Cómo crear emprendedores
El emprendedor ¿nace o se hace? Un ambiente social, familiar y una formación adecuada son un entorno imprescindible para el emprendedor. Silicon Valley no es una casualidad, es la consecuencia de una tradicional actitud emprendedora, desarrollada gracias a una cultura que premia tanto la iniciativa y el riesgo para montar una empresa como el fracaso de quienes lo intentan. No se puede, sin más, hacer el Silicon Valley español.
Las iniciativas sobre emprendeduría dispersas en las escuelas y las universidades españolas deben convertirse en asignaturas curriculares en todo el sistema docente para que los jóvenes monten empresas. «Debemos fomentar el emprendimiento en las aulas, y desde los más jóvenes, porque el emprendedor se hace más que nace. Es una de las mejores maneras de acabar con el paro juvenil», asegura Jorge Castillejo Gómez, presidente de la Asociación de Jóvenes Empresarios Valencia.
Un estudio de Círculo Formación indica que «al 20% de los universitarios y graduados que quieren hacer un máster les gustaría montar su negocio». No saben cómo, ya que eso de emprender suena a inventar Microsoft o Google en un garaje. Las charlas que los emprendedores dan en los seminarios organizados por algunas universidades son escuchadas con reverencia. Los alumnos que levantan la mano a la respuesta sobre quiénes van a desarrollar su proyecto empresarial apenas llegan a la media docena en cada una de ellas. La mayoría ha decidido opositar a funcionarios o trabajar en una gran empresa. Enseñar a ser emprendedor y, sobre todo, quitar el miedo a serloson los grandes retos de todo el sistema educativo español.
La escasa educación emprendedora impartida en España es uno de los mayores obstáculos para hacer empresas, según el barómetro internacional de creación de empresas Global Entrepreneurship Monitor (GEM), creado por la prestigiosa London School of Economics en 1999 y capitaneado en España por IE Business School. El informe constata que la formación emprendedora española «se recibe mucho más intensamente en la etapa posescolar y de forma voluntaria».
Master y universidad
En España abundan las escuelas de negocios, y sus másteres están reconocidos internacionalmente. En las universidades públicas se multiplican las becas, premios o seminarios a titulados o alumnos de últimos cursos, pero al ser extracurriculares, son escasamente seguidos. Muchos proceden de entidades financieras, los emprendedores son los futuros empresarios, sus mejores clientes, y hay que mantener el caldo de cultivo. Bancaja creó en 2007 una red de cátedras para jóvenes emprendedores que hoy llega a más de 40 universidades, casi todas públicas. Un éxito: en 2010 pasaron por ellas más de 31.000 alumnos.
Queremos formarles para emprender y aumentar el número de micropymes o pymes, sobre todo de las que tienen una base tecnológica porque son las punteras que pueden tirar de la economía y competir en el mercado global», explica José Lledó Gisbert, gestor del departamento de jóvenes de Fundación Bancaja. Las cátedras Bancaja imparten cursos online para personas de 18 a 35 años. La edad media del emprendedor es de 40 años, según el informe GEM. «A nuestras cátedras acuden, fundamentalmente, estudiantes de últimos cursos de carreras técnicas, aunque nosotros queremos que sean transversales. Les enseñamos a realizar un plan de empresa, a investigar en el mercado, a buscar financiación… También reciben charlas de emprendedores», subraya Lledó.
Otro ejemplo. El Club de Emprendedores de la Universidad de Navarra lleva cinco años en marcha. Unos 2.200 alumnos, de los 10.000 que tiene la universidad, pasan cada año por sus aulas; casi todos proceden de últimos cursos. «Tenemos 67 acciones formativas. Seminarios de creatividad, negociación, gestión de conflictos, creación de empresas… Creamos un entorno amigable de nuevas ideas para que los alumnos desarrollen las suyas», explica Pablo Martín Aguado, director del club. En Navarra no les importa tanto los resultados a corto plazo. «Les enseñamos las herramientas para que si alguna vez les surge la oportunidad de un negocio puedan montarlo. En algunos alumnos hace efecto de forma inmediata y montan su empresa. A ellos les acompañamos durante el desarrollo del proyecto, la realización del plan ejecutivo y la búsqueda de financiación», añade Martín Aguado.
Insuficiente. Martín Aguado comprueba, un año tras otro, que a los alumnos españoles les cuesta arrancar por más que les enseñen, la educación anterior a la universidad y el entorno pesan como una losa. «Los alumnos tienen ganas de empezar un proyecto, pero no ven claro el camino o piensan que lo iniciarán en 10 años. En España hay una mentalidad bastante funcionarial. Los más activos son quienes vienen de otros países porque tienen capacidades aprendidas desde la infancia. Saben hablar en público para defender sus ideas. El tener un grupo multicultural enriquece las sesiones», explica. Martín Aguado.
