Consejos a emprendedores para detectar a un mal socio

La elección de un socio es un momento clave para que un emprendedor tenga éxito con su proyecto. Una mala decisión puede suponer el fracaso de una startup. De hecho, el 40% de las compañías emergentes fracasa por desavenencias entre sus socios, según un estudio elaborado por RN Ruiz Beato Abogados. «Para triunfar es tan importante contar con una idea innovadora como tener un equipo y unos socios adecuados», advierten los expertos del bufete.

En la misma línea se muestra el inversor Carlos Blanco, considerado por muchos como el mejor business angel de España -la propia patronal del sector lo eligió en 2014-, que recomienda a los emprendedores prestar mucha atención antes de elegir un socio. «Separarse de un socio es más difícil que separarse de una pareja», apunta el experto, en una publicación en su blog.

Cómo identificarlos

Sin embargo, Blanco destaca que no es fácil identificar a estos sujetos que pueden ser perjudiciales como compañeros de proyecto. Por eso recomienda investigar bien a la persona antes de unirse formalmente como socios de una startup. «Mi principal consejo es investigar a través de referencias de excompañeros, exjefes, exsocios y personas cercanas», recomienda.

Además, apunta una serie de consejos que ha recibido de otros mentores de Conector -su aceleradora de empresas-, que le ayudan a identificar a los malos socios emprendedores.

1. Cuidado con los que se obsesionan con mantener el control al crecer. Son una limitación para la propia empresa.

2. Vigilar a los que creen que lo saben todo.

3. Identificar a los vagos.

4. Huir de los vendedores de humo profesionales.

5. Evitar a los que se obsesionan con los contratos de confidencialidad.

6. Descartar a los que se preocupan más del sueldo que de otras cuestiones. Gente con mentalidad asalariada.

7. Las personas que baja implicación personal con sus equipos y socios tampoco merecen la pena.

8. Espantar a la gente que no quiere compartir su «genial idea» con nadie por miedo a que se la copien.

Fuente: elEconomista.es