación abierta y el e-commerce mejoran las capacidades para responder a los desafíos del mercado. Sin embargo, las pymes se enfrentan a diversos retos para lograr esta transformación: las pocas competencias digitales de sus empleados y propietarios, el desconocimiento de los beneficios de la digitalización para las empresas, la resistencia al cambio, la falta de recurso para invertir y el grado de sofisticación del negocio. Así, se generan barreras para la evolución de las empresas y, en consecuencia, menos de la mitad de las pymes han iniciado su proceso de transformación digital, especialmente en países en desarrollo.
Fuente: Ticpymes