IE University presume de ser la universidad internacional española para los emprendedores. El presidente de su Centro Internacional de Gestión Emprendedora, Juan José Güemes, explica que «todo emprendimiento es extraordinario, pero la élite de creatividad está en universidades punteras y en escuelas de negocio que producen un emprendimiento de alto impacto que genera riqueza y empleo. Como MIT o Stanford, los centros en los que se ha producido el milagro de las empresas tecnológicas y de Internet. Allí se enseña a solucionar problemas con una propuesta de valor relevante y los mínimos recursos. Los alumnos serán emprendedores tanto en sus empresas como en las de otros».
Ese modelo tan estadounidense de trasladar la ciencia al mercado a través de la creación de empresas es imitado por IE University. «El modelo americano saca la ciencia del laboratorio, y no se ve mal que un científico monte una empresa para ganar dinero», indica Güemes. Entienden que generando riqueza y creando empleo están devolviendo a la sociedad toda la sabiduría que han recibido. «Ese es nuestro enfoque, formar gente crítica y creativa que piense fuera de la caja. Que no les dé miedo coger la maleta para ir a buscar financiación o a vender en otros mercados, por eso somos una universidad internacional. El 60% de nuestros estudiantes procede de otros países. Formamos ciudadanos globales», añade Güemes.
Controvertida Bolonia
Bolonia puede generalizar la formación emprendedora en España. «Hemos aprovechado la modificación de los planes de estudiouniversitarios, obligada para adaptarnos al espacio europeo, para meter formación en emprendimiento de forma transversal, y con asignaturas que dan créditos. Este tipo de asignaturas se daba hasta ahora en carreras económicas e ingenierías. Podremos llevar la cultura emprendedora a todos», asegura Federico Gutiérrez-Solana, presidente de CRUE, la conferencia de rectores.
La realidad es tozuda. Cada año salen 180.000 licenciados e ingenieros de las universidades españolas y apenas un 5% ha recibido formación en emprendimiento. Para Jorge Pérez, catedrático de la Universidad Politécnica de Madrid, «se parte de tan poco que los esfuerzos realizados a raíz de Bolonia no bastarán. Los alumnos no tienen mentalidad de emprendimiento porque no lo han visto ni en el colegio ni en sus familias. El elemento cultural es muy importante».
José Félix Tezanos, catedrático de Sociología de la UNED, es más crítico, la reforma realizada al hilo de Bolonia ni formará a emprendedores ni acabará con el paro juvenil. «Es libresca, se siguen estudiando libros en vez de aprender a hacer cosas de forma práctica. Se deberían hacer laboratorios prácticos para enseñar técnicas de organización y de planificación. O simular la creación y puesta en marcha de una empresa, haciendo todos los trámites requeridos; otra cosa es que las Administraciones deberían simplificarlos», asegura Tezanos.
Los jóvenes denuncian que reciben una formación demasiado teórica, pero a muy pocos se les ocurre hacer su empresa. «Están desorientados y están esperando a que les contraten otros, como hicieron sus padres y abuelos. No acaban de entender que ellos mismos pueden generar su propia actividad y su forma de vida. Para que puedan pensarlo, deben recibir una enseñanza muy práctica ya desde la escuela primaria, como sucede en Estados Unidos. A muchos se les encendería una velita», asegura Tezanos.
La semilla del Cole Australia, Islandia y Estados Unidos son los países más emprendedores, según el informe GEM. Juan Díez Nicolás, que siempre ha tenido su propia empresa mientras ha ejercido como catedrático de Sociología en la Complutense y político, estudió en Estados Unidos. «Tres de mis cuatro hijos han montado su empresa. Son emprendedores porque han estudiado en universidades estadounidenses o británicas, como hice yo. Estuve en una high school y me doctoré en Estados Unidos. En todos los niveles educativos tienen asignaturas prácticas para poder desenvolverte en la vida real de forma autónoma. Fomentan la imaginación para desarrollar las aptitudes y gustos de los estudiantes. En la vida se pueden hacer tantas cosas que ningún plan de estudios puede responder. Para ser emprendedor hay que educar dando la libertad de opción».
El Ministerio de Educación impulsó hace dos años la asignatura Empresa e Iniciativa Emprendedora en ciclos formativos de grado medio y superior (antigua formación profesional), que estará implantada en todas las comunidades en el curso 2013-2014. En ella se realiza un plan de empresa acorde a cada oficio durante todo el curso. Es la única disciplina de emprendeduría implantada en toda España. La formación emprendedora en bachillerato, ESO o primaria se imparte de forma aislada, impulsada por empresas como Valnalón o Junior Achievement.
La educación debe incluir dos pilares básicos desde primaria. El uso de nuevas tecnologías y el conocimiento de la empresa como algo que forma parte de la vida misma, crea riqueza y empleo. Nadie debería salir del bachillerato y de los ciclos formativos de grado medio y superior sin conocer las claves para crear una empresa. En las universidades se debe ahondar en esta educación y completarla con la gestión práctica empresarial. Desarrollar una formación práctica para desarrollar vocaciones», asegura Jesús Banegas, presidente de AMETIC. El número de emprendedores españoles es «relativamente alto, pero están asociados al sector de la construcción o poniendo bares. Así no vamos a ser competitivos en el mercado internacional», añade Banegas.
Díez Nicolás asegura que «el problema está en la sociedad y en las familias, que quieren que sus niños salgan con título y tengan un despacho con secretaria ¿sabiendo hacer qué?». Alberto Fernández, profesor del IESE, va un paso más allá. «¿Cómo puede un funcionario transmitir la idea de ser emprendedor? La sociedad, la familia y la educación son las tres mayores barreras para emprender en España, tenemos aversión al riesgo. La sociedad entera debe cambiar».
«Los empresarios deberían dar formación continua en las universidades españolas para que los estudiantes conozcan la realidad», asegura el emprendedor Maini Spenger, cofundador de MasMovil. En Austria, su tierra natal, Spenger aprendió el oficio de carpintería mientras cursaba sus estudios secundarios. «Es una opción profesional para entender el mundo y saber gestionar pymes, y la seguimos la tercera parte de los estudiantes como una vía más de trabajo. Nos obligan a trabajar en una empresa antes de obtener la titulación universitaria. Exigen trabajar mientras se oposita. El sistema español, que premia de por vida a quien se encierra a estudiar durante unos años, es lo más alejado de la mentalidad emprendedora», asegura.
La gran referencia mundial del emprendimiento está en Silicon Valley. «Ha crecido a la sombra de la Universidad Stanford, que prima más la actitud para ser emprendedor que el conocimiento. Desde el primer año saben lo que es capital riesgo, y son raros los graduados que quieren ser empleados. El fracaso está visto como una forma de aprendizaje, y quien triunfa invierte en quienes empiezan. Es un círculo virtuoso. Se les dice que piensen en grande, porque si no haces un proyecto global no vas a levantar dinero para iniciarlo», asegura Ángel Gutiérrez Borjabad, socio del área de innovación de Everis.
Javier Pérez-Tenessa fundó e-Dreams en Silicon Valley. «Para hacer un máster en Stanford exigen haber trabajado y haber hecho algo notable en el trabajo. La formación universitaria de Estados Unidos suele ser de pago, y los alumnos se endeudan para cursarla. Deben devolver el préstamo, y se les enseña marketing comercial, también en bellas artes. Un universitario trabaja mientras estudia, todo está orientado a la práctica. A los estudiantes se les forma para trabajar, no para ser sabios. Cuando yo estudié en Stanford, sabía más matemáticas que mis compañeros de ingeniería, pero ellos manejaban los programas que pedían las empresas. Un español aprende más teoría, pero cuando se gradúa no sabe qué hacer con ella».
Cuando Pérez-Tenessa fue a Estados Unidos no tenía intención de montar una empresa. «Me parecía que era algo muy difícil o que quienes lo hacían tenían dinero de familia. La única forma de quitar este mito es conocer a los emprendedores con éxito y a los que han fracasado. Al menos uno de ellos venía cada día al MBA que yo cursaba en Stanford». En Estados Unidos no se demoniza el fracaso y se considera que quien lo ha hecho muchas veces ha aprendido mucho. «A los políticos y a la sociedad hay que educarles para que apoyen a los emprendedores. El éxito es global», añade Pérez-Tenessa.
El informe GEM asegura que «a mayor nivel de educación, mejora la calidad de las actividades emprendedoras». Los emprendedores de Silicon Valley tienen una excelente educación, saben vender, no les da miedo el fracaso, quieren rentabilizar sus conocimientos y no se les caen los anillos por realizar actividades inferiores a su titulación. Además, tienen todo tipo de facilidades al montar y poner en marcha su empresa. No sucede lo mismo en España, que tiene el puesto 146º en el ranking de países doing business, de facilidades para crear empresas y hacer negocios. «Si funcionan los emprendedores en Silicon Valley es porque hay business angels [inversor particular] y todos trabajan interrelacionados, un círculo de confianza que es la cultura de emprendimiento y que no se da en Europa», añade Jorge Pérez.
Fuente: Cinco Días (25/09/2011)